Cada año, alrededor de 386 personas en Costa Rica tendrían una muerte atribuible a bacterias que desarrollaron resistencia a los medicamentos disponibles para combatirlas. En el mundo, estas cifras llegan a 1,27 millones.
Estos son los resultados de una estimación internacional hecha por el proyecto MiCroBe (estimación que mide las causas de infecciones y los resultados del impacto, por sus siglas en inglés; su acrónimo forma la palabra “microbio”).
Este proyecto cuenta con investigadores y especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Universidad de Washington, la Universidad de Oxford y el Instituto de Métricas y Evaluación en Salud (IHME, por sus siglas en inglés).
Origen de la resistencia a los antimicrobianos
La resistencia a los antimicrobianos se produce cuando las bacterias, virus, hongos y parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicamentos. Esto sucede por razones que van desde la evolución natural de los patógenos hasta la forma en que las personas consumen los tratamientos médicos.
Sin importar la causa, el resultado es el mismo: se dificulta el tratamiento de infecciones y aumenta el riesgo de propagación de enfermedades y el de muertes.
“Los microorganismos mutan, generan resistencia y no responden a los tratamientos que antes sí funcionaban contra las enfermedades”, resumió Marlen Arce Villalobos, coordinadora nacional de resistencia a antimicrobianos.
La estimación internacional tomó en cuenta dos niveles. El primero corresponde a las muertes asociadas a la resistencia, que se refieren a personas que tuvieron una infección resistente a los tratamientos, pero cuyo deceso, aunque sí estuvo relacionado con la infección, no necesariamente fue causado por una falla en el medicamento.
La proyección detalló que en Costa Rica, en el 2021 (año más reciente para el cual se hicieron los cálculos) hubo 1.650 fallecimientos asociados a resistencia antibiótica; 39 fueron en menores de cinco años.
El segundo nivel corresponde a las muertes atribuibles, es decir, las ocurridas porque la infección no pudo ser tratada y los fallecimientos podrían atribuirse directamente a la resistencia. Esto no necesariamente quiere decir que los medicamentos disponibles se hayan agotado, sino que la enfermedad avanzó más rápido que el acceso al medicamento correcto.
Según la estimación, en Costa Rica hubo 386 muertes atribuibles a la resistencia antimicrobiana en el 2021; 9 fueron en menores de cinco años.
El año tomado como referencia (por ser el de los datos más actuales a nivel mundial) también tuvo la particularidad de estar en medio de una pandemia. Sin embargo, los investigadores señalaron que es bueno tomar esto en cuenta como año de referencia para tener escenarios que, aunque mayores, son posibles y pueden repetirse.
¿Por qué ocurre la resistencia a los antimicrobianos?
Para comprender la resistencia es necesario recordar cómo funcionan los antimicrobianos.
Paola Morales Aguilar, de la Coordinación de Servicios Farmacéuticos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), explicó que los antibióticos –el antimicrobiano más común– detienen la reproducción y el crecimiento de las bacterias y permiten a las defensas eliminar las que ya están en el cuerpo.
Por su parte, los antiparasitarios combaten, matan y reducen la cantidad de parásitos; los antifúngicos hacen lo mismo con los hongos.
Sin embargo, el mal uso y el abuso de estas sustancias causa la resistencia.
Antonieta Jiménez Pearson, responsable del Laboratorio de Antimicrobianos del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa) dijo a La Nación que este es un proceso natural.
Los microorganismos desarrollan estrategias (mutaciones, en las que alteran sus enzimas o forma de funcionar) que les permitan subsistir a las condiciones en las que están expuestos.
“Algunos organismos presentan resistencia natural a algún tipo de antimicrobianos. El uso de estos fármacos en diferentes áreas, como la medicina humana y veterinaria, o en los cultivos para la producción de alimentos, ha puesto presión sobre este proceso natural y ha causado la aparición o el aumento de resistencia a algunas sustancias. Por eso bacterias y otros organismos que antes eran sensibles y sucumbían ante algunos tratamientos médicos ya no lo son”, manifestó.
Morales complementó: “Para las bacterias es muy fácil mutar y reproducirse, esta es una de las razones por las que cuesta tanto conseguir antibióticos nuevos. Puede conllevar muchísimos años“.
No toda resistencia antimicrobiana es igual
Jiménez y Morales explicaron que hay diferentes niveles de resistencia.
Resistencia. Hay resistencia al tratamiento de primera línea y se buscan otras opciones.
Multirresistencia. Resistencia hacia el medicamento de primera línea y al menos uno o dos más.
Resistencia extrema. Solo hay una o dos opciones disponibles. “Muchas veces no son las favoritas, porque las favoritas son las que se usan de primero”, explicó Jiménez.
Panresistencia. No existe fármaco disponible para el tratamiento. Resistente a todos los antibióticos.
“Tenemos conocimiento y confirmación de algunas bacterias que presentan multirresistencia, extrema resistencia”, subrayó Jiménez, quien destacó que hasta el momento no se han dado casos de panresistencia en el país.
¿Cuáles son las bacterias más resistentes en el país?
De acuerdo con la estimación, la bacteria que sería más responsable de muertes asociadas y atribuibles a la resistencia es la Staphylococcus aureus, a la que podrían atribuírsele 111 muertes por año, 2,34 por cada 100.000 habitantes.
De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, estas bacterias se transmiten por contacto directo con una persona infectada al utilizar un objeto contaminado con la bacteria o por inhalación de gotículas infectadas que se dispersan al estornudar o toser.
Normalmente causan ampollas, abscesos y enrojecimiento e hinchazón de la zona infectada. Pero, de complicarse pueden causar neumonía e infecciones en el torrente sanguíneo, especialmente en quienes han utilizado jeringas con la bacteria.
En segundo lugar está la Escherichia coli, con 60 decesos atribuibles, 1,26 por 100.000 habitantes. Esta se contagia a través de agua y alimentos contaminados. Aunque muchas cepas de esta bacteria solo producen diarreas menores, algunas pueden causar cólicos abdominales intensos, diarrea con sangre y vómitos.
El tercer puesto lo ocupa la Acinetobacter baumannii, perteneciente al orden de las pseudomonas; es de las bacterias descritas por el Inciensa y la CCSS como de las más resistentes en Costa Rica. Se le atribuyen 49 muertes por año, 1,04 por 100.000 habitantes.
Se le conoce por causar septicemias, neumonías y meningitis.
“En pseudomonas llega a un 10% de resistencia al año; en un año llegó a un 20% para unos antibióticos llamados carbapenémicos. Se le da mucha importancia a esto, porque son antibióticos de mayor espectro (que son más fuertes y pueden atacar a una gran gama de bacterias) y de mejor posibilidad de tratamiento. Lo preocupante es que las bacterias resistentes a estos no son solo a este antibiótico sino a otros”, señaló Jiménez.
Muchas de las bacterias más resistentes se encuentran en el campo hospitalario y no en las comunidades. Es decir, difícilmente una persona saludable se infectará en sus actividades cotidianas.
Lo más preocupante es que, a nivel mundial, se ven en contextos en los que las personas llegan por tener problemas de salud y su sistema inmunitario está más propenso a adquirir patógenos y a complicar su estado de salud.
Arce aclaró que la resistencia se ve en algunas cepas de las bacterias y no en todas, por lo que las personas no deberían, en primera instancia, asustarse si un médico les dice que tienen determinada bacteria a la que se le asocia con resistencia porque no necesariamente la cepa es resistente.
¿Qué hace Costa Rica para luchar contra la resistencia antimicrobiana?
Tanto el Ministerio de Salud, como la CCSS y el Inciensa tienen una coordinación para luchar contra el tema.
La CCSS se encarga de la educación a la población y a los médicos. Además, los laboratorios de los hospitales trabajan de la mano con los médicos para determinar el patógeno que ataca a los pacientes y encontrar el tratamiento adecuado.
El médico debe actuar de inmediato para tratar al paciente, pero el laboratorio determina “con nombre y apellido” el patógeno, y con esto puede saberse si hay resistencia a cierto microorganismo y sabrá si hay que hacer o no cambios en el tratamiento.
Por su parte, el Inciensa recibe los reportes de los laboratorios y los analiza, monitorea lo que se ve en el país y determina cómo va el comportamiento y si hay cambios. Costa Rica forma parte de una red latinoamericana, que revisa todo lo sucedido en el sector.
El Ministerio, como ente rector, le lleva el paso a lo que va sucediendo y lleva el control de los medicamentos.
También hay coordinaciones con el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Los animales y las plantas también se infectan de bacterias y hongos y usan otro tipo de antimicrobianos, pero un mal uso también podría afectar a los humanos.