
Un cráneo de oso pardo hallado en las cercanías del anfiteatro romano de Viminacium, en Serbia, reveló indicios de que el animal fue obligado a participar en espectáculos de gladiadores hace más de 1.700 años.
Investigadores del Instituto de Arqueología de Belgrado encontraron la pieza ósea dañada en un sector próximo a la entrada del coliseo. Este descubrimiento constituye la primera evidencia osteológica directa del uso de osos pardos en combates dentro de estas arenas, una práctica que hasta ahora solo se conocía por registros escritos.
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El anfiteatro, construido en el siglo II d. C., tenía forma ovalada, muros altos y capacidad para cerca de 7.000 espectadores. En el mismo sector donde apareció el cráneo, también se encontraron restos de otros animales, como los de un leopardo.
Las excavaciones indicaron que los animales usados en estos espectáculos eran sacrificados cerca del anfiteatro. Sus cuerpos se aprovechaban para distribuir carne, y los huesos se desechaban en las inmediaciones. No se realizaban entierros formales.
Combates y espectáculos con animales salvajes
Los osos participaban en diferentes tipos de espectáculos. Podían enfrentarse a gladiadores especializados en caza, conocidos como venatores, a otros animales o incluso a personas condenadas. También podían formar parte de puestas en escena que simulaban coreografías.
Independientemente del rol, los animales sufrían maltratos. El cráneo de este oso pardo presentaba una lesión traumática en la parte frontal. Aunque el hueso mostraba señales de haber comenzado a sanar, también había indicios de una infección que habría contribuido a su muerte.
Según el análisis de ADN, se trataba de un macho nativo de la región. Sus dientes indicaban que tenía alrededor de 6 años al morir. Los investigadores usaron datación por carbono para ubicar la muerte del animal entre los años 240 y 350 d. C., época en la que el anfiteatro estaba activo y celebraba juegos con frecuencia.
Rastros de sufrimiento prolongado en cautiverio
El estudio, publicado en la revista Antiquity, sugiere que el oso vivió en cautiverio durante varios años. Esto se concluyó por el desgaste anormal en los dientes caninos, causado posiblemente por intentos de morder las barras de su jaula. Además, se detectó una infección en la mandíbula.
Los investigadores creen que la herida en el cráneo pudo haber sido causada por una lanza usada por un gladiador. Aunque no se puede confirmar si el animal murió dentro de la arena, las señales apuntan a que el trauma ocurrió durante uno de los espectáculos.
Este hallazgo confirma con evidencia física lo que hasta ahora eran solo menciones textuales sobre la presencia de osos pardos en las arenas del Imperio romano.
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