
Los casos de bacterias, hongos y parásitos más “fuertes” que los fármacos utilizados para combatirlos, son cada vez más y ponen en jaque a los sistemas de salud. La OMS ha señalado repetidamente que, si no se actúa, la resistencia a los medicamentos matará a 10 millones de personas antes del 2050 y llevaría a 24 millones de individuos a la pobreza extrema antes del 2030.
No obstante, los esfuerzos por conseguir nuevas opciones no marcha al ritmo necesario. Dos informes de la Organización Mundial de la Salud difundidos la mañana de este viernes señalan que bajas en el presupuesto de investigación de nuevos fármacos y la falta de innovación ponen en peligro el obtener nuevas soluciones ante este problema creciente.
Los reportes Agentes antibacteriales en desarrollo clínico: un análisis de la línea de desarrollo clínico de antibióticos y Agentes antibióticos en desarrollo preclínico señalan que en este momento se investigan en fase clínica 60 posibles nuevos fármacos (50 antibióticos y 10 de tipo biológico), pero que brindan pocos beneficios a los que ya se ven con los tratamientos existentes y muy pocos de ellos buscan atacar a las bacterias más resistentes (conocidas como bacterias Gram-negativas).
Las bacterias Gram-negativas como la Klebsiella pneumoniae y la Escherichia coli pueden causar padecimientos que pueden llevar a la muerte a personas con sistemas inmunitarios débiles. Los recién nacidos, los adultos mayores, quienes se recuperan de cirugías y las personas en tratamiento contra el cáncer son especialmente vulnerables a estos microorganismos.
Aún más: de los 50 antibióticos en fase clínica, solo 32 responden al combate de los patógenos que la OMS califica como prioritarios, pero la mayoría dan beneficios menores a los que ya se tienen con los tratamientos actuales.
Mientras tanto, las 252 posibilidades que están en fase preclínica sí tienen ese espíritu y son más innovadoras, pero aún faltan años de investigación antes de que lleguen a los pacientes. Según el informe, en el mejor de los casos, los primeros dos a cinco productos estarán disponibles en aproximadamente una década.
“La amenaza de la resistencia antimicrobiana nunca ha sido más inmediata, ni la necesidad de soluciones han sido más urgentes. Sí hay muchas iniciativas para conseguir el fin de la resistencia a nivel de salud pública, pero necesitamos que los países y la industria farmacéutica contribuyan con el financiamiento para conseguir nuevos medicamentos”, señaló al presentar los informes Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
Las mayores urgencias
Desde el 2017, la OMS detalló una lista de patógenos prioritarios en la que figuran 12 clases de bacterias —más el bacilo de la tuberculosis— que suponen un riesgo creciente para la salud humana porque son resistentes a la mayoría de los tratamientos existentes.
La tuberculosis es la prioridad uno, ya que hay muchas cepas del microorganismo causante que son resistentes a casi todas las líneas de tratamiento disponibles.
Dentro de la prioridad crítica también están la Acinetobacter baumannii, responsable, especialmente, de infecciones respiratorias, pero también puede atacar a todos los sistemas del cuerpo. Esta es de especial atención porque suele afectar a pacientes hospitalizados, que ya tienen su sistema inmunitario deprimido.
Otro patógeno en esta lista es la Pseudomonas aeruginosa, las infecciones pueden ser externas y leves (que afectan, por ejemplo, el oído) o bien infecciones internas graves (que afectan los pulmones, el torrente sanguíneo o las válvulas cardíacas).
El tercer micoroorganismo de interés crítico es la familia Enterobacteriaceae, dentro de los que están la Escherichia coli y la Salmonella, que pueden causar infecciones graves en el sistema digestivo.
El asunto es que las prioridades de atender estas bacterias, no son exactamente las mismas que tienen los laboratorios farmacéuticos.
“Es importante centrar la inversión pública y privada en el desarrollo de tratamientos que sean eficaces contra las bacterias altamente resistentes porque se nos están agotando las opciones”, advirtió Hanan Balkhy, Subdirectora General para la Resistencia a los Antimicrobianos de la OMS.
“Y no solo eso: debemos asegurarnos de que una vez que tengamos estos nuevos tratamientos, estos estén disponibles para todas las personas que los necesiten”, añadió.
LEA MÁS: Todo lo que debe saber para manejar bien sus medicamentos
¿Qué podemos hacer nosotros?
Aunque en nuestras manos no está el conseguir nuevos medicamentos, sí podemos hacer mucho para evitar la resistencia a los fármacos. El cuidado que le damos a los medicamentos y la forma en la que los tomamos y los desechamos son clave para prevenir que los microorganismos no se vuelvan multiresistentes.
Ingerir un antibiótico sin receta, no completar el tratamiento asignado por el médico o terminarlo de repente, son malas prácticas que deben evitarse a toda costa.
Por lo tanto, nunca acepte un antibiótico de una persona que no sea un médico. Estos fármacos solo pueden venderse con receta médica. Tampoco le sugiera a algún familiar, amigo o vecino que tome algún medicamento contra determinado tipo de síntoma.
Si por alguna razón le sobra medicamento, no lo bote en un basurero ni lo tire por el desagüe. La única forma en que un antibiótico (e, idealmente, cualquier otro tipo de fármaco) puede desecharse es con ayuda de un profesional, por lo que la recomendación de oro es llevar los sobrantes a la farmacia.
FUENTE: Punto Seguro. DISEÑO/LA NACIÓN.
LEA MÁS: Marlen Arce, coordinadora nacional de resistencia antimicrobiana: 'Esto es una emergencia mundial'