La política comercial de Estados Unidos hacia el mundo tiene un nuevo capítulo este 7 de agosto, al reanudarse la vigencia de los aranceles recíprocos impuestos por Donald Trump para decenas de países con nuevas tarifas anunciadas la noche este 31 de julio.
En abril pasado se dio un primer anuncio de tasas, pero todo cambió a última hora. A Costa Rica, el arancel le subirá del 10% al 15%.
La pausa de más de 100 días, contados desde el 9 de abril, forma parte de la estrategia del gobierno norteamericano en la búsqueda de acuerdos que garanticen beneficios económicos a Estados Unidos. Costa Rica quedó fuera de la prórroga y desde el 5 de abril pasado tiene impuesta una tarifa arancelaria del 10% a las exportaciones.
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La Nación conversó con Roberto Artavia, doctor en Economía por la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard y presidente de Artavia Consultoría, sobre el contexto global y los potenciales efectos de la política arancelaria de la administración Trump en Costa Rica. También es presidente del Consejo Directivo de Incae Business School.
Cuenta con un máster en Administración de Negocios (MBA) de Incae Business School y es ingeniero Mecánico Naval de United States Merchant Marine Academy, Kings Point.
A continuación un extracto de la entrevista con Artavia quien conversó con La Nación antes del aumento en la tarifa para Costa Rica.

— ¿Cómo afecta a Costa Rica la imposición de la tarifa arancelaria de la Administración Trump?
— En este momento es un peso más sobre una posición competitiva que ya enfrenta costos de mano de obra altos, un tipo de cambio sobrevaluado, y muchos otros costos —energía, logística, etc.— que al tipo de cambio actual nos hace difícil competir en mercados de exportación y por la atracción de inversión extranjera.
— ¿Qué resultados se puede esperar de las negociaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Costa Rica en torno a este arancel?
— Imagino que se llegará a algún acuerdo en que algunos aranceles se mantendrán y otros se eliminarán, como parece ser el patrón en todas estas negociaciones con el actual gobierno de Estados Unidos.
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“Obviamente, las relaciones de amistad y el DR-Cafta (Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos) se mantienen vigentes, por lo que no esperaría que nos traten mal. En todo caso, ya estamos en dificultades por lo apuntado anteriormente”.
— ¿Cuál es el rol del DR-Cafta en este contexto? ¿La administración Trump lo hizo de un lado al establecer el arancel recíproco?
— DR-Cafta sigue vigente en primer lugar porque es un acuerdo de siete partes (países), no de 2. En segundo lugar, los aranceles ponen algunos temas sobre la mesa, pero ni de lejos incluyen todos los puntos que regulan mucho más que el componente arancelario.
“No olvidemos, por ejemplo, compromisos de apertura de mercados y protección de inversiones, ni el hecho de que sin DR-Cafta no tendríamos apertura en telecomunicaciones, ni en seguros, para mencionar solo un par de temas”.
— ¿Es la imposición de aranceles la herramienta de la administración Trump para garantizar sus objetivos políticos?
— Claramente, en el contexto de sus relaciones internacionales son una herramienta que usan agresivamente, pero tienen muchos otros objetivos locales en los que el comercio no pesa.
“No es un gobierno unidimensional y, como tal, tiene muchas otras herramientas, incluyendo un manejo constante de su narrativa y cambios en políticas en los temas de su interés, como por ejemplo inmigrantes y energía, en los que el comercio es secundario para ellos”.
— ¿Considera que los exportadores costarricenses están preparados para sortear la imposición de aranceles en Estados Unidos?
— Creo que tenemos problemas mucho más graves que los aranceles, aun así, no se equiparan los nuestros con los de México. El tipo de cambio, la intermediación financiera, las deficiencias logísticas del transporte terrestre y en los puertos, la reducción de la inversión en educación —entre otros- pesan mucho más que los aranceles en restarnos competitividad.
— En orden de relevancia, ¿cuáles son los factores que debe mejorar o resolver Costa Rica para fortalecer su competitividad en el mercado externo y en la atracción de inversión extranjera?
— Lo más importante en competitividad siempre es el crecimiento de la productividad y eso es lo que ha hecho de Costa rica un país competitivo. Pero cuando se cambian los precios de esa productividad en 30% por una revaluación que en buena parte es sobrevaluación del colón, entonces es muy difícil competir.
“Todos los precios locales —empleo, cargas sociales, energía, transporte y costos indirectos— de las empresas de zona franca, exportación y turismo se han incrementado sin que haya un crecimiento proporcional en productividad o ingresos.
“Esto nos resta competitividad rápidamente y ya lo empezamos a sentir en la desaceleración de la inversión extranjera y del turismo, y en la salida de algunas empresas de zona franca.
“A largo plazo, la reducción del presupuesto en educación es terrible. ¿Cómo competir en la era de la innovación, la tecnología y el conocimiento con gente menos educada y preparada?
— Dispositivos médicos, piña, banano, café. Los principales rubros que Costa Rica exporta hacia Estados Unidos. Ganan o pierden con la tarifa arancelaria.
— Depende del acuerdo final, pero en general ya estamos perdiendo por los altos costos relativos y el mal retorno en colones.
“Ciertamente, si les aplican la tarifa al final de lo que se negocie será otro clavo en la tapa del barril, pero el eventual arancel no explica por si solo la pérdida de competitividad. Ya teníamos los salarios mínimos más altos de la región y cargas sociales altas. Con el tipo de cambio actual, lo intensivo en mano de obra ciertamente no será competitivo”.
— ¿Cuál es el efecto global de esta tendencia arancelaria que lidera Trump?
— Primero hay que ver que el comercio global desde hace más de una década dejó de crecer como porcentaje del PIB global.
“Claro que China y otras naciones asiáticas han seguido enfocadas en el comercio internacional como motor de crecimiento y naciones pequeñas como las nuestra necesitan exportar y comerciar para su dinámica económica, pero Estados Unidos, la Unión Europea, y el mundo como un todo ya no tiene en el comercio su principal motor de crecimiento.
“La Administración Trump lo que ha hecho es consolidar esa tendencia que ya venía desde hace años, pero lo ha hecho en una forma mediática y agresiva en negociación que la hace sentir más pesada de lo que es”.
— ¿La administración Trump no calculó el efecto de los aranceles en el consumidor estadounidense?
— Imagino que no específicamente, porque como es una negociación en marcha con muchos frentes y miles de productos con aranceles diferentes, es casi imposible calcular el efecto concreto.
“Sí he visto análisis que indican que los aranceles impactan más fuertemente a la población en los deciles de ingreso 1 a 4 de ese país (población más vulnerable) que a los deciles 7-10, lo cual es claramente regresivo, cuando menos en el corto plazo”.