
Esta experiencia comienza con el olor de los recuerdos, una referencia con la que muchas personas traen a la memoria vivencias por medio de un aroma. Así empieza Thamara Picado Espinoza a explicar la pasión que la llevó a fundar su emprendimiento, especializado en perfumes exclusivos y personalizados que ella misma elabora.
De 33 años, Thamara es ingeniera química de la Universidad de Costa Rica (UCR). Este año decidió colgar el gafete del mundo corporativo para cumplir un sueño que traía entre ceja y ceja desde los 15: ser perfumista profesional.
Su nariz se entrenó desde niña de la forma más auténtica: entre las matas de flores que sus tías le daban a oler. Esa conexión familiar con los olores fue la semilla de lo que hoy es Shanna, el primer atelier de perfumería de autor en Costa Rica.
Creció en una familia muy particular donde sus tías eran auténticas “cazadoras de olores”. “Cualquier día, mi tía me enviaba paquetitos con ramas y flores para que viera a qué olían”, recuerda Thamara.
Esa sensibilidad la llevó a estudiar Ingeniería Química, con la meta clara de convertirse en perfumista algún día. Tras especializarse en lugares como Grasse, Francia (la cuna de la perfumería mundial), Thamara decidió que era hora de hacer su sueño realidad.
Cuenta que el empujón final le llegó trabajando en una empresa de alimentos. Mientras evaluaba olores en un panel sensorial, se dio cuenta de que su pasión era demasiado grande para quedarse en esta especialización. “Me pregunté: ¿por qué no me dedico 100% a esto?”, recuerda.
Así nació Shanna a principios de 2024, un emprendimiento que es puro corazón y técnica. Pero la decisión la tomó en 2023.
El nombre tiene un significado especial: en hebreo es “Lirio” y también “Dios es misericordioso”. Aunque Thamara confiesa, entre risas, que originalmente quería ponerle así a su hija, que nació en febrero, pero el nombre terminó siendo para su otro “bebé”: su empresa.
También hace referencia a un pasaje bíblico sobre la mujer que quiebra un perfume de nardo puro a los pies de Jesús. Es por esto que, aunque su nombre significa lirio, el logo de la marca es una tuberosa (nardo), una flor de la que sí se puede extraer esencia pura, a diferencia del lirio de los valles.
Su esposo, Erick Quirós, ingeniero industrial, es uno de sus principales apoyos, junto a sus padres que son académicos de profesión, su hermano menor, también ingeniero, que la acompañan en el día a día tras bastidores.
En la actividad profesional trabaja sola, una labor que se acompaña de largas jornadas, intensas pero satisfactorias, asegura. El balance lo logra en su tiempo familiar donde también está el juguetón Misha, la mascota peludita.
Perfumes con nombre y apellido
El proceso de la creación del perfume es 100% personalizado. Para ello, la persona interesada comparte sus preferencias y ella va entretejiendo su conocimiento con sus habilidades para ofrecer la alternativa que será el aroma exclusivo de ese cliente.
Thamara trabaja con más de 500 materias primas importadas de varios países para crear aromas que cuenten la historia de quien los usa.
“Es como ir a un sastre para hacerse un traje a la medida, pero en este caso hablamos de perfume”, explica.
En el proceso no existen bases pre-mezcladas; cada aroma es una composición original.
Los perfumes los elabora en su laboratorio que está aprobado por el Colegio de Farmacéuticos, garantizando estándares de calidad de nivel internacional.
Thamara comenta que aunque empezó con una clientela mayoritariamente femenina, este año la cantidad de hombres que buscan su fragancia exclusiva ha crecido significativamente.
Los perfumes son entregados con etiquetas personalizados y con un certificado de autenticación.

El lugar de creación
Su laboratorio, ubicado en Calle Blancos, San José, transporta a esas películas europeas de época, un enorme mueble color café caoba y con elegante moldura es el sitio donde se colocan en varios niveles y con un orden que solo ella maneja, decenas de pequeños frascos, cada uno con una escencia y de las más variadas, con todas las posibilidades aromáticas.
Thamara describe el atelier de Shana como un espacio que fusiona el rigor científico de un laboratorio con una estética artística inspirada en la tradición europea. Recalca que, aunque es un atelier artístico, funciona técnicamente como un laboratorio cosmético.
El diseño está influenciado por la “vieja escuela francesa”, así como por perfumerías de Italia, España y Austria. También destaca que su trabajo tiene mucho aporte de la escuela brasileña actual.
Emprender en Costa Rica no es fácil, asegura, y menos cuando se hace mientras se espera un bebé. Thamara fundó Shanna en pleno embarazo, dice que quiso demostrar que cuando uno ama lo que hace, no hay obstáculo que valga. Hoy, Shanna ya es una Pyme oficial y busca convertirse en el referente de la perfumería tica.
Thamara cuenta además con un máster en Calidad, Seguridad Alimentaria, Dietética y Nutrición, obtenido en Madrid, España. Es políglota y cuenta con formación en canto lírico, piano, guitarra y danza contemporánea.
¿El futuro? Thamara sueña en grande: quiere dar clases para que más gente aprenda este arte y, agarre aire, ¡fundar el primer Museo del Perfume de Costa Rica!
Thamara es muy activa en redes sociales, ella misma produce su contenido que es publicado en Shanna CR Experiencias Olfativas.
“Me veo como un referente de la primera casa de perfume hecha por una costarricense. Nada más hay que estar seguros de que uno ama lo que hace para poder seguir”, concluye.
