
El mayor litigio antimonopolio de las últimas dos décadas en Estados Unidos enfrentó al Gobierno federal con Google por su control del mercado de las búsquedas en línea. La disputa situó en el centro del debate el dominio sobre Chrome y el uso de los datos que sostienen la posición del gigante tecnológico.
Según informó el medio France 24, un juez federal en Washington rechazó el pasado martes 2 de setiembre la solicitud del gobierno estadounidense de obligar a Google a vender su navegador, pero ordenó que la compañía comparta parte de sus resultados e información clave con rivales.
La sentencia de 223 páginas, emitida por Amit Mehta, juez del Tribunal de Distrito de Columbia, representa uno de los fallos más relevantes en décadas contra prácticas monopólicas en el sector tecnológico, aunque no alcanza la magnitud de las sanciones exigidas por Washington.
El Gobierno estadounidense, primero bajo Joe Biden y luego con Donald Trump, había reclamado medidas radicales como la desinversión de Chrome, la prohibición de contratos exclusivos y límites a las inversiones de Google en inteligencia artificial.
Los fiscales alegaron que Chrome se transformó en una puerta de entrada esencial a internet y concentraba cerca de un tercio de las búsquedas en línea.
Mehta, sin embargo, calificó la venta forzada del navegador como “extremadamente complicada y arriesgada”, señalando que el gobierno había excedido sus atribuciones.
En su lugar, optó por remedios menos drásticos pero relevantes: Google deberá facilitar a competidores “cualificados” ciertos datos de indexación y fragmentos de interacción de usuarios, así como sindicar parte de sus resultados de búsqueda por un plazo de hasta cinco años.
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Un proceso iniciado en 2020
La resolución pone fin a un proceso que comenzó en 2020, cuando el Departamento de Justicia y una coalición de estados acusaron a Google de alcanzar más del 90% del mercado de búsquedas mediante contratos millonarios con fabricantes de dispositivos y navegadores.
De acuerdo con el periódico estadounidense The New York Times, documentos del juicio revelaron que, solo en 2021, la empresa pagó $26.300 millones para asegurarse de ser el buscador predeterminado en Safari (Apple), Firefox (Mozilla) y teléfonos Samsung, alimentando un ciclo que reforzaba su liderazgo algorítmico.
El fallo también restringe los pagos de Google a fabricantes y distribuidores, prohibiendo la exclusividad total. Esto significa que la compañía no podrá condicionar la instalación de su motor de búsqueda a la adopción de otros servicios propios, como aplicaciones de inteligencia artificial.
Sin embargo, el tribunal descartó una prohibición absoluta, al advertir que la eliminación de estos contratos provocaría daños significativos a socios comerciales y consumidores.

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Nuevo contexto marcado por la IA
La sentencia coincide con la irrupción de la inteligencia artificial generativa, que redefine el modelo de búsquedas. Herramientas como las de OpenAI, Anthropic y Perplexity compiten con el formato tradicional, mientras Google desarrolla respuestas con IA y un chatbot integrado en su página de resultados.
El propio Mehta reconoció que esta innovación “cambió el curso del caso”.
En Wall Street, la reacción fue inmediata: las acciones de Alphabet, matriz de Google, subieron más de 7% tras el anuncio, según France 24, y superaron un alza del 8% en operaciones posteriores al cierre, alcanzando los $229 por acción, de acuerdo con The New York Times.
El Departamento de Justicia, no obstante, advirtió que continuará evaluando nuevas medidas. Gail Slater, responsable de asuntos antimonopolio, señaló que la sentencia ayudará a restablecer la competencia, pero adelantó que “se considerarán los próximos pasos”.
Desde Google, sus ejecutivos celebraron que no se aprobara la venta de Chrome, aunque expresaron preocupación por el impacto de compartir datos en la privacidad de los usuarios.
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“La competencia es intensa y las personas pueden elegir fácilmente los servicios que desean”, afirmó Lee-Anne Mulholland, vicepresidenta de asuntos normativos, en declaraciones recogidas por The New York Times.
Rivales como DuckDuckGo han minimizado el alcance práctico de las concesiones impuestas, pero el fallo marca un precedente: es la primera sentencia de este tipo contra un gigante moderno de internet que llega a etapa final en los tribunales.
La decisión sienta bases para futuras batallas legales contra Amazon, Apple y Meta.
En palabras del juez Mehta, la tarea de los tribunales no es “mirar una bola de cristal”, sino calibrar con “humildad” medidas que corrijan excesos sin frenar la innovación.
Google tenía previsto apelar, y es probable que el caso permanezca estancado en los tribunales durante años.