
Los menores aprenden por observación. Cuando en el hogar predominan los gritos, los castigos o la ausencia de escucha, suelen desarrollar conductas agresivas. Psicólogos y pediatras explican que el ambiente emocional familiar influye en cómo el niño interpreta el mundo y reacciona ante él.
Las siguientes cinco actitudes comunes entre padres y madres podrían propiciar respuestas agresivas, pero también existen formas de corregir el rumbo.
1. Resolver conflictos con gritos o castigos físicos
Expertos advierten que cuando una persona adulta pierde el control y recurre a la agresión física o verbal, el menor aprende que la fuerza es un método legítimo para imponer su voluntad.
La psicóloga brasileña, Katherine Sorroche señala que estos comportamientos llevan a los menores a asociar el afecto con el daño. Por su parte, la pediatra Loretta Campos indica que los gritos constantes modelan una forma disfuncional de resolución de problemas.
2. Restar valor a las emociones del menor
Frases como “no es nada” o “deje el drama” pueden parecer inofensivas, pero según Sorroche, estas expresiones enseñan a los niños a reprimir lo que sienten.
Campos coincide en que la falta de validación emocional puede provocar irritabilidad. Ante la frustración no gestionada, el menor reacciona con agresividad porque no ha aprendido otras formas de expresión.
3. Ser inconsistente con los límites y normas
La incoherencia en las reglas crea un ambiente de incertidumbre que alimenta la ansiedad y la rabia. Sorroche advierte que el cerebro infantil necesita estructura para sentirse seguro.
Por otro lado, Campos destaca que cuando hay exceso de permisividad y no se establecen límites claros, el menor no aprende a enfrentar la frustración, lo que desencadena conductas explosivas.
4. Exponer al menor a discusiones entre adultos
Ambas especialistas coinciden en que el clima emocional de la casa afecta directamente al menor, aunque este no participe activamente en las discusiones. Cuando existe un entorno de tensión, silencio hostil o conflictos constantes, los niños interpretan el hogar como un lugar inseguro.
Según Sorroche, esta percepción se traduce en agitación o agresividad. Campos subraya que observar relaciones irrespetuosas entre adultos establece modelos de interacción disfuncionales.
5. Emplear sarcasmo, ironía o castigos que humillan
Sorroche sostiene que el uso de sarcasmos o ironías no enseña valores, sino que debilita el vínculo afectivo y genera respuestas defensivas. Campos agrega que los castigos que avergüenzan no promueven reflexión, sino dolor emocional, lo que lleva a los menores a reaccionar con agresividad como mecanismo de defensa frente a la sensación de amenaza o abandono.
¿Cómo revertir la conducta agresiva en menores?
Tanto Sorroche como Campos destacan que la conducta de los niños puede cambiar, ya que el cerebro infantil tiene gran capacidad de adaptación. Recomiendan reconocer errores, ofrecer disculpas sinceras y mostrar nuevos modelos de convivencia basados en el respeto y el afecto. Cuando los menores perciben un ambiente emocional distinto, suelen responder con mayor seguridad y empatía.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.