En un evento regional de startups de base tecnológica, Santaine Aubourg se dio cuenta que en todas las conferencias y conversaciones se repetía la misma frase: faltaba integrar el “ecosistema” emprendedor.
“Pero nadie decía cómo”, afirmó Aubourg, quien recientemente lanzó la plataforma Dots para promover la conexión de emprendedores, organizaciones de apoyo e inversionistas.
La iniciativa podría ser parte de las respuestas que se requieren para impulsar los emprendimientos en Costa Rica, tras más de 15 años de surgimiento de los centros de apoyo.
“Aunque hemos avanzado muchísimo, todavía no hemos logrado crear mecanismos, plataformas y la cultura necesaria para apoyar a emprendedores y startups en etapas tempranas”, dijo Juan José Muñoz, director de la aceleradora OpenLab.
Las startups son emprendimientos muy innovadores, con capacidad de crecer de manera rentable, que se desarrollan en ambientes de incertidumbre y riesgos, tienen posibilidades para escalar rápidamente y, por lo general, se encuentran ligados a la tecnología.
Según el informe Caracterización de las startups de base tecnológica: impulsores de crecimiento económico y bienestar, del Programa Estado de la Nación, de marzo de este año, el sector tiene carencias en financiamiento, acceso a capital semilla y de riesgo, alianzas, asesoría para la internacionalización, propiedad intelectual y falta de apoyo fuera de la región central.
Este diagnóstico muestra que la mayoría de las personas que encabezan las empresas emergentes son jóvenes. El 50% tiene entre 20 y 35 años. Además el 82% son hombres.
Aunque reconocen recibir apoyo en inversión, las startups plantean necesidades de asesoría para incubación y aceleración, acuerdos de negocios, formalización, modelo de negocios, certificación, establecimiento de costos y gestión corporativa.
El panorama probablemente no sea muy distinto al de otros países de la región.
La firma de estudios de mercado CB Insights reporta que la mayoría de los emprendimientos que han logrado un valor superior a los $1.000 millones en América Latina, son de Brasil y hay algunas de México, Uruguay y Colombia. Un ejemplo es la aplicación de entregas a domicilio Rappi.
Escalar
A las limitaciones de un mercado pequeño como el costarricense en consumidores, capital, infraestructura; se une la relativa juventud del ecosistema emprendedor en comparación con los más desarrollados de la región como México, Colombia, Argentina o Chile.
El Estado de la Nación contabiliza 97 emprendimientos en su estudio. El 61% tienen menos de cinco años y están en etapas de idea y puesta en marcha.
“Aquí lo importante es que tengamos más y más startups todos los años que logren escalar”, dijo Amadeo Quirós, presidente de Carïcaco, una organización sin fines de lucro que ofrece cursos y becas.
Carïcaco cuenta con un programa llamado Despegar donde elegirán 10 startups para invertir $50.000 en cada una. La entidad anunció una convocatoria para emprendedores junto con Founder Institute, una aceleradora basada en Sillicon Valley y presencia en 90 países.
Hay retos múltiples. Quirós indicó que en países como Estados Unidos una startup de más de cinco años debería estar obteniendo capital a través de una ronda de inversión de $1 millón a $15 millones, dependiendo de la industria.
Se deberá superar limitaciones culturales. Por ejemplo, se insiste mucho en la necesidad de préstamos cuando para las startups es más crítico el acceso a capital semilla o de riesgo.
Aparte de no ser sujetos de crédito, al no tener garantía real, ese endeudamiento podría ser una carga muy pesada en las etapas iniciales.
Fuera del Área Metropolitana también impera una concepción más tradicional de los emprendimientos y de los programas de apoyo, aparte que el mercado, los recursos, la experiencia y la infraestructura son de menor volumen.
Hay desafíos en los proyectos. Carïcado y TEC Emprende reciben cada mes unas 90 propuestas y OpenLabs hasta 60 aplicaciones en cada convocatoria.
La gran mayoría, según ambas organizaciones, no tiene claridad de la necesidad a resolver, mercado validado, valor comercial o ventas sostenidas.
Las iniciativas son impulsadas por personas preparadas técnicamente, pero que deben desarrollar competencias y cultura para emprender y trabajar en equipo.
“Nuestra cultura aún es muy paternalista”, afirmó Johnny Poveda, coordinador de TEC Emprende Lab, del Instituto Tecnológico de Costa Rica.
A lo cual se suma que no hay suficiente participación de otros actores como el capital de riesgo o la falta de mecanismos para que las personas emprendedoras se dediquen a sus proyectos en tiempo completo.
“En mis casi ocho años de manejar procesos de incubación puedo afirmar que más del 80% de los emprendedores que participan tienen otro trabajo o estudios como actividad principal”, detalló Múñoz, de OpenLab.
Esfuerzos
La firma de capital de riesgo Carao Ventures anunció un fondo de inversión de $35 millones para invertir en startups en etapas tempranas con un alto componente de propiedad intelectual, un producto o solución probada y una propuesta de valor validada. Incluso pueden haber recibido inversión anteriormente.
También hay iniciativas para acercarse a incubadoras y aceleradoras internacionales en etapas tempranas, especialmente EE. UU. o en la región. Aunque en América Latina hay múltiples barreras y una alta dispersión que exigen sacrificios y recursos.
ParqueTec, por ejemplo, viene estableciendo alianzas con incubadoras y aceleradoras de EE. UU., Israel y México.
Poveda, de TEC Emprende, insistió que para mejorar el ecosistema emprendedor y que existan más startup es necesario unir esfuerzos desde el Estado, la empresa privada, la sociedad y las universidades.
“No es posible que sigamos trabajando sin coordinación con duplicidad de esfuerzos o esfuerzos aislados que se diluyen con el tiempo”, recalcó Poveda.
La apuesta es que los casos de éxito como Slidebean, Sonar o Establishment Labs ayudan a incrementar el apoyo y la cantidad de emprendedores dispuestos iniciar su propia aventura.