
El síndrome de Fortunata describe un patrón emocional que se presenta en personas que desarrollan vínculos afectivos con individuos que ya se encuentran en una relación.
El concepto se inspiró en la novela Fortunata y Jacinta, del autor español Benito Pérez Galdós, en la que Fortunata mantiene una relación secreta con Juan Santa Cruz, un hombre casado.
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En el relato, Fortunata no solo continúa su vínculo con Juan pese a casarse con otro hombre, sino que también se convence de que él es su verdadero esposo. Esta dinámica ha sido estudiada por la psicología, que la relaciona con experiencias afectivas tempranas y estructuras inconscientes.
La psicóloga Victoria Almiroty, explicó que este patrón no se basa únicamente en el triángulo amoroso, sino en una lógica emocional donde se ama desde la falta y la exclusión. Según detalló, el rol del amante representa una imagen idealizada de deseo sin rutina ni compromisos.
1. Vínculos familiares disfuncionales
Almiroty indicó que muchas elecciones afectivas en la vida adulta replican modelos familiares donde el amor fue intermitente o inaccesible.
La figura del otro no disponible puede reflejar a un progenitor ausente o emocionalmente lejano. La psicóloga Carina Mitrani, especialista en terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR), coincidió en que estas personas tienden a repetir escenas infantiles de falta de afecto, muchas veces por no haber sentido amor materno o paterno.
2. Autoimagen deteriorada
Almiroty señaló que una autoestima sana implica sentirse merecedor de ser deseado sin competir o esperar ser elegido. En estos casos, la persona busca validación constante como si fuera un ensayo afectivo.
Mitrani añadió que existe un nivel de indignidad al aceptar permanecer oculto, sin formar parte visible de la vida de la pareja.
3. Ilusión de control
Las personas en este rol a menudo creen tener el control de la relación. Almiroty mencionó que se genera una fantasía de dominio emocional, donde el amante se percibe como el verdadero objeto de amor, mientras que la pareja oficial vive en la ignorancia.
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4. Competencia por afecto
Almiroty explicó que este comportamiento puede tener su origen en una competencia temprana por el amor de uno de los padres.
En estos vínculos, no se busca tanto a la persona, sino el triunfo emocional sobre otro, similar a una rivalidad infantil.
5. Victimización
Mitrani afirmó que asumir el rol de víctima genera placer inconsciente, ya que la queja libera endorfinas.
Esto genera irritación en el entorno, ya que los allegados suelen insistir en que se rompa la relación. Sin embargo, la persona obtiene satisfacción en su sufrimiento.
6. Atracción por lo prohibido
Ambas especialistas señalaron que lo prohibido incrementa el deseo, ya que, según el psicoanalista Jacques Lacan, el deseo se orienta hacia lo que ya tiene dueño, lo que vuelve a la persona aún más atractiva.
¿Se pueden romper estos patrones?
Almiroty indicó que el primer paso es dejar de moralizar estas conductas. Lo relevante es entender qué se busca emocionalmente en ese lugar.
Según explicó, la terapia psicoanalítica permite identificar el patrón y modificarlo desde una mayor conciencia. Por su parte, Mitrani señaló que muchas personas solo buscan ayuda al tocar fondo emocionalmente.
En esos casos, recomendó el uso de la Terapia de Ensueño Dirigido para explorar los patrones de desamor y victimización que permanecen en el inconsciente.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.