Tres “cazadores de patógenos acuáticos” del Instituto de Investigaciones en Salud de la Universidad de Costa Rica (Inisa-UCR), analizan las aguas residuales de Costa Rica para determinar si estos microorganismos siguen presentes en el líquido aun después de ser tratado. De esta forma, los microbiólogos van un paso adelante para prevenir brotes de enfermedades infecciosas.
Luz Chacón Jiménez, Kenia Barrantes Jiménez y Luis César Rivera Montero estudian las aguas para determinar si tienen bacterias, virus, parásitos y otros patógenos en niveles superiores a los considerados normales.
Su labor comenzó formalmente en 2013, con el apoyo para algunos análisis de Pablo Rivera Navarro, especialista del Laboratorio de Aguas del Instituto de Acueductos y Alcantarillados (AyA).
“Son complicados de detectar (los organismos). Empezamos un monitoreo de aguas residuales en plantas de tratamiento administradas por el AyA y detectamos todos los microorganismos que nos propusimos buscar, como Hepatitis A, rotavirus, norovirus, e incluso, enterovirus”, manifestó Chacón.
Detectar la presencia de estos patógenos es importante, porque son causantes de serios cuadros de diarrea. Lo primero que impactó a los científicos es que estos microbios fueron encontrados tanto a la entrada como a la salida de las plantas de tratamiento. Es decir, las aguas, después de ser tratadas, eran descargadas a los ríos con presencia de patógenos.
Sin embargo, esta situación más bien motivó a una nueva pregunta: ¿son esas concentraciones un riesgo para la salud o podrían considerarse dentro de los ámbitos normales?
Para determinar si los niveles son más riesgosos y si hay que tomar medidas se utilizan modelos matemáticos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
LEA MÁS: Análisis de aguas residuales permite rastrear covid-19 en América Latina

LEA MÁS: Costa Rica garantiza acceso al agua, pero sigue en deuda en saneamiento
Nueva metodología
Cuando los análisis comenzaron, el país privilegiaba el estudio de la presencia de coliformes fecales. El problema es que estos coliformes son bacterias, entonces se desconocía la cantidad de virus y parásitos que podía haber en las aguas.
Fue entonces cuando decidieron utilizar un mecanismo que podía salirles más barato y, a la vez, detectar la presencia de otros microorganismos. Este método consiste en buscar virus llamados colifagos somáticos, que infectan las células y pueden identificarse de manera fácil en un laboratorio.
Con base en la estrategia, se creó una guía con la que se detecta la presencia de estos virus, muchos de ellos estaban presentes en el agua aun en la ausencia de coliformes fecales. Eso ha permitido dar mejor tratamiento al líquido.

¿Qué sigue?
La UCR continuará el monitoreo sistemático de patógenos como Hepatitis A, rotavirus, norovirus GI y GII, enterovirus, influenza, SARS-CoV-2 y el virus que ocasiona la mpox (conocida inicialmente como viruela del mono). Estos dos últimos virus también pueden dar una noción de cómo está la presencia de la enfermedad en Costa Rica, más allá de lo que puedan decir las pruebas diagnósticas que se realizan las personas en un laboratorio.
Las visitas a los 21 acueductos con los cuales trabajan desde 2013 se mantendrán. De ellos, tres están en la región Brunca, cuatro en la región Chorotega, dos de la región Huetar Caribe, uno de la región Pacífico y de la Región Central, diez. Seis de estos sistemas de la Región Central son los más visitados, y están en Alajuela, Heredia y San José.
