Olman Valverde Arias y su esposa Adriana Vargas, llevan 25 años dedicándose a la venta de cipreses decorativos. Esta actividad se convirtió en una tradición familiar, ya que sus hijos y sus parejas también forman parte del equipo.
La Arboleda Valverde Vargas, ubicada en Llano Bonito en Naranjo, Alajuela, es el lugar donde esta familia ha cultivado y vendido estos árboles a lo largo de las décadas. Don Olman recuerda que en un momento llegó a tener sembrados 3.000 árboles, pero con el tiempo el inventario se redujo a 2.000.
Según comenta, las ventas han disminuido debido al aumento en la oferta. Él comenzó esta labor hace 30 años, inicialmente en la propiedad de sus suegros y luego trasladó la operación al terreno donde ha visto crecer a sus tres hijos.
Verónica Chaves, nuera de la pareja, también está involucrada en la comercialización. Explica que oficialmente La Arboleda inició hace 19 años; antes, las ventas se realizaban sin una marca o identidad clara. En cada temporada, venden alrededor de 500 árboles con precios que parten desde los ¢10.000.
Dos de los tres hijos de la pareja, Adrián (esposo de Verónica) y Karen con su cónyuge, colaboran en el manejo de la plantación. Durante los fines de semana, se encargan de la venta directa de los árboles.
Al igual que Valverde, todos los comerciantes de cipreses en la temporada navideña dedican 10 meses al año a la producción y manejo de las plantaciones.
Luego, destinan dos meses a la comercialización, que en algunos casos comienza con los encargos (reservaciones) desde mediados de octubre y concluye con la mayoría de las ventas directas hasta mediados de diciembre.
Víctor Hernández, de 73 años, comenzó a comercializar cipreses en Concepción de San Rafael de Heredia, en el 2017, una vez que se jubiló y se decidió por esta actividad, inicialmente como pasatiempo. La demanda de la temporada navideña ha llevado a que ya tenga vendida la mayoría de las 200 unidades dispuestas para este fin, con precios que oscilan entre ¢17.000 y ¢20.000 en el vivero La Ciénega.
Hernández también siembra un poco de café, pero al comparar ambas producciones, asegura que la siembra de cipreses implica menos costos. Se dedica solo al mantenimiento de ambos cultivos y contrata a una persona que le ayuda en la venta de cipreses durante la temporada navideña.
Explica que la producción, que cultiva en media manzana de extensión, se inicia cuando la planta de cinco centímetros se traslada a un almácigo y, en seis meses, ya con 30 centímetros, es plantada a la espera de ser comercializada en aproximadamente 2,5 años, cuando alcanza más de un metro.
Los comerciantes de estos árboles decorativos recomiendan comprarlos con raíz, colocarlos en sus hogares en un balde con piedras y mantenerlos con agua para lograr que se conserven durante aproximadamente un mes y medio, explica Olendia Villalobos de 73 años, quien junto con su esposo Oldemar Zamora, de 78, se dedican a la venta de cipreses en la arboleda ubicada en San Luis de Santo Domingo en Heredia.
Con el espacio de siembra en la finca familiar, donde Zamora se dedicó durante muchos años a la siembra de repollo, tomate y vainicas, ahora venden entre 300 y 500 cipreses en esta temporada. A partir de la última semana de noviembre, comenzó la temporada fuerte, según refiere Villalobos. Los precios de venta van desde los ¢10.000 hasta los ¢27.000, y ya lograron colocar buena parte del inventario.

Una especie multiusos
Pero el ciprés (Cupressus lusitánica Miller) es una especie de árbol cuyo uso va más allá de lo ornamental. Su madera es apreciada por la cantidad de nudos en su corteza, lo que garantiza un atractivo visual en la construcción de cabañas y la elaboración de muebles.
En Costa Rica, la plantación de cipreses se concentra en cuatro provincias: Heredia, Alajuela, San José y Cartago. Es una variedad que se desarrolla a partir de los 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar y se adapta a temperaturas que oscilan entre 12ºC y 24ºC, según indica Orlando Chinchilla Mora, ingeniero forestal del Instituto de Investigaciones y Servicios Forestales de la Universidad Nacional (UNA).
De acuerdo con las investigaciones, la especie podría haber llegado desde México y su fin inicial era como cortina rompevientos para proteger plantaciones de pasto para el ganado, indica Chinchilla. Con el tiempo, en la década de 1960 del siglo pasado, se inició el corte sin planificación forestal para uso en la temporada navideña, y fue en los años 1980 que se estableció formalmente su comercialización con un manejo más organizado.
La preferencia por esta especie para colocarla en los hogares en Navidad se debe a su forma, color y aroma, según indica el especialista. El contorno cónico del árbol se logra mediante el manejo de los productores con la poda durante su crecimiento.
El rendimiento por hectárea puede llegar a 4.000 árboles, de los cuales el 70% logra ser comercializado en un periodo de 2,5 a tres años desde su siembra, con alturas máximas de dos metros, comenta Chinchilla. El costo de producción ronda los $11.000 por hectárea.
En el caso de la producción maderable, las plantaciones pueden llegar hasta 100 hectáreas, logrando unos 1.100 árboles por hectárea. El manejo se realiza durante 20 años hasta lograr la cosecha final, donde se obtienen los mejores árboles para comercializar. Sin embargo, en los años previos, ya están aptos para utilizarse, concluye el especialista.
