
Una nueva imagen tomada por el telescopio espacial James Webb mostró con gran detalle la región donde nacieron algunas de las estrellas más masivas jamás observadas. La escena parece una montaña escarpada, pero en realidad corresponde a una estructura cósmica en erosión, esculpida por la radiación de gigantes recién formadas.
La Agencia Espacial Europea (ESA) difundió este material el jueves 4 de setiembre. El registro se centró en el cúmulo estelar Pismis 24, ubicado dentro de la Nebulosa de la Lagosta, en la constelación de Escorpión. Este cúmulo se encuentra a unos 5.500 años-luz de la Tierra y se considera uno de los bercarios de estrellas más cercanos y activos del entorno galáctico.
En el núcleo del cúmulo destaca Pismis 24-1, una estrella que en su momento fue considerada la más masiva conocida. Actualmente, se sabe que está compuesta por al menos dos cuerpos estelares colosales, uno con 74 masas solares y otro con 66. Ambas se ubican entre las más brillantes y pesadas que se han documentado.
Una imagen que revela secretos estelares
La imagen fue tomada por la cámara de infrarrojo cercano NIRCam, integrada en el James Webb. En el retrato aparecen miles de estrellas, con diferentes colores y tamaños, que brillan como joyas. También se pueden ver decenas de miles de cuerpos estelares de la Vía Láctea al fondo.
Las estrellas jóvenes y calientes de Pismis 24 emiten temperaturas ocho veces mayores que la del Sol. Esa energía, combinada con potentes vientos, crea cavidades en la nebulosa. El resultado son estructuras de polvo y gas con forma de espiral, algunas de las cuales alcanzan hasta 5,4 años-luz de longitud.
Esos “dedos cósmicos”, lejos de desaparecer, estimulan la creación de nuevos astros. Los científicos consideran estas regiones como verdaderos laboratorios naturales para el estudio de la formación estelar.
La paleta de colores que traduce el universo
En la imagen, los tonos cian representan gas hidrógeno caliente. El naranja indica polvo cósmico. El rojo profundo muestra regiones más frías y densas. Estos elementos componen los bloques fundamentales para el nacimiento de nuevas estrellas.
Gracias a esta observación, el telescopio James Webb permite comprender mejor cómo surgen, evolucionan y transforman el espacio las estrellas más pesadas del universo.
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