Las operaciones crediticias en dólares para compra de casa, vehículo y consumo perdieron impulso, en los últimos tres años, después de reportar una tendencia de ascenso sostenido durante casi una década. En contraste, los préstamos en moneda extranjera dirigidos al sector empresarial, desde grandes empresas hasta mipymes, ganan relevancia en el sistema financiero nacional.
Así se desprende de la información de cantidad de préstamos en moneda extranjera otorgados por las instituciones financieras desde abril del 2010 y hasta el mismo mes de este 2022, según los datos brindados a La Nación por la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef).
Los datos de la entidad fiscalizadora muestran que la formalización en la cantidad de operaciones para compra de vivienda y automóvil inició el ascenso a partir del 2011, y continuó en aceleración hasta el 2018. A partir de ese año, redujo la tasa de crecimiento. Esta situación ocurrió por la combinación de factores económicos y por cambios normativos promovidos por las entidades reguladoras y supervisoras del sistema financiero.
En las condiciones de mercado, el incremento en el tipo de cambio fue una de las razones que alejó a los deudores del financiamiento en moneda extranjera. Del lado reglamentario, la exigencia de mayores requisitos a los deudores, como las pruebas de estrés; y la entrada en vigencia de la “ley de usura” provocó la exclusión de clientes.
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“Los elementos mínimos para el otorgamiento, calificación, estimación y seguimiento de los créditos en moneda extranjera; en este acuerdo además, se establece clasificar a los deudores en moneda extranjera en generador o no generador e incorpora un requerimiento de valorar estos créditos bajo escenarios de estrés de capacidad de pago de sus deudores”, explicó Rocío Aguilar, jerarca de la Sugef.
La funcionaria recalcó que cada entidad es la que fija sus parámetros crediticios. Sin embargo, la entidad supervisora ha establecido parámetros para reducir los riesgos en la banca.
“Se ha generado normativa que tutele ese mayor riesgo en los balances, por ejemplo estimaciones a no generadores, mayor ponderación a los activos ponderados por riesgo y análisis de estrés para la calificación de los deudores”, subrayó la funcionaria.
Mariela Alvarado, directora regional de Productos Retail de Scotiabank, comentó que cuando dan préstamos en dólares, a deudores con ingresos en colones, los requisitos se elevan.
“A un plazo mayor de los créditos, aumenta el riesgo de mercado, ya que la probabilidad de que cambien las condiciones a futuro es mucho mayor. Por lo que es importante, cuando se toman créditos de plazos largos como hipotecas, poder evaluar escenarios de estrés como subida de tasas de interés referenciales y tipo de cambio si se toma en dólares el crédito”, comentó la vocera bancaria.
La excepción en la evolución del crédito en dólares fue el dirigido al sector empresarial, pues la cantidad de operaciones no ha disminuido en los últimos 12 años. A abril anterior, se reportaban casi 24.000 préstamos que representaban el 36%, de los $13.300 millones financiados por la banca.
Para Federico Chavarría, subgerente de Negocios de Banco Promérica, consideró que lo principal para todo deudor es el análisis de la capacidad de pago de cada cliente y en si está o no sobreendeudado para asumir esas variaciones cambiarias.
“Los deudores de largo plazo, diluyen su cuota en muchos años, mientras que los de corto plazo amortizan muy rápidamente, por lo que la clave está en concientizar sobre su flujo de caja mensual, evitar el sobreendeudamiento y tener ese espacio en el flujo que permita absorber las variaciones”, afirmó Chavarría.