Montreal. El nuevo primer ministro de Canadá, Mark Carney, viajará este lunes a París y Londres para reforzar alianzas en Europa, en un contexto de fuertes tensiones con Estados Unidos.
Este viaje busca “reforzar nuestros lazos comerciales y militares con dos de nuestros socios más sólidos y confiables”, dijo Carney en un comunicado difundido el fin de semana, mientras las amenazas planteadas por el presidente estadounidense, Donald Trump, dominan la política canadiense en las últimas semanas.
El país con 41 millones de habitantes vive una crisis sin precedentes luego de que Trump lanzara una guerra comercial en su contra y no para de decir que quiere que Canadá sea el “51 estado estadounidense”.
El jefe de gobierno canadiense, que el viernes sucedió a Justin Trudeau en el cargo, se encontrará primero con el presidente francés, Emmanuel Macron, en el Elíseo para un desayuno de trabajo, según la presidencia francesa.
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Los dirigentes “pondrán el énfasis en su compromiso común para construir lazos económicos, comerciales y de defensa más sólidos”, destaca el comunicado canadiense.
Carney y Macron también discutirán sobre la guerra de Rusia contra Ucrania, así como “proyectos clave” de la “asociación estratégica” entre ambos países, precisó el Elíseo.

Carney irá enseguida a Londres para una cita con su homólogo Keir Starmer.
Abordará con el primer ministro británico “el refuerzo de la seguridad transatlántica, el crecimiento del sector de la inteligencia artificial (IA) y las sólidas relaciones comerciales”, según el comunicado.
Reino Unido es el tercer socio comercial de Canadá en el renglón de bienes y servicios con intercambios valorados en unos $42.400 millones.
También debe ser recibido por el rey Carlos III, soberano de Canadá.
Carney, de 60 años, declaró en su primer discurso oficial que la diversificación comercial sería prioridad y aseguró que Canadá “jamás haría parte de Estados Unidos”.
Los aranceles impuestos por la administración Trump han traumatizado al país, que exporta el 75% a su vecino del sur, en una guerra de tarifas que podría causar importantes daños a la economía canadiense.