
Cambiar la alimentación del ganado podría ayudar a los productores costarricenses de leche a mejorar su adaptación o resiliencia al cambio climático, disminuir su dependencia de alimentos balanceados, bajar costos de producción y reducir la huella de carbono, producida por la importación de granos y oleaginosas.
“El costo de producción más importante es alimentación y eso, básicamente, es la parte de los granos o concentrados; casi todo es importado, ahí tenemos un gran riesgo, porque hay que pagar transporte, dependemos de la Bolsa (de Valores) en Estados Unidos y eso hace que nuestro costo de alimentación sea muy alto”.
“La alimentación es el 50%, más o menos, de los ingresos, lo que hagamos ahí tiene fuerte impacto en la competitividad y en la bolsa del productor”, explicó Álvaro Coto, Presidente de la Cámara Nacional de Productores de Leche.
Plan en marcha
Ante este escenario, ¿qué puede hacer el sector? La principal alternativa y en la que ya se está trabajando, es sustituir una cierta cantidad de concentrados por forrajes (plantas cosechadas para ser suministradas como alimento a los animales) adaptados al cambio climático.
“Si lo hacemos eficientemente, podemos disminuir o cambiar los ingredientes de un concentrado. Con ayuda de los especialistas uno hace balances nutricionales, tenemos que determinar cuánta proteína y fibra necesita el animal. Necesitamos aumentar el consumo de forraje, porque los pastos no aportan lo suficiente para la producción que puede dar una vaca”, señaló Coto.
El país ya cuenta con un proyecto en marcha que busca evaluar, en el campo, las variedades de las siguientes plantas forrajeras: botón de oro, yuca forrajera y pastos penisetum (como Om22, ct169 y ct115).
“Botón de oro, por ejemplo, es una planta arbustiva, de origen mesoamericano, es alta en proteína y produce una cantidad muy grande de forraje, además, aguanta muy bien los periodos de sequía y cuando hay exceso de agua.
"Ha sido un éxito, la investigación ha permitido seleccionar las variedades de botón de oro más aptas, porque hay como 40 variedades, pero no todas las come el ganado, porque sabe muy amargo”, señaló Jorge Segura del Programa Nacional de Ganadería (PNG) del Ministerio de Agricultura y Ganadería del (MAG).
Recursos de adaptación

El plan contempla la identificación y divulgación de casos de éxito en el uso de recursos forrajeros en sistemas de producción lechera; buenas prácticas y manejo óptimo de forrajes de piso, corte y arbustivas.
Adicionalmente, se establecerán parcelas de materiales promisorios de forrajes en fincas demostrativas para su posterior propagación y transferencia a los productores; y se desarrollará una aplicación (app) de teléfono móvil para la gestión de la información de forrajes.
El proyecto se denomina ‘Validación y transferencia casos de éxito, técnicas y variedades forrajeras adaptadas al cambio climático, para su uso en ganado bovino de Costa Rica’ y cuenta con una nutrida participación de varios sectores.
Es coordinado por la Cámara Nacional de Productores de Leche, en conjunto con el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Corporación Ganadera (Corfoga), el MAG, Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), Universidad de Costa Rica (UCR), Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec), Universidad Nacional (UNA) y Universidad Técnica Nacional (UTN).
Asimismo, es apoyado por la organización Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible y de la Dirección de Cambio Climático (DCC), del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), por medio del programa de Adapta2+, el cuál se financia por medio del Fondo de Adaptación de las Naciones Unidas.
“Los recursos fueron asignados en el 2015. Es un programa de 15 años, con $10 millones (más de ¢5.700 millones, al tipo de cambio actual) y se han venido estableciendo diferentes iniciativas y más de 40 proyectos a nivel nacional”, explicó Carolina Reyes, oficial de proyectos de Fundecooperación.
Para este proyecto de forrajes adaptados al cambio climático, la inversión es de unos $50.000 (más de ¢28.000.000). “Es un proyecto pequeño, pero que permite a los productores, tener la información a mano”, indicó Reyes.
Información útil
A la iniciativa le quedan unos seis meses para terminar de validarse y darle seguridad al productor de que los forrajes que se están promoviendo tienen un resultado beneficioso para su actividad. El respaldo lo brindarían los datos económicos y otros números concretos, que resulten de ejecutar las acciones que el plan promueve.
Uno de los puntos que también esperan demostrar a los productores, es que este tipo medidas de adaptación son costo efectivas, caso contrario, sería casi imposible que se repliquen.
Costa Rica cuenta con una producción anual de leche que ronda los 1.144 millones de litros, que además le permite ser un exportador neto de productos lácteos en el corto, mediano y largo plazo.
Según datos del sector, esta industria la integran 27.947 productores de leche, de los cuales 12.974 son especializados y 14.973 de doble propósito (carne y leche).
Para los involucrados en la iniciativa, este tipo de proyectos son necesarios para el sector ganadero, ante los retos que enfrenta, ya que al realizar mucha de su actividad al aire libre, se ve impactado por muchos factores, particularmente el cambio climático y los eventos climáticos extremos, que este fenómeno acarrea.
La actividad ganadera también tiene una relación directa con el cambio climático, debido a las emisiones de gases efecto invernadero, causadas por la producción de alimento, la fermentación entérica (se genera durante la digestión de los rumiantes y monogástricos), los desechos de animales y el cambio en el uso de la tierra, de acuerdo con el informe ‘Soluciones ganaderas para el cambio climático’, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En Costa Rica, se estima que el 23% de las emisiones brutas de gases de efecto invernadero son producto de la ganadería.
Para atender esta situación, el país desarrolla desde el 2014 la Estrategia Nacional de Ganadería Baja en Carbono (ENGBC), siendo uno de sus principales brazos el mecanismo conocido como acciones de mitigación nacionalmente adecuadas (NAMA, por sus siglas en inglés).
Con esto se busca transformar la ganadería bovina hacia la eco-competitividad, promoviendo el uso de prácticas, tecnologías y medidas que sean climáticamente inteligentes, rentables, productivas y socialmente sostenibles. Actualmente cerca de unas 800 fincas en todo el país implementan tecnología de NAMA.