
Buenos Aires, Argentina. Un hospital público de Buenos Aires incorporó el tango como herramienta terapéutica para personas con Parkinson. La iniciativa se desarrolló durante 15 años y atendió a unos 200 pacientes con resultados positivos en movilidad, equilibrio y funciones cognitivas.
El programa se ejecutó en el hospital Ramos Mejía. El objetivo principal fue analizar el impacto de la danza en una enfermedad neurodegenerativa sin cura y ofrecer estrategias de rehabilitación complementarias al tratamiento farmacológico.
El equipo médico explicó que uno de los síntomas más frecuentes del Parkinson es la alteración en la marcha. El tango permite trabajar el inicio y la detención del paso. También refuerza la coordinación espacial y el control del movimiento.
La neuróloga Nélida Garretto señaló que la danza actúa como una caminata estructurada. El paciente aprende a desplazarse con referencias claras dentro del espacio. Esto resulta clave para enfrentar bloqueos motores frecuentes.
Los especialistas indicaron que varios pacientes lograron reducir episodios de congelamiento de la marcha. Según la neuróloga Tomoko Arakaki, algunos aplicaron figuras propias del tango para recuperar el movimiento cuando los pies no respondían.

El uso de la música también cumple una función terapéutica. Los médicos explicaron que el ritmo ayuda a resolver situaciones motoras complejas. El tango no sustituye los medicamentos. Funciona como apoyo para la rehabilitación motora.
El taller también aborda efectos no motores del Parkinson. La enfermedad suele provocar aislamiento social, depresión y retraimiento emocional. La dinámica grupal y el contacto físico contribuyen a reducir estos impactos.
Cada participante baila con una persona sin Parkinson. La actividad se realiza bajo la supervisión de danzaterapeutas y bailarines profesionales. Entre ellos figura Manuco Firmani, quien participa en el proyecto desde 2011.
Las sesiones se realizaron semanalmente en una sala del hospital. El programa concluyó en diciembre y se encuentra en proceso de reorganización para una nueva edición.
El neurólogo Sergio Rodríguez explicó que el equipo médico realiza evaluaciones anuales. Los estudios midieron mejoras en marcha, equilibrio, motricidad y funciones cognitivas en varios participantes.
Especialistas en danza detallaron que el tango exige interpretar señales, seguir un ritmo y desplazarse en una dirección específica. Estas tareas implican procesos simultáneos, un aspecto que suele verse afectado en el Parkinson.
Al finalizar cada clase, el ambiente refleja satisfacción general. El equipo terapéutico destacó que el impacto positivo se percibe tanto en el cuerpo como en el estado emocional de los pacientes.
