El temor de que la economía de Estados Unidos se encamine hacia una recesión ha aumentado en las últimas semanas.
A las previsiones negativas de los economistas se sumó un dato un puntual a finales de abril: la producción estadounidense se contrajo un 0,3% interanual al cierre del primer trimestre de este 2025, lo cual acentúa los malos augurios.
Esta contracción coincide con la guerra arancelaria que impulsa el presidente Donald Trump, la cual inyecta dosis de desconfianza e incertidumbre difíciles de manejar para la economía estadounidense y del resto del mundo.
¿Cuán probable es una recesión en Estados Unidos y por qué el hecho de que finalmente ocurra o no le importa al resto del planeta? Esta es una explicación “de bolsillo”.
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Una nota técnica antes de empezar: Antes de hablar de una posible recesión, vale la pena repasar qué significa ese término. Las recesiones son períodos en los que la actividad económica se contrae, en los que aumenta el desempleo y en los que decaen la inversión y el consumo. En términos numéricos, específicamente, se dice que hay una recesión cuando el Producto Interno Bruto (PIB) de una economía decrece, por lo menos, en dos trimestres consecutivos.
¿Cuán probable es una recesión en Estados Unidos?
Según varios actores clave de la economía norteamericana, la probabilidad es alta.
Solo por citar algunas de esas opiniones:
— JPMorgan Chase estima en un 60% la probabilidad de recesión este mismo año; mientras que Goldman Sachs es un poco menos pesimista y la calcula en un 45%.
Estas previsiones también son respaldadas por algunos de los principales consultores económicos.
Mark Zandi, economista en jefe de Moody’s, coincide con la previsión de un 60% y recientemente escribió que, aunque la economía aún “no está en recesión”, ya parece estar “al borde del precipicio”. Esas fueron sus palabras textuales.
Incluso hay quienes temen una recesión mundial. Una encuesta de Reuters a 167 economistas de 50 países reveló que hasta un 60% percibe un riesgo “alto” o “muy alto” de que eso ocurra.
Por otro lado, hay voces más moderadas. Bank of America no considera que una recesión sea el escenario más probable y su director ejecutivo, Brian Moynihan, dijo pensar que, de concretarse, sería “muy leve”.
El jefe de la Reserva Federal (el banco central estadounidense), Jerome Powell, se refirió este 7 de mayo ante la prensa sobre los temores de recesión en el ambiente y aludió a la incertidumbre que persiste en la materia.
“No publicamos un pronóstico que evalúe qué tan probable es una recesión”, dijo, aunque indicó que parece inevitable que haya “un aumento del riesgo de una mayor inflación y del desempleo”.
Una detalle importante: En cualquier caso, hablamos de pronósticos, no de realidades definidas. Todas estas entidades se basan en estadísticas y estimaciones propias, pero nadie puede predecir a ciencia cierta un fenómeno de la magnitud de una recesión hasta que es realmente inminente.
Pero entonces, ¿qué certezas nos quedan?
Más allá de si la recesión se concreta o no, la sola incertidumbre ya es una gran señal de debilidad para la economía estadounidense y del resto del mundo.
Desde inicios de abril, el presidente de la Reserva Federal, advirtió de que la nueva política económica y comercial estadounidense derivaría en “una mayor inflación y un crecimiento más lento”; y esa sola previsión ya resulta sombría.
De momento, sin embargo, las entidades internacionales solo esperan que la economía estadounidense continúe creciendo, pero a un ritmo mucho más lento.
En términos simples: una política de barreras e impuestos comerciales, como la que impulsa Trump, tiende a generar precios más altos y menos inversión, aunque no sepamos aún hasta qué punto.
Por ahora, el Fondo Monetario Internacional recortó su previsión de crecimiento para Estados Unidos: pasó de 2,7% a inicios del año a 1,8% en abril.
Esto, a su vez, arrastró las expectativas de crecimiento globales de un 3,3% a un 2,8%.
Y aunque el FMI todavía no proyecta una recesión mundial, reconoce una probabilidad del 30% (baja en términos generales, pero alta en comparación con momentos “normales”).
¿Y por qué todo esto debería de importarnos en Costa Rica?
Daniel Ortiz, director de Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa), cree que “una recesión prolongada en Estados Unidos todavía no pareciera ser el escenario principal”; sin embargo, sí anticipa “un año de menor crecimiento, donde la inflación no descenderá tanto como se había previsto y como consecuencia el mundo crecerá más despacio”.
Esa combinación de factores, añade, tendría “impactos directos e indirectos en la economía costarricense”.
Basta con ver analizar cuán conectada está nuestra economía con Estados Unidos:
— El 47% de las exportaciones de bienes y el 60% de las exportaciones de servicios costarricenses se dirigen hacia los Estados Unidos.
—Más del 70% de la Inversión Extranjera Directa (IED) que llega al país proviene de la potencia norteamericana.
— Y hasta un 60% de los turistas que ingresan a Costa Rica por la vía aérea lo hacen desde suelo estadounidense.
Todos estos son sectores que se verían afectados si la economía estadounidense entra en recesión o, como poco, pierde dinamismo.
Solo en materia turística, por ejemplo, el ingreso de ciudadanos estadounidenses por la vía aérea cayó un 7,3% en febrero y un 0,9% en marzo, los últimos dos registros disponibles.
En resumen: Si la economía estadounidense retrocede, lo más probable es que también retroceda su influencia en Costa Rica y otros socios comerciales.
A esto se suman riesgos inflacionarios asociados a los planes de Trump, que incluyen más impuestos a las importaciones y un impulso para que las empresas regresen a operar dentro del país. Estos son factores que, junto con un eventual freno propio de la economía norteamericana, podrían desalentar aún más la inversión fuera del territorio estadounidense y elevar los precios internacionales.
Según Ortiz, “el entorno de alta incertidumbre” explica gran parte de la debilidad económica actual y nos lleva a esperar un 2025 distinto de 2023 o 2024.
“Todo indica que el 2025 será un año distinto a lo que vimos en 2023 y 2024, particularmente en en términos de crecimiento del PIB, de las exportaciones, inversión extranjera directa y algo de turismo”, apuntó. Aunque, aclaró, en el último caso también influye la apreciación del tipo de cambio.
