
Santa Marta, Colombia. Los familiares de Alejandro Carranza afirman que salió de su casa en el Caribe colombiano para pescar en mar abierto. Días después de perder la comunicación, apareció muerto y señalado por Estados Unidos de transportar droga en una lancha.
En la ciudad de Santa Marta, en el norte de Colombia, sus allegados rechazan los señalamientos contra Carranza, de 40 años, a quien describen como un simple pescador.
Carranza murió durante uno de los ataques de Estados Unidos contra embarcaciones acusadas de transportar droga en el Caribe.
Para Katerine Hernández, su esposa, era un “muchacho de bien” y una “buena persona” que se dedicaba exclusivamente a la pesca.
En una entrevista con la AFP, la viuda asegura que su pareja no tenía relación con el narcotráfico y considera excesivo el bombardeo. “¿Por qué le fueron a arrebatar la vida así como se la arrebataron?”, se pregunta desde el barrio pobre en el que vivían.
“Ellos (los pescadores) tienen derecho a la vida”. “¿Por qué no lo cogieron preso?”, pregunta sin tener respuesta.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, defiende esa versión y asegura que Carranza era un “pescador” cuya embarcación sufrió un problema mecánico durante su recorrido. El mandatario izquierdista critica la presencia estadounidense ordenada por su par estadounidense, Donald Trump, en el Caribe, para combatir al narcotráfico.
“La lancha colombiana estaba a la deriva y con la señal de avería puesta al tener un motor arriba”, escribió el sábado el mandatario en la red X. “No tenía vínculos con el narco y su actividad diaria era pescar”, añadió.
Desde agosto, al menos siete embarcaciones que presuntamente transportaban drogas han sido atacadas con un saldo de al menos 32 muertos.
De acuerdo con medios de comunicación locales, Carranza tenía antecedentes por el robo de más de 200 armas de la fuerza pública en alianza con grupos criminales. Interrogada por la AFP, la fiscalía no confirmó ni negó esta información.
“No llamaba”
Antes de ir a pescar por última vez, Carranza le dijo a su padre, Alejandro Elías Carranza, que se dirigía a una zona donde “había buen pescado”.
Durante días perdió contacto con su hijo, hasta que se enteró del bombardeo por la televisión.
“Los días (...) pasaban y pasaban y no llamaba”, dice la esposa.
La familia asegura haber reconocido la embarcación de Carranza que estalló en llamas en los videos del ataque estadounidense difundido por medios internacionales con fecha del 15 de septiembre.
Petro denuncia una violación de Estados Unidos a la soberanía de aguas colombianas y calificó este hecho como un “asesinato”.
En una escalada de tensiones, Trump llamó a Petro “líder del narcotráfico” y puso fin a la ayuda económica a Colombia, uno de sus principales socios en Latinoamérica.
La flotilla estadounidense ha creado discordia con Venezuela, con temores de que el objetivo final sea derrocar al presidente Nicolás Maduro, quien según Washington lidera un cartel de drogas.
Petro se ha mostrado más cercano al mandatario venezolano que a Trump.
En mar abierto
Un colombiano y un ecuatoriano son los únicos dos sobrevivientes hasta el momento de los ataques de Estados Unidos en el Caribe.
El primero llegó repatriado el fin de semana a su país en estado grave y será “procesado” por la justicia como un “delincuente” que estaba traficando droga, según el gobierno. Mientras que el ecuatoriano fue dejado en libertad debido a que no tiene delitos en su país, de acuerdo con la fiscalía.
Los amigos de Carranza alegan que su actividad nada tenía que ver con el transporte de drogas.
César Mesa, un pescador que lo conoce desde niño, asegura que debió ir a mar abierto para pescar sierra, atún y pargo, que se encuentran en zonas del Caribe alejadas de la orilla, especialmente en esta época del año.
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Él siempre llegaba de vuelta a Santa Marta, “aseguraba la lancha y se iba para la casa. Nunca le conocí cosas malas”, recuerda.