
El cometa 3I/ATLAS, el tercer visitante interestelar identificado en la historia, aumentó su brillo 7,5 veces más rápido que un cometa común. Este comportamiento inusual desconcertó a los científicos, que no han logrado explicar con certeza el fenómeno, según DW.
Este cuerpo celeste fue descubierto el 1.° de julio por la red ATLAS en Chile. Desde entonces, su comportamiento ha captado la atención global por su acelerada luminosidad conforme se acercó al Sol. El incremento ocurrió durante el perihelio, a finales de octubre, cuando su brillo se intensificó de forma inesperada.
Oculto detrás del Sol
Durante gran parte de octubre, el cometa permaneció oculto tras el Sol, fuera del rango de visión de los telescopios terrestres. Sin embargo, investigadores lograron seguir su evolución mediante satélites como STEREO-A, SOHO y GOES-19, diseñados para estudiar la actividad solar.
Las observaciones demostraron que el brillo del cometa creció a una velocidad doble de la esperada. Su luminosidad aumentó de forma proporcional a la distancia heliocéntrica elevada a la potencia 7,5, un valor muy superior a lo normal en este tipo de cuerpos celestes.
En los cometas tradicionales, el brillo aumenta a medida que el hielo superficial se derrite por el calor solar y se convierte en gas. En el caso del 3I/ATLAS, la rapidez del proceso sugiere procesos internos distintos a los observados en los cometas del sistema solar.

El cometa emite una luz azul intensa, diferente al tono dorado que suele caracterizar a los cometas. Las imágenes captadas por satélite indicaron que este color podría deberse a la presencia de compuestos como amoníaco o cianógeno, que al sublimarse generan ese tipo de luminosidad.
Además, el análisis reveló que la coma, una nube de gas y polvo que rodea al núcleo del cometa, mostraba una alta actividad. Esto permitió que incluso astrónomos aficionados lograran visualizarlo con sus equipos durante su punto más cercano al Sol.
Lo más inesperado fue que el cometa continuó liberando dióxido de carbono, incluso en fases donde lo habitual sería observar vapor de agua. Esto sugiere que la composición interna del cometa difiere de los objetos helados típicos del sistema solar.
Estudios del telescopio espacial James Webb mostraron indicios de que la superficie del cometa ha sido modificada por rayos cósmicos durante miles de millones de años.

Investigadores del Instituto Real Belga de Aeronomía Espacial propusieron que esos rayos transformaron el monóxido de carbono en dióxido de carbono hasta una profundidad de 20 metros.
Ese hallazgo implica que el cometa no conserva su material original, sino que presenta señales químicas de un extenso viaje por la galaxia.
El 3I/ATLAS se desplaza a más de 210.000 kilómetros por hora siguiendo una trayectoria recta y plana. Astrónomos estiman que podría ser uno de los objetos más antiguos observados, formado incluso antes del nacimiento del sistema solar.
Después de su paso detrás del Sol, el cometa volvió a ser visible desde la Tierra. Durante noviembre y diciembre, telescopios terrestres seguirán su recorrido. Además, la misión JUICE de la Agencia Espacial Europea, que se dirige a Júpiter, también lo observará desde el espacio.
El 4 de noviembre fue el punto más cercano entre la sonda JUICE y el cometa, con una distancia aproximada de 64 millones de kilómetros. Sin embargo, los datos de esta observación no estarán disponibles hasta febrero de 2026 debido a la baja velocidad de transmisión de la nave.
Por ahora, el 3I/ATLAS continúa siendo un enigma astronómico que podría revelar más sobre la composición y evolución de otros sistemas solares.

*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
