
La Micronesia declaró emergencia ambiental tras detectar un derrame de petróleo tóxico en la Lagoa Chuuk, un enclave marino del Pacífico occidental donde yacen decenas de naufragios de la Segunda Guerra Mundial.
El presidente del país, Wesley Simina, solicitó ayuda internacional durante la 80.ª Asamblea General de la ONU en Nueva York. Explicó que los restos de guerra representan una amenaza directa para la economía pesquera, los ecosistemas y las comunidades insulares.
El incidente comenzó el 15 de setiembre, cuando el gobernador del Estado de Chuuk, Alexander Narruhn, declaró la emergencia. Cuatro días antes, un grupo de buzos reportó la filtración de hidrocarburos desde el casco del Rio de Janeiro Maru, un buque de guerra japonés hundido en 1944.
Según el sitio Pacific Island Times, la sustancia ya se había extendido hacia otras islas cercanas. El barco formaba parte de una flota japonesa aniquilada durante la Operación Hailstone, ofensiva de Estados Unidos contra una base naval en Chuuk en respuesta a Pearl Harbor.
Desde entonces, esa zona se convirtió en uno de los principales cementerios marinos del mundo y un sitio popular para buceo. Sin embargo, el derrame activó alarmas por sus efectos tóxicos sobre la fauna marina y la economía de subsistencia basada en la pesca.
Más de 1.200 naufragios amenazan al Pacífico
El Programa Regional del Medio Ambiente del Pacífico (SPREP) advirtió que existen más de 1.200 embarcaciones hundidas con potencial contaminante en esta región. Muchas se concentran en Chuuk.
Narruhn solicitó apoyo financiero a Estados Unidos y Japón para frenar la filtración, limpiar las aguas y analizar el estado de otros buques que puedan liberar sustancias peligrosas.
Australia y la organización Major Projects Foundation ya colaboran con el SPREP para mitigar el impacto en las comunidades cercanas a los naufragios.
Petroleros fantasmas: riesgo persistente para los ecosistemas
La filtración del Rio de Janeiro Maru no es un caso aislado. Los expertos reportan emisiones continuas de vapores tóxicos y contaminación en el agua por antiguos buques de guerra que contienen combustible en sus tanques.
Simina aseguró ante la ONU que estas amenazas superan las capacidades nacionales y requieren de cooperación internacional. Insistió en que el cambio climático y las secuelas de conflictos pasados deben abordarse con respaldo científico y solidaridad entre países.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.