
Navegar un mes por la Antártida en un velero marcó la experiencia más intensa de la vida de Marko Magister. El fotógrafo y filmmaker argentino documentó la travesía en redes sociales.
La expedición se realizó a bordo del velero Ypake II, una embarcación de 20 metros diseñada en metal para resistir el hielo flotante. El viaje duró un mes. La tripulación la integraron diez personas. Siete eran argentinas y dos australianas.
Magister, de 38 años, cuenta con una extensa trayectoria en proyectos audiovisuales. Trabaja en la productora BigAir Factory. Visitó más de 40 países para realizar documentales. Es oriundo de Bariloche. De ese entorno conserva su vínculo con la naturaleza y los deportes de invierno.
La travesía inició en Ushuaia, Tierra del Fuego. Desde ahí cruzaron los 1.000 kilómetros del pasaje de Drake, una de las rutas marítimas más desafiantes del mundo. Durante los primeros días el clima presentó condiciones adversas. El movimiento del barco fue intenso.
La primera escala ocurrió en las islas Shetland del Sur. El grupo visitó la isla Decepción. El lugar alberga una antigua base ballenera abandonada. También funcionan una base argentina y una española. Se trata de un cráter volcánico con aguas más calmas.
Tras esa parada, la tripulación desembarcó en múltiples puntos del continente antártico. El impacto visual fue inmediato. Predominan el hielo, la nieve y un paisaje sin intervención humana. El entorno resultó extremo e imponente.
Uno de los aspectos más llamativos fue el silencio absoluto. En ausencia de viento no se perciben sonidos. Esa quietud genera una sensación abrumadora. La experiencia se asemeja a estar en otro planeta.
El viaje permitió derribar ideas previas sobre la región. La Antártida no es solo un desierto plano de hielo. Presenta montañas de hasta 3.000 metros de altura. Muchas se elevan cerca del mar. El contraste recordó a paisajes del Himalaya a nivel del mar.
La fauna antártica fue otro elemento destacado. Los animales no muestran temor a la presencia humana. Durante el recorrido observaron pingüinos, focas, elefantes marinos, aves y ballenas. La cercanía sorprendió al grupo.
Las condiciones climáticas fueron favorables. Hubo menos nieve de la esperada. En las caminatas el mayor riesgo fueron las grietas en el hielo. Por esa razón avanzaron sujetos con cuerdas. El hielo compacto redujo el peligro de avalanchas.
Magister registró caminatas, esquí y baños en aguas heladas. Publicó un video diario sin una estrategia previa. Su cuenta de Instagram funcionaba como portafolio profesional. Al finalizar el viaje superó los 50.000 seguidores.
El ingreso a la Antártida requirió autorización oficial. El continente se rige por el Tratado Antártico de 1959. La normativa permite turismo e investigación científica. El resguardo ambiental es obligatorio. La Dirección Nacional del Antártico evaluó y aprobó la expedición.
El creador audiovisual advirtió sobre la vulnerabilidad ambiental del territorio. Durante el viaje observó zonas con pasto y áreas donde el hielo ya no estaba presente. Estos cambios evidencian el impacto del cambio climático.
La convivencia en el velero representó un desafío. El espacio reducido intensificó cada acción cotidiana. La basura, la comida y las relaciones personales adquirieron otra dimensión. No existía la opción de abandonar el barco ante un conflicto.
La alimentación no fue un problema. Consumieron carnes, empanadas, frutas y verduras. El frío ayudó a conservar los alimentos. La mayor limitación fue el acceso al agua. En todo el mes solo hubo dos duchas a bordo.
La travesía combinó exploración, convivencia extrema y divulgación visual. La experiencia transformó su forma de viajar y conectó a miles de personas con uno de los territorios más remotos del planeta.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de una agencia de noticias y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
