El modo y la hora en que se consume cafeína, un alcaloide naturalmente estimulante, juega un papel central en la vida de los aficionados a esta bebida.
La ingesta moderada (hasta 400 mg al día) se considera segura. Incluso, hay estudios que recomiendan el café, pues se asocia con efectos protectores contra el párkinson, la diabetes tipo 2 y males del hígado.
También se ha dicho que muchos de estos beneficios se pueden asociar con otras bebidas que contienen cafeína, como el té o la yerba mate.
Pero Mary Sweeney, de la Universidad Johns Hopkins, en Maryland, Estados Unidos, da un ejemplo: mucho café se ha vinculado con aumentos de colesterol y homocisteína (compuesto químico que en alta cantidad puede dañar las arterias), y el consumo de bebidas muy calientes se asocia con mayor riesgo de cáncer de boca y esófago.
Hay quienes toman café para beneficiar el aprendizaje y la memoria, pero también existen estudios que afirman que el rendimiento bajaría en otras áreas.
Steven Miller, de la Universidad de Dartmouth, en Nuevo Hampshire, Estados Unidos, reunió literatura sobre cómo se relacionan los ritmos circadianos, el cortisol (la hormona del estrés) y la cafeína.
Según los reportes, el mejor momento para tomar cafeína –y obtener el mayor beneficio sin desarrollar tolerancia– es cuando el nivel de cortisol está bajo. Esto no es en la mañana, cuando la mayoría de la gente toma café, sino en la noche. La cafeína nocturna sería entonces más eficaz, pero puede perturbar el sueño.
La ingesta de cafeína sería útil cuando el estado de alerta que da el cortisol es bajo: entre 10 a. m. y 12 m. , y entre 2 p. m. y 5 p. m.
Cuando el nivel de cortisol baja de forma natural y se necesita estímulo para subir la productividad, la cafeína es excelente.
Miller advierte de que muchos de quienes toman café al despertar lo hacen de forma innecesaria. En la mañana, el cuerpo está más alerta por procesos hormonales naturales.
Tomar café a esa hora puede promover tolerancia a la cafeína y el cuerpo necesitará cada vez más café para lograr la misma sensación de alerta.
Así, es fácil excederse del máximo sugerido, que para adultos, es de 400 miligramos al día.