
El cometa interestelar 3I/ATLAS sorprendió a la comunidad astronómica al liberar agua a una velocidad de 40 kilogramos por segundo, equivalente a una manguera contra incendios encendida al máximo, cuando aún se encontraba a una distancia tres veces mayor que la que separa a la Tierra del Sol.
Este fenómeno fue registrado por el Observatorio Neil Gehrels Swift de la NASA, el cual detectó el gas hidroxilo (OH), una señal clave de la presencia y sublimación del agua en el núcleo del cometa. Este comportamiento, poco usual en cuerpos similares, generó un alto interés científico por su origen y composición química.
El cometa fue detectado el 1.° de julio por el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS). Desde ese momento, expertos de diversas instituciones han seguido su trayectoria con atención, ya que se confirmó que proviene de fuera del sistema solar. Solo dos cometas con este tipo de origen han sido identificados antes: 1I/’Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019).
La publicación de estos hallazgos en la revista científica The Astrophysical Journal Letters reveló que 3I/ATLAS comenzó a expulsar agua incluso antes de acercarse al Sol, algo sin precedentes. Según los científicos, este comportamiento podría deberse al calentamiento de pequeños granos de hielo en su superficie, los cuales comienzan a evaporarse incluso a grandes distancias.

A diferencia de los cometas del sistema solar, que generalmente pierden agua solo cuando reciben calor solar directo, 3I/ATLAS parece responder a procesos distintos. Esto plantea la posibilidad de que los cometas interestelares posean una estructura y química diferente, lo que cambia lo que se sabe sobre la formación de planetas y sistemas estelares en otras partes de la galaxia.
Los científicos indicaron que observar agua o su eco ultravioleta, como el OH, en cometas interestelares equivale a recibir un mensaje directo de otros sistemas planetarios. Cada uno de los tres cometas interestelares conocidos ha mostrado características distintas: 1I/’Oumuamua fue seco, 2I/Borisov contenía monóxido de carbono y ahora 3I/ATLAS expulsa agua a distancias inesperadas.
Este comportamiento sugiere que los entornos donde se forman planetas en otras estrellas pueden ser radicalmente distintos a los conocidos. Además, refuerza la importancia de continuar el estudio de estos visitantes cósmicos para entender el origen de los elementos esenciales para la vida.
Aunque actualmente se encuentra fuera del alcance de los telescopios, 3I/ATLAS volverá a ser visible a partir de mediados de noviembre. Su estudio continuará, ya que representa una oportunidad única para comprender mejor los procesos que dan forma al universo más allá del sistema solar.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.