
El médico y cirujano personal del Papa Francisco, Sergio Alfieri, quien también lidera la cirugía oncológica abdominal en el hospital policlínico Gemelli, en Roma, compartió detalles inéditos sobre su vínculo con el Pontífice y sus últimos momentos, durante una entrevista con El Mundo de España.
Alfieri relató que la última vez que vio al Papa fue el sábado previo al Domingo de Pascua. Le llevó una tarta de chocolate, su preferida, y conversaron durante un breve encuentro donde el Papa afirmó sentirse bien, motivado para trabajar y con ánimo renovado. Acordaron volver a reunirse el lunes siguiente.
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Aunque Alfieri prescribió 60 días de recuperación tras la operación, explicó que no le prohibió retomar su agenda porque el trabajo formaba parte de su terapia.
Recordó que el Papa, pocos días antes de morir, pidió organizar un encuentro con las 70 personas que participaron en su atención médica en el Gemelli, una decisión que, para el médico, reflejaba su deseo de cerrar ciclos importantes.
La madrugada del lunes, Alfieri recibió una llamada urgente de Massimiliano Strappetti, asistente sanitario personal del Papa. Le informó que el Santo Padre se encontraba muy enfermo y que debían prepararse para un posible traslado al policlínico Gemelli.

Veinte minutos después, Alfieri llegó a Santa Marta. En un primer momento, le resultó difícil pensar que la situación ameritara una hospitalización. Sin embargo, al entrar en la habitación del Pontífice, observó un detalle que nunca olvidaría: tenía los ojos abiertos, pero no le respondía.
A pesar de que el Papa no presentaba problemas respiratorios, no respondió a los llamados de Alfieri, ni siquiera a los estímulos dolorosos. El médico comprendió entonces la gravedad del momento y aceptó que no había nada más que pudiera hacerse. El Santo Padre estaba en coma.
Decidió respetar su voluntad de morir en casa, sin arriesgar un traslado innecesario al hospital.
El relato de Alfieri también permitió conocer cómo inició su vínculo con el Papa en 2018 y cómo, dos años después, se fortaleció cuando el Pontífice, afectado por una grave enfermedad diverticular, lo eligió como su cirujano de confianza tras conocer su experiencia en cirugía colon-rectal.
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La operación, realizada en 2021, se manejó bajo estrictas medidas de confidencialidad. Alfieri recordó que, poco antes de entrar a cirugía, el Papa le bendijo las manos, un gesto que interpretó como un llamado a trabajar no solo con destreza, sino también con el corazón.
La relación entre ambos se consolidó a lo largo de los años con gestos de cercanía. Durante su recuperación, el Papa compartió una pizza con el equipo médico en un gesto de agradecimiento.
El médico también reveló que el Pontífice lo involucró en el rescate del hospital Fatebenefratelli, en Roma, evitando que perdiera su identidad católica. Gracias a una rápida gestión de recursos, se pudo preservar su carácter religioso.
Sobre la segunda operación, Alfieri señaló que también se mantuvo en secreto y ratificó que su misión futura incluirá un compromiso para atender el problema de los embriones abandonados, como fue el deseo del Papa.
En la última hospitalización, Alfieri reconoció que existieron momentos críticos donde temieron un desenlace fatal. No obstante, el Papa sorprendió a todos con su recuperación y su firme decisión de ejercer su labor pastoral hasta el último aliento.
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