La Comisión Nacional de Emergencias(CNE) declaró alerta roja sobre el Parque Nacional Volcán Poás. Además, giró avisos de precaución sobre siete cantones colindantes en la zona de Occidente: alerta naranja para Grecia y Sarchí; y alerta amarilla para Río Cuarto, Zarcero, Naranjo, Poás y Alajuela.
Esta decisión coincide con un aumento en la intensidad de las erupciones del coloso, las cuales persisten desde hace ya varios meses, pero han subido de tono en los últimos días.
Solo en dos días, el 21 y 23 de abril, las plumas de cenizas y de otros materiales volcánicos expulsados por el macizo superaron los 3,5 kilómetros por encima del cráter; y la de este lunes incluso superó los 4,5 kilómetros, lo cual permitió que muchos lográramos observarla desde distintos puntos de la Gran Área Metropolitana (GAM).
Solo para poner en contexto la magnitud de esa pluma, basta con recordar que el Poás tiene una altitud de 2.687 metros sobre el nivel del mar. En otras palabras, la pluma de la erupción de este lunes superó en más de 1.300 metros la propia dimensión del volcán.
Ahora bien, ¿qué está pasando realmente con el Poás?, ¿significa esta “alerta roja” que debemos prepararnos para lo peor?
Buscamos responderle cinco preguntas clave que podría tener al respecto.

¿Qué está pasando con el Poás?
Para empezar, debemos de recordar que el Poás es un volcán activo y que, por lo tanto, es normal que enfrente ciclos eruptivos regularmente.
En esta ocasión, el macizo está en un ciclo de “erupciones freatomagmáticas casi continuas”. Esas fueron las palabras utilizadas por el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) de la Universidad Nacional (UNA).
Pero, ¿qué es una “erupción freatomagmática”?
— La respuesta es sencilla. Se trata de erupciones que se producen cuando hay magma en el cono volcánico, que trata de desplazarse a la superficie, pero se “topa” con canales volcánicos obstruidos.
Esto genera una combinación de materiales magmáticos y no magmáticos, los cuales son expulsados de forma más o menos violenta, según describió el geoquímico Joost Maarten de Moor, del Ovsicori.
“Las erupciones freatomagmáticas son erupciones en las que hay magma involucrado, pero no es el componente principal de los productos eruptivos”, detalló el especialista.
El magma se manifiesta en productos como lava, cenizas, rocas u otros componentes calientes; mientras que los no magmáticos corresponden a material viejo que se aloja en los conductos del volcán y a químicos que salen de su sistema hidrotermal.
Según los análisis de la composición de la ceniza que hace actualmente el Ovsicori, entre un 10% y un 20% de ella es de origen magmático, pero el resto proviene de materia vieja y del sistema hidrotermal, según explicó de Moor.
¿Qué significa la alerta roja?
Ahora bien. ¿Cómo encaja la “alerta roja” de la CNE en este panorama?
Walter Fonseca, director de Gestión del Riesgo, explicó que la alerta roja se emite con base en la actividad que ya presenta el volcán.
Es decir, no se trata de un pronóstico sobre una gran erupción inminente, sino de una señal de precaución ante lo que ya está ocurriendo y lo que no se conoce, pero podría ocurrir más adelante.
El funcionario señaló que las erupciones del volcán ya “han provocado un aporte muy significativo de cenizas y gases”, los cuales ya abundan en el aire y en algunos de los ríos cercanos al Poás y son nocivos en la salud de personas y animales.
En ese sentido, la Comisión llama a protegerse por medio del uso de mascarillas y evitando la exposición voluntaria a las cenizas y los gases.
Además, por supuesto, recuerda a la población la urgencia de mantenerse informada.
¿Hay que esperar algo más grande?
El volcán Poás muestra, hasta el día de hoy, una curva ascendente en su actividad. Por ejemplo, las dos mayores erupciones del macizo se registraron esta semana.
En ese sentido, de Moor explicó que las erupciones freatomagmáticas (como las actuales) pueden ser “muy explosivas”, más allá de si el magma termina llegando o no a la superficie.
“El magma no tiene un camino abierto y ese camino está lleno de rocas, de minerales y de agua”, explicó. “Tiene que quitar todo eso para subir”, explicó.
Ya en 2017, en el último gran ciclo eruptivo del Poás antes del actual, el coloso expulsó rocas hasta tres kilómetros por fuera del cráter, sin ocasionar daños a personas o viviendas; aunque las plumas de cenizas y gases fueron menores.
Ese es otro punto que justifica la “alerta roja” emitida por la CNE este jueves.
Las inyecciones de magma ocurren en todos los volcanes activos y, por eso, también se han registrado erupciones en muchos otros volcanes de Costa Rica; sin embargo, el geoquímico del Ovsicori recordó que cada coloso es totalmente distinto y que por eso no es correcto comparar sus actividades o buscar formas de equipararlas.
Incluso puede ser inexacto comparar la actividad actual de un mismo volcán con su actividad del pasado, agregó.
Pero, ¿podría ocurrir una erupción magmática?
Una erupción puramente magmática por parte del volcán Poás sí es posible.
De Moor explicó que es difícil detectar con máxima precisión cuándo hay pozos de magma, pero indicó que ya el Ovsicori ya ha registrado indicios importantes al respecto.
Por ejemplo, los mecanismos de medición geográfica han identificado cierta “inflación del edificio volcánico” y las mediciones de gas han mostrado altos niveles de algunos componentes como dióxido de azufre, que “es un gas magmático” e “indica que hay magma en el sistema”.
Cuánto más magma ingrese en el sistema del volcán es la gran incógnita que tiñe de incertidumbre cualquier proyección.
La situación la resumió en pocas palabras el vulcanólogo del Ovsicori, Geoffroy Avard, desde inicios de mes, en una conferencia de prensa organizada por la UNA.
“Lo que sabemos es que esta erupción va a seguir porque todavía hay un aporte de fuente magmática debajo del volcán. Lo que no sabemos es cuánto va a durar esta erupción, o si el magma podría llegar a la superficie o no”, comentó.
“Está la posibilidad de que el magma se quede ahí, enfriándose, desgasificándose, sin salir del volcán; pero también existe la posibilidad de que un volumen o una porción encuentre la salida y salga”, declaró.
Más allá de esa probabilidad, los científicos recuerdan que no todas las erupciones magmáticas tienen por qué ser “caóticas” o “peligrosas” para el grueso de la población. Si bien la salida de lava puede ocurrir de forma explosiva, también puede que el magma se exponga solo a nivel de cráter o que su flujo de lava sea muy pequeño.
Un antecedente histórico: el volcán Poás ya expulsó lava en 1953; sin embargo, este proceso se redujo al cráter principal. Como resultado, se había formado un domo que creció con el paso del tiempo y se destruyó en 2017, con la actividad eruptiva de ese periodo.

¿Se puede pronosticar una eventual gran erupción?
Es imposible pronosticar de forma exacta el momento o la potencia de una erupción.
Sin embargo, el Ovsicori monitorea cinco factores claves para determinar cuándo hay mayores o menores niveles de riesgo.
Los factores bajo análisis son los siguientes:
— Los registros visuales (por medio de cámaras especiales), los cuales permiten observar el estado actual de la actividad volcánica, su tendencia y las características de los materiales que son expulsados.
— Los medidores de gas, que permiten revisar la presencia de menores o mayores cantidades de gases magmáticos como el dióxido de azufre.
— Las estaciones de geolocalizadores de alta precisión, las cuales permiten medir si hay procesos de inflación o deformaciones del edificio volcánico.
— La composición de la ceniza, que permite determinar los niveles de material magmático en ese material expulsado.
— Los registros de sismicidad, que permiten analizar posibles movimientos cerca del coloso.
Ninguno de estos mecanismos permiten saber a ciencia cierta cuándo podría ocurrir una gran erupción; sin embargo, sí registran señales de aumento o decrecimiento de la actividad volcánica y de la presencia de magma.
Por ejemplo, el Ovsicori ya había advertido desde el 4 de abril anterior que las erupciones podían aumentar en cantidad e intensidad, luego de confirmar una tendencia al alza en la actividad volcánica durante los últimos tres o cuatro meses.
Más allá de eso, De Moor subrayó que las erupciones freatomagmáticas como las actuales son de las “más explosivas” y “difíciles de pronosticar”.