
Un país de Centroamérica —sin incluir a Nicaragua por su contexto sociopolítico— empieza a sonar entre analistas y diplomáticos como el nuevo aliado de Estados Unidos que podría competir con la cercanía histórica que ha mantenido Costa Rica con el país norteamericano.
Frente a los efectos adversos de la política comercial estadounidense para Costa Rica —que tiene a EE. UU. como principal destino de exportaciones y fuente de inversión extranjera—, los analistas destacan el acercamiento directo y mediático entre el presidente Donald Trump y el presidente salvadoreño Nayib Bukele.
En abril pasado, Bukele publicó en sus redes sociales videos de hombres encadenados deportados desde Estados Unidos, lo que generó una rápida reacción de Trump, quien felicitó públicamente a su homólogo centroamericano.
“Agradecido por sus palabras, presidente Trump. ¡Adelante juntos!”,respondió Bukele, en un gesto que dejó clara la sintonía política y discursiva entre ambos.
Ese mismo mes, Bukele visitó la Casa Blanca. Y más adelante, en agosto, Trump respaldó la reelección indefinida que el salvadoreño promovió por medio de una reforma constitucional aprobada a finales de julio. Así de estrecha y visible se volvió la relación entre ambos mandatarios.
El excanciller Manuel González Sanz ve a El Salvador como “un nuevo actor con mucha cercanía con Estados Unidos”, aunque aclara que eso no implica que Costa Rica pierda su posición privilegiada.
“Pero es una relación en la que nos dejemos ver, no en la que nos escondamos hasta que nos vengan a llamar. (Tenemos que) explicar nuestros problemas, qué pensamos, cómo lo ejecutamos y lo que decidimos lo cumplimos. En estos momentos es importante mantener la credibilidad y siempre lo ha sido”, apuntó González.
Según el exjerarca, la clave está en la presencia y la coherencia diplomática, en seguir manteniendo vínculos fluidos con la Casa Blanca y el Congreso estadounidense, sin dar por sentada la buena reputación del país.
El politólogo Juan Carlos Pérez Herra coincide en que la proyección internacional de Bukele y su afinidad política con Trump le han dado al mandatario salvadoreño un espacio que opaca la primacía tradicional que por décadas tuvo Costa Rica.
“La proyección internacional de Nayib Bukele en El Salvador, y sus estrechos lazos con el presidente Trump, especialmente por afinidad política, han opacado la tradicional primacía que durante muchos años favoreció a Costa Rica”, explicó Pérez Herra.
Para el experto, la diplomacia transaccional de Trump hace que países como El Salvador ganen protagonismo momentáneo.
El exministro de Hacienda, Elian Villegas, considera que ningún país de la región puede igualar el nivel democrático e institucional de Costa Rica, lo que la sigue diferenciando ante Washington.
“Aquí (Costa Rica) estamos hablando que hay una democracia consolidada, fuerte, y en este momento seguimos siendo, desgraciadamente, un barco que camina solo en la región, pues en algunos países el totalitarismo está ganando fuerza”, señaló Villegas.
El exjerarca también criticó la postura salvadoreña: “El Salvador ha hecho una separación dañina entre la economía y la democracia. Eso es fundamental para la calidad de vida, por eso está muy lejos de seguir en la fila (tras Costa Rica)”.