Ante los fuertes vientos derivados del empuje frío que azota al país esta semana, los bomberos forestales advierten sobre el peligro de incendios y piden a la población abstenerse de realizar quemas de cualquier tipo.
El viento juega en contra de los bomberos en dos aspectos: acelera la desecación de la vegetación favoreciendo que exista combustible en el ambiente que puede arder con facilidad y, además, propaga rápidamente las llamas.
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Para el resto de la temporada de incendios forestales, que se extiende a lo largo de la estación seca (enero a abril), los bomberos también solicitan a las personas no realizar quemas sin los respectivos permisos, en horas no adecuadas y sin medidas preventivas.
2016: el año que ardieron los bosques ticos
El país viene de sufrir su peor año en cuanto a incendios forestales de la última década, según el Programa Nacional de Manejo del Fuego del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac). En el 2016 vio arder 56.139 hectáreas de bosque, es decir, 15.789 hectáreas más con respecto al 2015.
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De ese total, 6.317 hectáreas se quemaron dentro de áreas silvestres protegidas. El 85% del área afectada en parques nacionales y refugios se debió a dos grandes incendios: uno ocurrió en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Corredor Fronterizo (en el sector de Los Chiles) y el otro en el Parque Nacional Guanacaste.
El 2016 no solo superó al 2015 en cuanto a área afectada sino que también en cuanto a número de incendios. El año pasado, los bomberos forestales atendieron 114 incendios mientras que en el 2015 fueron 90.
Ambos años estuvieron bajo la influencia del fenómeno de El Niño, el cual exacerbó las condiciones ya de por sí secas de la vertiente del Pacífico. El Niño se asocia con escasez de lluvias y fuertes vientos que alejan la humedad, lo que, sumado a una vegetación reseca que podría arder en poco tiempo, incrementa el riesgo de siniestros.
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Si bien El Niño hizo al país más vulnerable al fuego, lo cierto es que el ser humano fue quien encendió la chispa que arrasó con los bosques.
El 42% de los incendios forestales atendidos en 2016 se debieron a acciones de vandalismo, venganza y actividades de caza. El 39% se debieron a quemas agropecuarias y pastos, mientras que el 11% fueron causados por actividades de cambio de uso del suelo; es decir, corta de vegetación para dar lugar a áreas de pastos o agricultura.