
Uno de los momentos más delicados en la rutina familiar ocurre cuando los niños deben ir a la cama. Para muchos padres, esta situación representa un desafío. Sin embargo, quedarse junto a ellos hasta que concilien el sueño puede tener un impacto decisivo en su desarrollo emocional, de acuerdo con el neuropsicólogo Álvaro Bilbao.
El especialista en neurociencia infantil explicó que este acompañamiento responde a una necesidad real del cerebro infantil.
Bilbao desmintió la creencia de que los niños que solicitan compañía a la hora de dormir lo hacen por capricho. Afirmó que esta conducta no representa una debilidad en la crianza ni un acto de manipulación. Según el experto, este comportamiento forma parte de un patrón natural del desarrollo, relacionado con un fenómeno conocido como angustia por separación.
Este proceso se intensifica durante la noche, cuando el entorno se torna más silencioso y oscuro. En ese momento, los menores experimentan una necesidad de seguridad emocional. Por ello, la presencia de los padres cumple un papel fundamental al proporcionarles calma y tranquilidad.
El cerebro infantil no regula la soledad como el adulto
El neuropsicólogo destacó que el cerebro de un niño no está preparado para regular la soledad ni para autocalmarse como el de un adulto. Esta capacidad se desarrolla alrededor de los 9 o 10 años. Antes de esa edad, el acompañamiento paterno resulta esencial para que los menores puedan relajarse y dormir adecuadamente.
Bilbao indicó que no se trata de malcriar, sino de atender una necesidad evolutiva. La cercanía física de los padres permite a los niños sentirse protegidos, lo que favorece un sueño más rápido y profundo.
Además de ser una respuesta a una necesidad emocional, acompañar a los hijos a dormir fortalece el vínculo afectivo entre padres e hijos. Esta práctica no solo contribuye a una conexión emocional más sólida, sino que también mejora la calidad del descanso. Según Bilbao, los niños que sienten esa cercanía suelen quedarse dormidos más rápido y muestran un sueño más tranquilo.
El experto subrayó que, en lugar de preocuparse por generar una dependencia, los padres deberían ver esta rutina como una oportunidad para fomentar seguridad y confianza. Esta seguridad emocional, adquirida en los primeros años, puede tener efectos duraderos en la vida del menor.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
