
El hígado graso es una condición silenciosa que no produce dolor, no presenta síntomas visibles y muchas veces se descubre tarde. Esta enfermedad se asocia con sobrepeso, mala alimentación, diabetes y sedentarismo.
Existen dos variantes: hígado graso no alcohólico y alcohólico. En ambos casos, la acumulación de grasa dentro de las células del hígado puede derivar en inflamación y cicatrización. En esta etapa, la afección resulta reversible. Sin embargo, si progresa hasta desarrollar cirrosis, las posibilidades de recuperación se reducen drásticamente.
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El cardiólogo argentino Jorge Tartaglione indicó que esta enfermedad se vincula con eventos cardiovasculares como infartos y accidentes cerebrovasculares (ACV). Alertó que, en pacientes de 40 años con hígado graso, es posible prever problemas cardíacos hasta una década antes de que aparezcan.
Complicaciones asociadas
Si no se atiende a tiempo, el hígado graso puede avanzar y transformarse en patologías graves como:
- Fibrosis hepática
- Cirrosis
- Cáncer de hígado
Cómo detectarlo
Dado que no genera síntomas en su fase inicial, la detección temprana del hígado graso depende de exámenes clínicos. Según el especialista, los dos estudios clave son:
- Ecografía abdominal
- Análisis de sangre con perfil hepático
Cuando los resultados muestran enzimas hepáticas elevadas, se activa una señal de alarma. En ese punto, aún es posible iniciar un tratamiento preventivo.
Cambios recomendados
El tratamiento del hígado graso implica una modificación completa del estilo de vida. Las principales recomendaciones incluyen:
- Realizar actividad física regular
- Bajar de peso en forma controlada
- Mantener una alimentación equilibrada
- Eliminar por completo el consumo de alcohol
Tartaglione también advirtió sobre el impacto del jarabe de maíz de alta fructosa. Este endulzante industrial, presente en múltiples productos procesados, se metaboliza exclusivamente en el hígado y favorece la acumulación de grasa.
La dieta mediterránea como aliada
Entre los planes alimenticios más efectivos contra el hígado graso destaca la dieta mediterránea, caracterizada por:
- Antioxidantes naturales
- Alto contenido de fibra
- Consumo de frutas, verduras, legumbres y semillas
- Uso de cereales integrales
- Aporte de omega 3
- Reducción de azúcares
El aceite de oliva, principal fuente de grasa en esta dieta, debe emplearse crudo para conservar sus propiedades. No es necesario usarlo exclusivamente; puede combinarse con otros aceites para cocinar.
Pautas específicas
Algunas recomendaciones puntuales para incorporar esta dieta son:
- Consumir pescado al menos dos veces por semana. Esto permite reducir el consumo de carnes rojas y mantener una dieta balanceada.
- Aumentar el consumo diario de frutas y verduras. Se sugiere alcanzar las cinco porciones por día.
- Incluir legumbres como lentejas, garbanzos y porotos. Combinadas con cereales, representan una buena fuente de proteínas.
- Elegir lácteos bajos en grasa o descremados.
- Añadir frutos secos, ricos en grasas saludables y con efecto cardioprotector.
Evitar el consumo de bebidas azucaradas y alcohol resulta clave para prevenir el avance de esta afección silenciosa.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.