
Las variaciones hormonales que experimentan las mujeres a lo largo de la vida impactan directamente en su sistema inmunológico. Cambios en los niveles de estrógeno y progesterona modifican el comportamiento celular e influyen en los procesos inflamatorios.
Durante la fase lútea del ciclo menstrual, que precede a la menstruación, los niveles de inflamación aumentan. En la menopausia, el descenso de las hormonas sexuales genera un estado inflamatorio constante.
Aunque la ciencia ha avanzado en la comprensión de este fenómeno, aún no existe consenso sobre cómo el ciclo menstrual, la perimenopausia y la menopausia alteran la inmunidad. La falta de caracterización precisa del ciclo menstrual en varios estudios científicos ha limitado los hallazgos.
Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal Paulista (Unesp) en Presidente Prudente, Brasil, analizó este vacío mediante una revisión de literatura científica. El estudio fue respaldado por la Fundación de Amparo a la Pesquisa del Estado de São Paulo (FAPESP).
Los científicos detectaron que muchos estudios usaron métodos simplificados, como aplicaciones móviles, para determinar la fase del ciclo menstrual, lo que no permite distinguir entre las etapas folicular, ovulatoria y lútea. Cada una de estas fases tiene efectos distintos en la inmunidad por los cambios hormonales que conllevan.
La autora principal del estudio indicó que esta falta de precisión metodológica ha generado resultados contradictorios y confusos. También señaló que este problema se relaciona con la escasa inclusión del cuerpo femenino en estudios científicos. Históricamente, se ha priorizado la participación de hombres o animales machos, ignorando que las mujeres viven cambios hormonales continuos.
La revisión, publicada en la revista Maturitas, abrió una nueva línea de investigación. El equipo iniciará un estudio original con mujeres brasileñas para profundizar en los efectos del ejercicio físico sobre la inmunidad a lo largo del ciclo menstrual y en la menopausia.
Dos fases para analizar el impacto del ejercicio
La investigación tendrá dos etapas. La primera analizará a mujeres de entre 18 y 35 años, en edad reproductiva, clasificadas por niveles de condición cardiorrespiratoria, para estudiar cómo las fases del ciclo menstrual afectan la inflamación.
La segunda etapa incluirá mujeres en pre-menopausia, menopausia y postmenopausia, también divididas por niveles de condición física, con el objetivo de evaluar los efectos de la reducción hormonal.
Según la información disponible, durante la etapa reproductiva, los niveles de estradiol y progesterona fluctúan. Estas hormonas actúan sobre monocitos y linfocitos, células inmunes que responden liberando citocinas, proteínas encargadas de regular la inflamación.
Desde la menstruación hasta la ovulación, el estrógeno predomina, mientras que la progesterona se mantiene baja. Este equilibrio favorece una respuesta antiinflamatoria, así como un mejor rendimiento físico y cognitivo.
Durante la fase lútea, el estrógeno disminuye y la progesterona aumenta. Esto vuelve al cuerpo más vulnerable a la inflamación, con mayor sensación de fatiga y retrasos en la recuperación muscular.
Los estudios revisados muestran que en la fase folicular existen marcadores protectores y antiinflamatorios, como la IL-1ra y el HDL-c. En cambio, durante la fase lútea predominan los marcadores proinflamatorios, como el TNF-α y la IL-6.
En la menopausia, la caída del estradiol se asocia con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, sarcopenia, osteoporosis y problemas en el metabolismo de lípidos.
El ejercicio físico como herramienta de protección
Aunque el ejercicio no revierte la disminución hormonal, los científicos destacan su eficacia para combatir los efectos negativos del envejecimiento. La actividad física favorece la producción de citocinas antiinflamatorias, fortalece la musculatura y los huesos, y contribuye a la salud integral de la mujer.
La próxima investigación responderá interrogantes clave:
- ¿Cómo influye la condición física en la respuesta inflamatoria durante el ciclo?
- ¿Existe un tipo de ejercicio más adecuado para proteger la inmunidad?
- ¿Deberían ajustarse las rutinas según la fase hormonal?
- ¿Cuál es la diferencia entre mujeres sedentarias, activas y entrenadas?
Los hallazgos de este nuevo estudio podrían llenar vacíos de conocimiento y ofrecer estrategias más efectivas para mejorar la salud femenina en todas sus etapas.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
