
Bonifacio, una comuna francesa situada en el extremo sur de Córcega, se alza sobre una península de roca caliza de 70 metros de altura. Esta característica geográfica convirtió a la ciudad en un escenario singular.
Las casas, aparentemente suspendidas sobre el acantilado, generan una imagen impactante que ha sido ampliamente fotografiada en el Mediterráneo.
La ciudad surgió en el año 828, cuando el conde Bonifacio II de Toscana fundó una fortaleza estratégica. Durante siglos, sus acantilados actuaron como defensa natural ante invasiones y conflictos. En la actualidad, Bonifacio cuenta con 3.000 habitantes y atrae a miles de turistas cada año, especialmente entre mayo y setiembre.
Vestigios medievales con vista al mar
En el centro histórico, las calles de piedra revelan las huellas del tiempo y de la convivencia entre culturas del Mediterráneo. El casco antiguo forma un laberinto de murallas y edificios de piedra que surgen desde los acantilados. Desde lo alto, se levanta la Ciudadela de Bonifacio, punto estratégico que ofrece una vista amplia del mar.
Uno de los atractivos más reconocidos es la Escalera del Rey de Aragón, esculpida en la roca, con 187 escalones que llevan a un mirador con vista a la costa italiana. Aunque la leyenda vincula su origen al siglo XV y a las tropas de Alfonso V, investigaciones indican que pudo haberse construido antes, como parte de un sistema para obtener agua.
Un puerto activo y naturaleza protegida
Debajo de las murallas, el puerto mantiene el dinamismo de la ciudad. Allí operan cafés, tiendas y embarcaciones que sirven tanto a residentes como a visitantes. Desde este punto zarpan excursiones hacia las islas Lavezzi, un archipiélago protegido conocido por sus aguas cristalinas y su diversidad natural.
Entre las rutas más populares se encuentra la del Cabo Pertusato, la cual permite observar las formaciones rocosas y la vegetación mediterránea desde distintos ángulos. Esta combinación de elementos naturales y arquitectónicos ha posicionado a Bonifacio como uno de los destinos más buscados del sur europeo.
El acceso a la ciudad puede realizarse por aire o ferry hasta la isla de Córcega, seguido de un recorrido terrestre hasta el extremo sur. La singularidad de su paisaje, la conservación del patrimonio y la atmósfera medieval la convierten en un lugar destacado en el turismo internacional.
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