La isla caribeña de Cuba enfrenta una situación desafiante las últimas semanas, marcada principalmente por la escasez de alimentos y los recurrentes cortes de electricidad, los cuales afectan significativamente la calidad de vida de sus habitantes.
Esta realidad se agrava por diversos factores, entre ellos, la crisis económica persistente y la falta de acceso a recursos básicos. La población cubana se ve obligada a abandonar su país, o en su defecto, enfrentar largas filas en busca de productos básicos y a adaptarse a un estilo de vida marcado por la incertidumbre y la precariedad. Ante este panorama, surgen interrogantes sobre las estrategias gubernamentales para abordar estas problemáticas y el impacto en el futuro de la nación caribeña.
LEA MÁS: Cuba enfrenta apagones y protestas por déficit eléctrico
Persistencia en industria hotelera
En los últimos años la isla apuesta por la industria hotelera como el “salvavidas” del país, destinando una gran cantidad de recursos a la construcción y mantenimiento de hoteles en el país, en detrimento de otras áreas como la agricultura, que podría contribuir de manera más efectiva a combatir la escasez de alimentos.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei), en el último año, Cuba destinó aproximadamente un 33.5% de su presupuesto a la industria turística, lo que equivale a $1.349 millones. Esto representó un aumento significativo en comparación con la inversión realizada en agricultura en la isla, la cual alcanzó los $125 millones en el mismo período.
Esta situación llevó a una disminución del 35% en la producción agropecuaria entre los años 2019 y 2023.
Importaciones pasan al primer plano
Como consecuencia, el país se ve obligado a depender en gran medida de las importaciones para satisfacer las necesidades alimentarias de su población. Sin embargo, en 2023, las autoridades reconocieron problemas debido a la falta de divisas para importar el 100% de los productos de la canasta básica, lo que lleva a las situaciones de desabastecimiento y dificultades para acceder a alimentos básicos como la leche y el pan.
Ante esta situación crítica, el gobierno cubano extendió la importación de productos libres de impuestos hasta el 30 de junio como medida para abordar el desabastecimiento de alimentos. Esta medida se implementó por primera vez durante la pandemia de covid-19 y busca garantizar el acceso a productos básicos para la población.
Según La Gaceta Oficial de la República: se autorizará “la importación sin carácter comercial de alimentos, aseo, medicamentos e insumos médicos hasta el límite de quinientos dólares estadounidenses ($500,00) del valor o peso equivalente, hasta cincuenta kilogramos (50 kg), en la relación valor/peso establecida por la Aduana General de la República, y exenta del pago del Impuesto Aduanero, por la vía de pasajeros como equipaje no acompañado”.
Desesperación popular
Los ciudadanos de la isla viven una constante incertidumbre por la escasez de alimentos, como es el caso de Diana Ruiz, desde que abre los ojos por la mañana hasta que los cierra por la noche, solo piensa en la comida que necesita para su pequeño de seis años, un dilema compartido por muchas madres cubanas ante la escasez de alimentos y los apagones que afectan a la isla.
“Lo primero que yo digo cuando me tiro de la cama es qué le voy a dar de comida a mi hijo y cuando me acuesto qué puedo darle para merendar, para su desayuno”, relata Ruiz, una ama de casa de 31 años y en su cuarto mes de embarazo, quien reside en Nuevo Vedado, un barrio céntrico de La Habana.
Diana se desplaza entre el reducido espacio de su despensa, que apenas guarda un poco de arroz y unos cuantos panes, y la nevera, que contiene una hamburguesa, dos botellas de agua y un batido de fruta congelado. “Ahí está todo”, expresa con desesperanza en su hogar, donde también vive con su padre, quien es invidente.
LEA MÁS: Cuba acusa a Estados Unidos de injerencia en protestas por crisis de energía
Aunque la capital no experimenta los prolongados apagones que afectan a otras provincias, para muchos, la llegada de alimentos es escasa y gradual.
“Vienen por poquitos, una librita hoy y dentro de X días otra librita (...) tenemos problemas con los alimentos”, afirma Aracely Hernández, de 73 años y residente de Bacuranao, una localidad en las afueras de La Habana.
Esta jubilada comenta que recibe una pensión de 1.500 pesos (equivalente a 12,5 dólares al cambio oficial) y que un paquete de pollo le cuesta 3.000 pesos fuera del sistema de racionamiento. “Hay que apretar y darle a los pedales porque todo está muy caro”, lamenta.
Los reclamos por la escasez de alimentos, sumados a los largos apagones que afectan a casi toda la población cubana en las últimas semanas, llevaron a cientos de personas a manifestarse el 17 de marzo en al menos cuatro ciudades del país, en las mayores protestas registradas desde las históricas marchas antigubernamentales del 11 de julio de 2021.
Días después, el presidente Miguel Díaz-Canel reconoció “una acumulación de largos apagones que molestan mucho a la población”. Asimismo, señaló que Cuba enfrenta “carencias de alimentos” debido a “fallas en la distribución oportuna de la canasta básica”.