
La confirmación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que autorizó la acción de la CIA en Venezuela reaviva la vieja sombra de esta agencia sobre América Latina: operaciones encubiertas que, por décadas, han influido en el rumbo político del continente.
El anuncio más reciente sobre las acciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) en la región se produjo el 15 de octubre, tras la publicación de una filtración del diario estadounidense The New York Times, que reveló la autorización de operaciones encubiertas del organismo dentro de Venezuela.
Según el medio, la aprobación se emitió mediante un “hallazgo presidencial” (presidential finding), instrumento legal secreto que respalda operaciones clandestinas. El documento detalla que los objetivos incluían desestabilizar el gobierno autoritario de Nicolás Maduro, interrumpir las rutas del narcotráfico y controlar la migración hacia Estados Unidos.
Ese mismo día, desde el Despacho Oval en la Casa Blanca, Trump confirmó ante la prensa que Venezuela era un objetivo de la CIA por “dos razones”: primero, porque Nicolás Maduro sería un supuesto líder del narcotráfico; y segundo, debido a la liberación de reos en Venezuela para ser enviados a Estados Unidos.
Según el mandatario, el gobierno venezolano habría aprovechado las políticas fronterizas más flexibles aplicadas anteriormente para “vaciar sus prisiones” y trasladar a los reclusos hacia territorio estadounidense.
Bajo ese contexto, con el nuevo permiso otorgado por Trump, la agencia podría ejecutar acciones encubiertas contra Maduro o su gobierno, ya sea de manera unilateral o como parte de una operación militar más amplia.
Medios internacionales como BBC, CNN y DW señalaron que la declaración de Trump rompe con décadas de tradición en la política exterior estadounidense, pues ningún presidente había confirmado públicamente y en tiempo real la autorización de operaciones letales de la CIA en América Latina.
El anuncio marcó, además, un nuevo punto de inflexión en el conflicto entre Washington y Caracas, al intensificar la escalada de tensiones militares y diplomáticas en la región.
La crisis más reciente comenzó en agosto, cuando Estados Unidos desplegó su mayor operativo militar en el Caribe en décadas, bajo el argumento de combatir el narcotráfico y frenar la migración irregular vinculada a redes criminales venezolanas.
Al 22 de octubre, The Washington Post confirmó ocho ataques contra embarcaciones en el Caribe, la mayoría cerca de Venezuela, que dejaron al menos 34 muertos.

Una lista histórica de intervenciones de la CIA
La influencia de Estados Unidos en América Latina no es nueva, sino un fenómeno que se ha manifestado de diversas formas a lo largo de la historia.
En ese contexto, Luis Diego Segura, académico de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA), señaló a La Nación que es clave comprender primero los tipos de intervención empleados por la CIA y cómo se han desplegado con el paso del tiempo.
El primero, explicó, consiste en labores de inteligencia mediante las cuales la CIA identifica amenazas para Estados Unidos y realiza documentación, análisis, investigación y seguimiento de actores de interés en un país o localidad específica, con el fin de obtener información para neutralizarlas.
La segunda, más agresiva, implica la intervención directa de grupos militares estadounidenses en el lugar de la amenaza, con el objetivo explícito de eliminarla o controlarla.
Esto ocurrió históricamente en Guatemala en 1954, cuando la CIA intervino para derrocar al presidente Jacobo Árbenz.

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Árbenz, electo en 1950 con apoyo del ejército y de partidos de izquierda, incluido el Partido Comunista Guatemalteco, impulsó un programa progresista centrado en una reforma agraria que lo enfrentó con la United Fruit Company.
Según medios internacionales como la BBC, su plan buscaba expropiar tierras ociosas y exigir impuestos a esta multinacional de producción y comercio de frutas tropicales.
Ante ello, Estados Unidos, mediante financiamiento de huelgas, oposición política y campañas de desinformación, utilizó a la CIA para intervenir en Guatemala, desencadenando una guerra civil que dejó más de 200.000 muertos y desaparecidos.
La misma estrategia se aplicó en 1961 contra Fidel Castro en Bahía de Cochinos, Cuba. Tras el éxito en Guatemala, la CIA entrenó a 1.500 exiliados cubanos y destinó más de $41 millones de la época (equivalente a unos $441 millones actuales) para invadir la isla y derrocar a Castro, según informó El País de España.
Luis Diego Segura explicó a este diario que la operación incluyó campañas de propaganda interna para dividir a la población cubana y facilitar la acción militar. Sin embargo, fracasó, reforzó la posición internacional de Cuba y aumentó la tensión con la Unión Soviética, desembocando en la Crisis de los Misiles.
Pese a este fracaso, la CIA continuó sus intervenciones en la región. En 1964 apoyó a militares en Brasil mediante financiamiento, entrenamiento y propaganda, facilitando el derrocamiento de João Goulart y el inicio de una dictadura de 21 años, justificada como defensa contra el comunismo, pero marcada por torturas y desapariciones.
Entre 1970 y 1973, la Agencia destinó más de $8 millones para desestabilizar al gobierno socialista de Salvador Allende en Chile, financiando huelgas, periódicos opositores como El Mercurio, campañas de desinformación y el asesinato del general René Schneider.
Segura señaló que estas acciones permitieron instalar la dictadura de Augusto Pinochet, que dejó más de 3.000 muertos y 40.000 torturados.

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Operaciones profundas en el Cono Sur
Entre 1975 y 1985, las operaciones de la CIA se intensificaron en el Cono Sur mediante la Operación Cóndor, en la que la Agencia Central de Inteligencia apoyó y coordinó a las dictaduras de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil en un plan de represión transnacional que incluyó persecución, desaparición y asesinato de miles de opositores.
Paralelamente, en 1981 la CIA ejecutó acciones en Nicaragua durante el caso Irán-Contra.
Tras la victoria sandinista en 1979, armó y financió a la guerrilla “Contra” desde Honduras y Costa Rica, empleando sabotajes, minas en puertos y ataques a poblaciones rurales. La financiación incluyó la venta ilegal de armas a Irán y tráfico de drogas para adquirir armas y pagar mercenarios, dejando entre 30.000 y 50.000 muertos.
Otras intervenciones destacaron la invasión a Panamá en 1989 durante el gobierno de Manuel Noriega.
Aunque este había colaborado con la CIA, según reportó la BBC, la relación se rompió y Estados Unidos invadió Panamá para deponerlo, causando la muerte de civiles. La operación evidenció la capacidad logística y militar estadounidense en intervenciones directas.

¿Ha existido intervención en Costa Rica?
Carlos Murillo, experto en relaciones internacionales, señaló a este diario que la CIA ha estado presente en diversas oportunidades alrededor de Costa Rica a lo largo de la historia, y que sería “extraño que no lo estuviera”.
El experto recordó la reciente declasificación de documentos sobre el asesinato del expresidente estadounidense John F. Kennedy, que revelan que la CIA mantuvo en Costa Rica una red de “casas seguras” desde la década de 1950 hasta los años 80, utilizadas como puntos de encuentro, espionaje e infiltración, principalmente durante la Guerra Fría.
Sin embargo, Murillo advirtió que, actualmente, la presencia y vigilancia se manifiestan de manera diferente, debido a que el actual gobierno mantiene un alineamiento con las políticas de Estados Unidos, mientras que las intervenciones eran más evidentes en décadas anteriores.
En ese sentido, Luis Diego Segura señaló que las acciones de investigación y seguimiento de la Agencia en el país fueron evidentes con la vigilancia al Partido Vanguardia Popular, de tendencia comunista, y al expresidente José Figueres Ferrer, debido a su agenda de reforma estatal que promovía políticas consideradas socialistas por Estados Unidos.
“Hubo en diferentes momentos casas seguras en Costa Rica, desde las cuales la CIA operó y recolectaba información sobre los movimientos comunistas, líderes importantes en partidos políticos, infiltración en esos mismos partidos políticos y seguimiento, incluso, a Figueres Ferrer con su movimiento reformista con el famoso Estado benefactor, que era algo que para ellos era comunista-socialista”.
— Luis Diego Segura, académico de la UNA.
Pese a esto, Murillo destacó que, en la actualidad, identificar operaciones diarias de la CIA en Costa Rica no es sencillo, pues la naturaleza de la Agencia, a diferencia del caso reciente en Venezuela, se mantiene en estricta confidencialidad.