La abundancia de venta de jocotes, característica de esta época del año, cambió por una escasez de la fruta a raíz de los efectos del cambio climático, ya sea por exceso de lluvias o por aumento de las temperaturas durante el periodo de producción.
José Aurelio Naranjo, productor originario de La Uruca de Aserrí, lo experimenta de primera mano. Él se aventuró, a inicios de los años 1970, a sembrar jocote “tronador” en su comunidad. “Compré dos plantas, a ¢2 cada una”, contó. Con el tiempo llegó a tener más de 100 árboles, aunque hoy todo eso es solo un grato recuerdo.
Don José, de 69 años, viene de una familia de agricultores y esta fruta se convirtió en compañera del cultivo de café, porque da buena sombra.
“En los buenos tiempos salían camiones cargados hasta con 200 cajas de 27 o 17 kilos. Ahora con costo se cargan 20 cajas”, cuenta don José, conocido como Lelo.
Además de La Uruca, él vendía la fruta en zonas como Las Mesas de Aserrí y Cangrejal de Acosta, también en San José. Pero hoy, dice, “ya ahí casi desapareció por el calentamiento”.

El cambio climático
Productores y especialistas coinciden: el cambio climático es la principal causa de la escasez del jocote.
Según las Naciones Unidas, este fenómeno se trata de cambios a largo plazo en temperaturas y patrones del clima. Si bien pueden ser naturales, las actividades humanas —como la quema de carbón, petróleo y gas— son hoy el factor dominante.
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El ingeniero agrónomo Álvaro Azofeifa, investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR), recuerda que hace unos 20 años se intentó impulsar la investigación y producción nacional del jocote.
Él confirmó que el cambio climático ha golpeado fuerte a las variedades de Aserrí y el Valle Central.
Para Don José, la caída de la producción se debe al aumento de las temperaturas. En comparación con hace más de 50 años, la producción ha bajado muchísimo. “No es que no hay, pero no es ni la sombra”, afirmó.
A eso se suma, aseguró, la falta de apoyo técnico. “Completamente sin apoyo, tengo derecho de hablar, hacen falta ingenieros, quisimos formar una cooperativa para exportar, tocamos varias puertas y no lo logramos”, lamenta.
También señala que las nuevas generaciones han perdido el interés por la agricultura.
La Nación consultó al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) sobre la situación actual de la producción jocote y está a la espera de respuesta.
En 2007, el MAG elaboró el documento Agrocadena del jocote (Spondias purpurea), centrado en Aserrí, donde se indicaba que existían 525 hectáreas sembradas con una producción superior a 2.500 millones de kilos, lo que generaba entre ¢600 millones y ¢700 millones en ingresos brutos.
Ese documento explica que la comercialización comenzó hace unos 50 años, cuando se sembraba el jocote en cercas y potreros para autoconsumo, y luego se vendía en sacos en los mercados Central y Borbón.
Mariano Naranjo, hijo de don José, considera que el cambio climático provoca que la producción se vuelva inestable.
“En época de cosecha llegaban tres a cuatro camiones diarios a recoger la fruta, este año hubo árboles que no dieron frutos”, recalcó.
También agregó que los productores les dan poco manejo agronómico a los árboles (poda o fertilización).
Naranjo, especialista en Sistemas Agroforestales, explicó que el aumento de las temperaturas y las lluvias en épocas no tradicionales, afectan directamente al jocote.
Variedades vienen diezmando
El jocote tronador de Aserrí es una de las variedades criollas del país. También se producía en Santa Ana, pero la urbanización redujo las siembras.
Hay pequeñas producciones en Barva de Heredia, La Garita y Río Segundo en Alajuela, pero también van desapareciendo por la reducción de tierras agrícolas y la falta de relevo generacional.
“Esos árboles han ido desapareciendo. La erosión genética ha sido tremenda y eso se está reflejando en la escasez de la fruta”, advirtió Azofeifa, especialista en biotecnología.
Otra variedad, el jocote de bajura, crece en Guanacaste y se da entre marzo y abril, aunque no es un cultivo comercial, sino de patio, aclara el especialista.
“Siempre se ha considerado como un cultivo de patio, no se le da la importancia de otros productos y en el país no hay una plantación comercial de jocote”, insistió Azofeifa.
La familia de Johnny Picado también es productora en La Uruca de Aserrí. Él también considera que la baja en la producción se debe al cambio climático.
“El jocote ocupa mucho sol para florear en verano, pero con el cambio climático ha estado lloviendo en esa época y eso ha afectado”, precisó.
Algunos productores venden en ferias del agricultor, en el Centro Nacional de Abastecimiento y Distribución de Alimentos (Cenada) y algunos supermercados, señala Picado.
La feria del jocote
Desde hace 17 años, se celebra la Feria del Jocote Tronador en La Uruca, hoy organizada por la Asociación de Desarrollo local.
Roy Mena, directivo de la organización, cuenta que este año la cosecha fue baja por efecto de las lluvias. “Hablo en lo personal, no tenemos apoyo de nada”, subrayó.
En la feria, que se realiza en agosto, se venden productos como encurtidos, chileras, vinos, mermeladas, helados y batidos, pero solo durante la actividad porque no hay apoyo para comercializarlos a mayor escala.
Gilberth Prado, otro productor con más de 30 años de experiencia, dijo que el año pasado la cosecha fue “excepcional”, pero este año la lluvia redujo la producción.
Sin embargo, no considera que la producción enfrente una caída en general.
El precio del jocote varía entre ¢8.000 y ¢15.000 por caja de 27 kilos. “Conforme avanza la cosecha los precios bajan, y cuando está por terminar vuelve a subir, pero ya no tanto”, explicó Prado.
Mejora genética, una esperanza
Álvaro Azofeifa, especialista de la UCR y coordinador del Laboratorio de Mejoramiento de los Cultivos, comentó que se han identificado más genotipos de jocote en toda la costa del Pacífico, algunos con espinas y otros cuyas frutas crecen en racimos como uvas.
Según el especialista, la mejora genética podría ser la clave para impulsar la producción y dejar atrás la idea de que el jocote solo se da por temporada.
“Hay una probabilidad alta de tener jocote durante todo el año, con base en los materiales de bajura que hemos identificado”, aseguró.

