
La Paz. Bolivia afrontará este domingo una de las elecciones más decisivas de su historia reciente: un balotaje entre dos candidatos de derecha, que pondrá fin a dos décadas de gobiernos de izquierda y marcará el rumbo de un país sumido en una profunda crisis económica.
Los aspirantes son Jorge Quiroga, expresidente liberal de 65 años, y Rodrigo Paz, economista de 58 años e hijo del exmandatario Jaime Paz Zamora.
Ambos disputarán la presidencia en medio de una situación que el propio Banco Mundial califica como recesión, con una inflación interanual superior al 23%, escasez de combustibles y reservas internacionales casi agotadas.
El Movimiento Al Socialismo (MAS), que lideró Evo Morales y luego su sucesor Luis Arce, fue sepultado en la primera vuelta, cerrando así el ciclo político que comenzó en 2006 con la nacionalización del gas y que terminó con una economía debilitada y sin divisas.
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Hoy, las largas filas frente a gasolineras y centros de abasto de alimentos subsidiados son parte del paisaje cotidiano de un país que enfrenta su peor crisis en cuatro décadas.
“Hay una desesperación, la mayoría de la gente vive del día a día (...). Acá no nos va a ir nada bien”, lamenta Pamela Roque, instrumentadora quirúrgica de 29 años que considera emigrar por falta de empleo.
Según una encuesta de Ipsos-Ciesmori, Quiroga encabeza la intención de voto con 44,9%, frente al 36,5% de Paz. Ambos han suavizado sus programas económicos para evitar hablar de un “shock” que podría desatar protestas.

Quiroga propone inyectar $12.000 millones mediante préstamos de organismos multilaterales para reactivar el flujo de divisas:
“Los dólares, los ‘washingtones’, vienen de afuera. Si no se hace eso, no hay solución”, afirmó.
Paz, por su parte, defiende una línea más conservadora: ordenar primero las cuentas del Estado antes de recurrir a deuda externa, que hoy equivale al 30% del PIB.
“El problema es pedir crédito sin ordenar la casa (...). Otro está yendo a extender la mano, a ver que le llegue la plata en condiciones muy duras”, señaló.
Ambos coinciden en mantener los subsidios a los combustibles sólo para el transporte público y los sectores vulnerables, así como los bonos sociales creados durante los gobiernos del MAS.
Sin embargo, la politóloga Ana Lucía Velasco advierte que “si no dan soluciones rápidas, el costo social y el riesgo de protestas serán altos”.
La sombra de Evo Morales
El Congreso resultante del 20 de octubre tendrá mayoría relativa del Partido Demócrata Cristiano (PDC) de Paz, seguido por Alianza Libre, de Quiroga. Pero ninguno alcanzará mayoría absoluta, lo que anticipa una etapa de tensiones políticas.
Mientras tanto, Evo Morales, fuera de la contienda por un fallo constitucional y con una orden de detención en su contra por presunto abuso de una menor, sigue influyendo en la política nacional. El exmandatario llamó al voto nulo en la primera vuelta y desafió:
“A ver si esa derecha, que si gana, aguanta.”
Una parte de la población indígena, históricamente representada por el MAS, podría quedar sin identificación política clara en este nuevo escenario.
“La gente aceptaría un gobierno de derecha si logra estabilizar la economía, pero si da cabida a discursos racistas, no se lo van a perdonar”, advirtió Velasco.
Con una economía en rojo y la herencia de 20 años de bonanza evaporada, Bolivia se prepara para votar entre dos propuestas de derecha que prometen orden y reactivación, pero enfrentan el desafío de cumplir promesas que muchos consideran “muy difíciles de realizar o quizás imposibles”.