
A inicios de febrero pasado, tras la visita del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, a Costa Rica —la primera desde que asumió el cargo en enero—, el Gobierno costarricense interpretó el acto como una señal de continuidad en el buen ritmo de las relaciones comerciales entre ambos países.
Pero dos meses después, el presidente Donald Trump cambió el tono. Anunció tarifas arancelarias a las exportaciones de más de 160 países a inicios de abril, y Costa Rica no se salvó.
Incluso, la tarifa inicial del 10% subió al 15% en agosto para los productos ticos, bajo el argumento de que el país vende más de lo que compra a Estados Unidos, es decir, que tiene un superávit comercial.
En paralelo, el gobierno estadounidense revocó visas a ocho funcionarios públicos costarricenses —la mayoría ligados al ámbito político—, entre ellos el presidente legislativo, Rodrigo Arias, y su hermano, el expresidente Óscar Arias.
Adicionalmente, la administración Trump abrió una investigación para determinar si las importaciones de dispositivos médicos representan una amenaza a la seguridad nacional. Ese es, precisamente, el principal producto de exportación de Costa Rica hacia Estados Unidos, y representa el 48% del total de bienes que el país envía al exterior.
La política comercial de Trump también afectó la inversión extranjera directa proveniente de EE. UU., pues esta fue $2.066,3 millones, lo que muestra una baja de $156,1 millones (7% menos) con respecto a los $2.222,4 millones del primer semestre del 2024. La inversión proveniente desde Suiza superó a la estadounidense, es la primera vez que otro país supera a la nación nortemaericana.
Analistas internacionales advierten de que esta investigación podría derivar en nuevos aranceles, lo que complicaría más el panorama, especialmente porque desde 2009 Costa Rica disfruta de un 0% de tarifas arancelarias gracias al Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos (DR-Cafta).
El país del norte es el principal socio comercial de Costa Rica: el 48% de las exportaciones van hacia ese destino. Hasta agosto pasado, las ventas de bienes al exterior alcanzaban $15.035 millones.
Las relaciones diplomáticas entre ambas naciones suman ya 174 años, desde 1851, según datos de la Embajada de EE. UU. en Costa Rica.
¿Sigue siendo Costa Rica el ‘mejor amigo’?
La Nación conversó con varios especialistas para entender si el país ha perdido el encanto de ser considerado el “mejor aliado” de Estados Unidos en Centroamérica.
De entrada, el ministro de Comercio Exterior, Manuel Tovar, lo descarta tajantemente.
“Esto no hay que tomarlo personal, la política arancelaria del presidente Trump es universal”, afirmó.
Tovar explicó que el aumento del arancel hacia Costa Rica “se debe al superávit”, y agregó:“No es un castigo a Costa Rica. Es una política comercial. Todos los aliados históricos han sido afectados”.
Alegó que países como Israel, Corea del Sur y Nueva Zelanda, todos aliados de Washington, tuvieron aumentos similares.
Por su parte, el economista Alberto Franco advierte de que la pérdida de las preferencias comerciales hacia Estados Unidos ya está afectando las exportaciones costarricenses y podría impactar la inversión extranjera.
“Al encarecerse por el arancel, la competitividad de nuestras exportaciones se reduce. Eso impacta la demanda por nuestros productos en ese mercado”, afirmó.
Aun así, Franco considera que Estados Unidos seguirá siendo el principal destino de exportación, aunque urge buscar nuevas oportunidades en otros mercados.
Por su parte, el exvicepresidente de la República, Luis Liberman, se muestra escéptico: “Sería raro que a Costa Rica se le considere socio favorito y, al mismo tiempo, se le imponga un arancel más alto que a otros países del DR-Cafta, excepto Nicaragua”.
Y añade:“En estos tiempos, con la administración actual en Washington, es aventurado decir quién es un socio favorito, si es que eso existe”.
Desde otra óptica, Vanessa Gibson, directora de Clima de Inversión de Cinde, considera que la pregunta no es si Costa Rica sigue siendo aliada, sino qué tan rápido puede adaptarse al nuevo orden mundial.
“Seguiremos siendo un socio preferente para la inversión en la medida que mostremos capacidad de negociación, confiabilidad, agilidad y resiliencia”, apuntó.
Relación transaccional
El director del Programa Estado de la Nación, Jorge Vargas Cullell, sostiene que la guerra comercial de Estados Unidos es una cuestión “transaccional” y “táctica”, sin conexión con la historia de amistad entre los países.
“Eso no tiene nada que ver con las relaciones históricas de Estados Unidos con Costa Rica. Es una política particularista, subordinada a intereses tácticos del Ejecutivo norteamericano… A veces políticos, a veces comerciales, o simplemente por un malestar del presidente. Es bastante impredecible”, afirma Vargas.
Además, para Vargas esta política comercial está desacoplada de una lectura estratégica que se pueda hacer de los Estados Unidos. “La razón táctica es totalmente circunstancial”, apunta.
El politólogo Juan Carlos Pérez Herra coincide y explica que la política exterior de Trump es cambiante y de corto plazo.
“Quien ofrezca una mejor alternativa será quien reciba mayor atención”, subraya.
Esperar a la nueva embajadora
El exministro de Comercio Exterior, Marco Vinicio Ruiz, recuerda que Estados Unidos siempre ha favorecido a Costa Rica con una relación directa, pero reconoce que “las prioridades cambiaron”.
“Hay que esperar que llegue la nueva embajadora, Melinda Hildebrand, y que nos transmita en qué temas va a colaborar Estados Unidos y en cuáles Costa Rica puede cooperar”, recomienda.
Ruiz considera que la relación es “buena, pero no tan especial”.
Hildebrand fue ratificada por el senado el pasado 7 de octubre y se espera que ocupe la plaza vacante en la misión diplomática en San José a partir de enero.
El excanciller Manuel González Sanz comenta que la administración Trump fue clara en señalar que el tema comercial era un capítulo aparte de las relaciones con los países, luego sumó la polarización por las relaciones con China.
González sostiene que, aunque la relación diplomática sigue siendo buena, la coyuntura actual genera incertidumbre que podría afectar inversiones.
Desde la Promotora de Comercio Exterior (Procomer), su gerente general, Laura López, insiste:
“No hemos dejado de ser un aliado estratégico para Estados Unidos”. Alega que la política arancelaria “castiga el éxito exportador”, no a los aliados. “Esto no tiene que ver con relaciones históricas, es simplemente una política comercial. La relevancia de los lazos históricos nos permite mantener espacios de negociación”, destaca.
Socio confiable
El presidente de Amcham, Juan Carlos Chavarría, afirma que Costa Rica mantiene su papel como socio confiable y estratégico.
“Las visitas de congresistas y líderes empresariales estadounidenses reafirman ese vínculo. La política arancelaria actual no se dirige exclusivamente a Costa Rica”, explica.
Según Chavarría, el país se distingue por su historial de estabilidad, reglas claras y seguridad jurídica, lo que fortalece su reputación como destino competitivo para hacer negocios.
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El exministro de Hacienda, Elian Villegas, cree que Costa Rica debe reforzar los canales de diálogo y subrayar que el superávit con Estados Unidos en gran parte es producto de las exportaciones de empresas de ese país que invierten acá.
“Es la misma economía de EE. UU. la que se está beneficiando”, apunta.
En tanto, Josué Fernández, analista de temas internacionales, concluye que, pese a las tensiones, Costa Rica sigue siendo un socio estratégico.
“Las diferencias puntuales no deben verse como debilitamiento, sino como parte del diálogo natural entre dos naciones soberanas”, asevera.
Fernández destaca que el país mantiene una agenda bilateral sólida en seguridad, desarrollo económico, migración y cambio climático, lo que refuerza su papel de aliado clave en Centroamérica.