
Ginebra, Suiza. Representantes de casi 180 países iniciaron este martes en la sede de la ONU en Ginebra una ronda clave de negociaciones para redactar el primer tratado mundial legalmente vinculante contra la contaminación por plásticos, considerada una crisis global que amenaza la salud del planeta y de sus habitantes.
La sesión, conocida como INC-5.2, se extenderá durante diez días y representa un intento por retomar el proceso interrumpido en diciembre pasado en Busan, Corea del Sur, cuando un bloque de países productores de petróleo frenó los avances.
Durante la apertura oficial, el diplomático ecuatoriano Luis Vayas Valdivieso, quien preside los debates, instó a los Estados a asumir su responsabilidad frente a una “crisis mundial” que daña los ecosistemas, contamina ríos y océanos, amenaza la biodiversidad y afecta de forma desproporcionada a las poblaciones más vulnerables.
El objetivo es establecer normas que limiten la producción de plásticos, regulen el uso de sustancias químicas peligrosas y promuevan soluciones como la reutilización, el reciclaje y la gestión eficiente de residuos.
La directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, organizadora de la cumbre, admitió que las negociaciones serán complejas, pero aseguró que hay voluntad política para alcanzar un acuerdo. “¿Es complejo? Sí. ¿Hay un camino para llegar a un tratado? Absolutamente”, afirmó.
Como gesto simbólico, frente a la sede de la ONU fue instalada una escultura llamada “La carga del pensador”, una reinterpretación de la famosa obra de Rodin sumergida en plástico, creada por el artista canadiense Benjamin Von Wong.
La pieza busca recordar el impacto del plástico en la salud humana.
Amenaza creciente y costosa
La presión de la sociedad civil y de la comunidad científica es cada vez mayor.
Un informe publicado esta semana por la revista médica The Lancet advierte que los residuos plásticos representan un “peligro grave, creciente y subestimado” para la salud global, con un costo económico estimado de al menos $1,5 billones anuales.
“El impacto más fuerte lo reciben los niños y las personas en condición de vulnerabilidad”, subrayó Philip Landrigan, investigador del Boston College.
No obstante, desde el sector industrial también se hacen oír voces en defensa del plástico.
El portavoz del Consejo Americano de la Industria Química, Matthew Kastner, argumentó que el material es “vital para la salud pública”, especialmente por su uso en equipos médicos estériles y envases que garantizan la higiene y seguridad alimentaria.
Esa visión es cuestionada por organizaciones como Greenpeace, cuyo representante Graham Forbes fue enfático: “Nuestra prioridad es dejar de fabricar tanto plástico para detener la crisis”.
Seema Prabhu, de la ONG suiza Trash Hero World, pidió una “transición justa” que sustituya empleos en la industria petroquímica por oportunidades en recolección, reciclaje y reutilización.