
Una bebida fermentada con raíces milenarias y origen en el Cáucaso volvió a captar la atención científica por sus efectos en la flora intestinal. Se trata del kéfir, un alimento que puede contener entre 30 y 60 cepas de bacterias y levaduras vivas, capaces de interactuar con el sistema digestivo, inmunológico y metabólico.
Estudios disponibles en bases científicas como PubMed y BioMedCentral (BMC) han descrito al kéfir como una matriz microbiana compleja. Aunque los ensayos en humanos siguen siendo escasos y con resultados heterogéneos, los datos preliminares indican que podría restaurar el equilibrio microbiano intestinal, aliviar trastornos digestivos y modular funciones inmunológicas.
Cómo se produce el kéfir
El kéfir se elabora a partir de gránulos gelatinosos de color blanco que concentran bacterias lácticas y levaduras en simbiosis. Estos microorganismos fermentan azúcares y generan compuestos como ácido láctico, etanol, dióxido de carbono y otras sustancias bioactivas, lo que transforma la composición del líquido original.
Así nace una bebida rica en microorganismos vivos, considerada por muchos como un suplemento natural para mejorar funciones digestivas y reforzar el sistema inmunológico.
Un fermento milenario
El origen del kéfir se remonta a comunidades campesinas del Cáucaso, donde se producía una bebida llamada ayrag al dejar leche en odres de piel de cabra sin lavar.
Con el tiempo, observaron que una película blanca se formaba en el recipiente, produciendo una bebida más estable, con sabor distintivo y mayor duración. A este nuevo fermento lo denominaron kéfir, una palabra turca que significa “sentirse bien”.
Variedades del kéfir
Kéfir de leche
Tiene un sabor ácido y espumoso, similar al yogur. Aporta proteínas, vitaminas del grupo B, vitamina K2, calcio, fósforo y otros minerales esenciales.
Kéfir de agua
Se prepara con azúcar, frutas y cultivos específicos. Posee menor contenido proteico y calórico, pero conserva probióticos y metabolitos bioactivos.
Beneficios respaldados por la ciencia
Investigaciones en laboratorio y en modelos animales han asociado el consumo regular de kéfir con efectos como:
- Mejora en la digestión y tolerancia a la lactosa
- Efecto antibacteriano
- Reducción del colesterol
- Control de la glucemia plasmática
- Acción antihipertensiva y antiinflamatoria
- Actividad antioxidante, anticancerígena y antialérgica
- Favorece procesos cicatrizantes
1. Equilibrio intestinal
El kéfir estimula la diversidad de microorganismos en el intestino. Contiene cepas como Lactobacillus kefiranofaciens, L. plantarum, L. acidophilus, Saccharomyces cerevisiae y Kluyveromyces marxianus. Estas especies producen ácidos orgánicos, enzimas y kefiran, un polisacárido clave en la matriz del kéfir.
Estas sustancias ayudan a reducir el pH intestinal e inhiben bacterias patógenas. También actúan como prebióticos, lo que favorece una microbiota diversa y estable.
Consumido tras tratamientos con antibióticos o en momentos de estrés elevado, el kéfir puede ayudar a restaurar el equilibrio intestinal.
Un estudio publicado en BMC Medicine analizó el efecto del kéfir en pacientes de unidades de cuidados intensivos y concluyó que este fermento contribuyó a reducir la disbiosis intestinal, una condición que compromete la salud digestiva.
2. Mejora del tránsito intestinal
El kéfir regula el tránsito y ha mostrado eficacia en casos de diarrea, estreñimiento y síndrome del intestino irritable. Gracias a su capacidad de regular el pH del colon, alivia trastornos digestivos y mejora la digestión de la lactosa mediante enzimas generadas durante la fermentación.
También genera péptidos bioactivos con efecto antiinflamatorio que refuerzan la barrera intestinal, lo que reduce la entrada de toxinas y patógenos al organismo.
3. Refuerzo del sistema inmunológico
El kéfir puede estimular la respuesta inmunitaria tanto por la acción directa de los microorganismos como por los compuestos bioactivos sintetizados durante la fermentación.
Uno de los mecanismos más estudiados es la producción de péptidos inmunomoduladores que activan células inmunes frente a patógenos intracelulares. Dado que alrededor del 70% del sistema inmune reside en el intestino, su optimización mediante probióticos como el kéfir puede resultar estratégica para la salud general.
Recomendaciones para su preparación
Para preparar kéfir en casa se deben seguir ciertas medidas sanitarias. Se colocan los gránulos en un frasco con leche (animal o vegetal) o agua con azúcar, según la variedad, y se fermenta entre 24 y 48 horas a temperatura ambiente.
Luego, se cuela el líquido y los gránulos se reutilizan. La bebida debe refrigerarse y consumirse en un máximo de 10 días.
Los utensilios deben estar esterilizados y es preferible evitar materiales metálicos. Se aconseja mantener la limpieza en la cocina, lavarse bien las manos y separar alimentos crudos de cocidos en la refrigeradora.
En caso de duda sobre la calidad del producto, lo recomendable es descartarlo y reiniciar el proceso.
Cantidad recomendada
La evidencia científica sugiere que una dosis diaria de entre 100 y 200 ml de kéfir puede resultar suficiente para generar beneficios en la salud intestinal y general.
La constancia en el consumo, la calidad del fermento y una dieta equilibrada son factores clave para obtener resultados sostenibles.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.