
El papa Francisco reconoció que recientemente perdió la paciencia con una mujer que durante la audiencia general le pidió la bendición para “su niño” que resultó ser un perro que se sacó del bolso. “Señora, muchos niños sufren hambre y usted está con el perrito”, respondió el Pontífice.
Él mismo contó esta y alguna otra anécdota de mujeres que tratan a sus perros como si fueran sus hijos durante su participación en el foro Estados Generales de la natalidad, una iniciativa organizada en Italia por el Foro de las Asociaciones Familiares, en la que también participó la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni.
El Pontífice lamentó así que traer niños al mundo “se percibe como una carga sobre las familias”, lo que “desgraciadamente condiciona la mentalidad de las jóvenes generaciones, que crecen en la incertidumbre, cuando no en la desilusión y el miedo”.
Por ello, pidió políticas “con visión de futuro” para aumentar la tasa de natalidad en Europa al tiempo que denunció que las mujeres están “aplastadas por la carga de cuidar” y que se les obliga a elegir entre su maternidad y su carrera profesional.
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“Son las que más sufren, las mujeres jóvenes, a menudo obligadas a elegir entre la carrera profesional y la maternidad, o aplastadas por la carga de cuidar de sus familias, sobre todo en presencia de ancianos frágiles y personas dependientes”, afirmó.
En Italia, el año pasado nacieron 392.598, una caída en picado que ha alcanzado su punto más bajo desde que se proclamó la unidad de Italia en 1861, hace 160 años, según los datos del informe anual del Instituto Nacional de Estadística (ISTAT).
“El tema de la natalidad es central para todos, especialmente para el futuro de Italia y Europa”, consideró. De hecho, para el Papa, los nacimientos de niños constituyen el principal indicador para medir la esperanza de un pueblo”.
Sentado en el escenario de un auditorio de Roma junto a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, indicó: “Si nacen pocos significa que hay poca esperanza. Y esto no solo tiene repercusiones desde un impacto económico y social, sino que mina la confianza en el futuro”.
Además, denunció que los más ricos pueden permitirse, gracias a sus recursos, una mayor libertad a la hora de elegir qué forma de vida quieren. “Esto es injusto, además de humillante”, enfatizó. Por otro lado, dio cuenta de las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes para formar una familia, como encontrar “un empleo estable” o que las casas sean “prohibitivamente caras” con “alquileres por las nubes y salarios insuficientes”.
“Es necesario abordar el problema juntos, sin vallas ideológicas ni posturas preconcebidas. No podemos aceptar que nuestra sociedad deje de ser generativa y degenere en tristeza. No podemos aceptar pasivamente que tantos jóvenes luchen por realizar su sueño familiar y se vean obligados a bajar el listón del deseo, conformándose con sucedáneos privados y mediocres: ganar dinero, aspirar a una carrera, viajar, guardar celosamente el tiempo libre”, aseveró.
El Pontífice también reclamó que nunca se contrapongan la natalidad y la acogida de migrantes porque “son dos caras de la misma moneda”. “Nos revelan cuánta felicidad hay en el mundo”, concluyó.
