
La imagen fue tan cinematográfica que parecía una escena de ficción: un montacargas extendido hasta una ventana del primer piso del Museo del Louvre y, en cuestión de minutos, un grupo de ladrones que desaparece con joyas napoleónicas de valor incalculable.
Lo que ocurrió después también tomó un rumbo poco convencional: la empresa fabricante del montacargas decidió utilizar el hecho como parte de una campaña publicitaria.
La compañía Böcker, con sede en Werne, Alemania, reconoció uno de sus equipos en las fotografías del robo difundidas por la agencia AFP. Según relató su director general, Alexander Böcker, el montacargas había sido vendido años atrás a un cliente en Francia que lo alquilaba para obras en París. Los ladrones, según reconstruyó la empresa, lo sustrajeron durante una demostración comercial, modificaron las placas y borraron el logotipo original.
Cuando confirmaron que nadie resultó herido, el equipo de Böcker optó por una decisión arriesgada: aprovechar el episodio como parte de una estrategia de comunicación. En sus redes sociales, publicaron la imagen del modelo Agilo junto a un eslogan breve y provocador: “Cuando hay que hacerlo rápido”.
El anuncio, acompañado de una descripción que resaltaba la capacidad del montacargas para “transportar hasta 400 kilos de tesoros a 42 metros por minuto, con un motor tan silencioso como un susurro”, acumuló miles de visualizaciones en pocas horas.
Böcker reconoció que la campaña se gestó en tiempo récord. El lunes siguiente al robo, el contenido ya estaba publicado. Empleados y socios alentaron la idea, mientras los mensajes se multiplicaban en redes.
Pero no todos lo entendieron así. En Francia, las reacciones fueron mucho más críticas. Algunos usuarios consideraron de mal gusto que una empresa extranjera se beneficiara de un robo que afectó el patrimonio cultural del país. Otros señalaron que el eslogan —“tan silencioso como un susurro”— trivializaba la acción criminal.
En respuesta, Alexander Böcker insistió en que el objetivo era mostrar la calidad técnica del producto desde otro ángulo, no celebrar el crimen. Subrayó a AFP: “por supuesto, este acto es absolutamente condenable”, pero reconoció que también quisieron “beneficiarse de la fama del museo más conocido y visitado del mundo para llamar la atención sobre nuestra empresa”.
