
El hígado graso es una afección común que suele avanzar sin síntomas durante sus primeras etapas. Si no se detecta y trata a tiempo, puede convertirse en cirrosis, fibrosis o cáncer hepático, según especialistas en salud.
Esta condición también se asocia a un mayor riesgo de infarto de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
La dieta mediterránea se considera la más eficaz para combatir esta afección. Su riqueza en antioxidantes, fibra, omega 3 y cereales integrales, así como su bajo contenido de azúcares, la convierten en una opción recomendada por especialistas en salud.
Además de una alimentación adecuada, el tratamiento contempla:
- Control médico.
- Reducción del consumo calórico total.
- Ejercicio físico frecuente.
- Reducción de peso.
- Evitar completamente el consumo de alcohol.
Alimentos clave en la dieta contra el hígado graso
Entre los principales alimentos que ayudan al organismo a combatir esta afección destacan:
- Aceite de oliva: se recomienda su uso en crudo para conservar sus propiedades. Puede mezclarse con otros aceites al cocinar.
- Pescado: se aconseja aumentar su ingesta semanal, desplazando el consumo de carnes rojas. Las preparaciones deben incluir verduras o cereales.
- Frutas y verduras: su consumo diario debe alcanzar hasta cinco porciones. Son fuente de vitaminas, minerales y fibra.
- Legumbres: lentejas, garbanzos y porotos aportan proteínas, especialmente cuando se combinan con cereales.
- Frutos secos: proporcionan grasas saludables con efectos protectores sobre el corazón.
- Lácteos descremados: son preferibles por su bajo contenido graso.
El endulzante que debe evitarse
Uno de los factores que inciden en el aumento de casos de hígado graso es el consumo frecuente de productos ultraprocesados que contienen jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF).
Este endulzante se encuentra en bebidas azucaradas y alimentos industrializados debido a su bajo costo y alto poder edulcorante. El problema es que el jarabe se metaboliza exclusivamente en el hígado, donde promueve el almacenamiento de grasa. Por esta razón, su consumo se desaconseja por completo.
El riesgo oculto: sin síntomas, pero con consecuencias
El cardiólogo Jorge Tartaglione explicó que el hígado graso no presenta señales evidentes en su etapa inicial. Esta afección inflama y cicatriza el hígado, pero puede revertirse si se detecta a tiempo.
“El hígado graso no da síntomas.Primero es la acumulación de grasa dentro de las células del hígado y eso se inflama y cicatriza. Hasta ahí lo podemos revertir. Pero cuando pasa la cirrosis ya es mucho más difícil”, explicó el cardiólogo Jorge Tartaglione en los estudios de LN+.
Advirtió que, de no tratarse, el hígado graso se convierte en un factor de riesgo para infartos y accidentes cerebrovasculares. En pacientes jóvenes, representa una alerta anticipada de enfermedad cardiovascular.
Para su detección temprana, recomendó realizar una ecografía y análisis de sangre. Si los valores de las enzimas hepáticas aparecen elevados, el diagnóstico debe confirmarse y tratarse de inmediato.
“A mí como cardiólogo me da una alerta a futuro porque podes tener un problema cardíaco.Si tengo un paciente de 40 años con hígado graso, tengo que estar muy atento. Es como si yo le hiciera una análisis de corazón 10 años antes porque le va a impactar en el corazón.Me da la alerta del corazón”, especificó.
Tres opciones naturales para apoyar la salud del hígado
Además de una dieta equilibrada y el seguimiento médico, existen opciones caseras que pueden contribuir a mantener el hígado en buen estado:
- Jugo de remolacha: Rico en antioxidantes como la betalaína, vitamina C y potasio. Puede ayudar a reducir la inflamación hepática, según Fundahígado.
- Té verde: Un metaanálisis lo relaciona con una reducción del riesgo de cirrosis y otras enfermedades hepáticas, como el hígado graso.
- Café: La organización British Liver Trust afirma que su consumo moderado podría disminuir el riesgo de cirrosis y ciertos tipos de cáncer de hígado. Incluso el café descafeinado e instantáneo tendría efectos positivos. La cantidad recomendada va de 3 a 4 tazas diarias.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
