
Las bebidas fermentadas dejaron de ser una rareza para convertirse en una tendencia. Entre ellas, la kombucha destaca por sus propiedades digestivas, su origen artesanal y su creciente popularidad en supermercados y hogares.
Este producto se ha convertido en una alternativa natural a las bebidas azucaradas, gracias a su capacidad para aportar microorganismos vivos que podrían mejorar la flora intestinal y reforzar las defensas. Su crecimiento responde al interés por cuidar la salud intestinal y por consumir alimentos más naturales y vivos.
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¿Qué es la kombucha y por qué es especial?
La kombucha es una bebida fermentada que se prepara con té endulzado y un cultivo simbiótico de bacterias y levaduras, conocido como Scoby. Este cultivo transforma los azúcares en ácidos orgánicos y probióticos, lo que genera una bebida con gas natural y un sabor ácido característico.
A diferencia del yogurt o el kéfir, que provienen de productos lácteos, la kombucha utiliza té como base. Esto le aporta antioxidantes y la convierte en una opción atractiva para quienes no consumen lácteos.
¿Qué beneficios podría ofrecer?
Durante el proceso de fermentación, la kombucha desarrolla bacterias ácido-lácticas, levaduras y compuestos bioactivos. Entre ellos se encuentran ácidos acético y glucónico, etanol, celulosa, aminoácidos y compuestos fenólicos. Estos elementos podrían tener efectos antioxidantes, antibacterianos e inmunomoduladores.
Los expertos indican que sus microorganismos pueden ayudar a repoblar la flora intestinal, favorecer la digestión y estimular el sistema inmunológico. Sin embargo, también se advierte que la evidencia científica sigue siendo preliminar.
La kombucha puede ser un buen complemento de los suplementos probióticos, aunque no los sustituye. Mientras estos aportan cepas específicas, la kombucha ofrece una mezcla natural menos controlada pero más variada.
¿Quiénes pueden tomarla?
Esta bebida puede resultar útil para personas sanas que desean reducir el consumo de azúcar y aumentar la ingesta de antioxidantes y probióticos. También podría ayudar a quienes tengan digestión lenta, desequilibrios leves en la flora intestinal o que hayan tomado antibióticos recientemente.
Sin embargo, no es recomendable para todas las personas. Deben evitarla quienes estén inmunocomprometidos, embarazadas o en periodo de lactancia, niños pequeños y personas con enfermedades hepáticas o renales.
Riesgos si se consume mal fermentada o en exceso
Consumir kombucha en exceso o cuando se fermenta incorrectamente puede causar molestias digestivas o incluso intoxicación. Las versiones caseras, si no se preparan bajo condiciones higiénicas adecuadas, pueden contener bacterias dañinas.
Entre los síntomas más comunes por consumo inadecuado están:
- Hinchazón
- Náuseas
- Dolor abdominal
- Diarrea
- Acidez
- Dolor de cabeza
- Mareos o sensación de embriaguez
Se recomienda empezar con porciones pequeñas, como media taza al día, y no superar los 355 ml diarios.
¿Cómo preparar kombucha en casa?
Hacer kombucha no requiere equipos sofisticados. Solo se necesita agua, azúcar, té (preferiblemente en hojas), Scoby y un poco de kombucha fermentada como líquido iniciador.
Materiales sugeridos:
- Ollas de acero inoxidable
- Colador de malla fina (no metálico)
- Recipientes de vidrio de boca ancha
- Paño de algodón o papel toalla y una banda elástica
- Botellas de vidrio con tapa hermética
- Utensilios de madera o silicona
Paso a paso:
- Hervir el agua e infusionar el té: Caliente el agua a 80-100 °C, añada las hojas de té y el azúcar (5-7%). Deje infusionar por 10 a 15 minutos. Puede incorporar frutas o especias si desea.
- Filtrar y enfriar: Cuele las hojas y deje que el líquido enfríe completamente. El té caliente podría dañar el Scoby.
- Colocar en el frasco de fermentación: Vierta el líquido en el recipiente de vidrio, añada el Scoby y el líquido iniciador.
- Cubrir y fermentar: Cubra con un paño y sujete con una banda elástica. Guarde en un lugar seco y oscuro, entre 20 y 30 °C.
- Esperar la fermentación: El proceso toma entre 7 y 14 días, según la temperatura ambiente. Un sabor más dulce indica fermentación corta; uno más ácido, fermentación larga.
¿Cómo saber si la kombucha está lista?
Señales de éxito:
- Sabor ácido y con gas
- Nueva capa de Scoby en la superficie
- Olor avinagrado, pero agradable
- Ausencia de moho
Si aparecen manchas verdes, negras o peludas, debe desechar el lote.
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Seguridad e higiene: factores clave
Todo el proceso debe hacerse en condiciones óptimas de higiene. Los utensilios y las manos deben estar limpios. Se recomienda usar agua hervida y evitar el contacto con residuos de alimentos.
Es importante mantener el pH de la bebida por debajo de 4,5, para prevenir bacterias dañinas.
¿Cómo conservarla?
Después de fermentar, la kombucha debe almacenarse en un recipiente de vidrio y mantenerse refrigerada a 4 °C o 5 °C.
Prepararla en casa permite controlar los ingredientes, experimentar con sabores y reducir el azúcar. No obstante, requiere cuidados higiénicos estrictos.
Las versiones comerciales ofrecen mayor seguridad sanitaria, aunque son más costosas. Al elegir una en el mercado, es fundamental revisar la etiqueta: verificar que contenga cultivos vivos, que no incluya azúcares añadidos como jarabe de maíz y que especifique si está pasteurizada.
Las kombuchas no pasteurizadas contienen microorganismos vivos y podrían ofrecer más beneficios, aunque no son recomendables para personas con sistemas inmunológicos debilitados.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.