Durante cinco meses de 2017, la trabajadora agrícola Alka Kamble experimentó visión borrosa en uno de sus ojos, pero no consultó a un oftalmólogo.
“No lo podía pagar y tampoco tenía tiempo; tenía que trabajar muchas horas para llegar a fin de mes”, explicó.
Entonces, Kamble vio un anuncio de una clínica oftalmológica gratuita cerca de su casa en Jambhalivillage, en el estado indio de Maharashtra. El médico le recomendó una operación inmediata de cataratas y le dijo que la sobreexposición a la radiación solar probablemente había contribuido al deterioro de su vista.
Kamble, hoy de 55 años, llevaba décadas trabajando largas horas bajo un calor abrasador, sin anteojos de sol ni sombra. Las condiciones han empeorado con la intensificación de las olas de calor en India.
“El calor se ha vuelto tan insoportable que a los agricultores les cuesta incluso trabajar dos horas en el campo en los veranos”, recordó.

La exposición a la radiación UV, la genética y el envejecimiento pueden provocar cataratas, una enfermedad que afecta a unos 94 millones de personas y en la que el cristalino se nubla, causando visión borrosa. Pero en los últimos años los investigadores han descubierto otro factor causante de cataratas y otros trastornos oculares: el cambio climático.
El cambio climático aumenta el riesgo para la salud ocular de múltiples maneras. En primer lugar, aumenta la temperatura del planeta: la temperatura media de la superficie terrestre en 2024 fue la más alta jamás registrada. Las temperaturas corporales que alcanzan 40 ° C pueden causar insolación, una afección que altera los procesos biológicos en todo el cuerpo. En los ojos, el golpe de calor daña los sistemas de defensa naturales que normalmente contrarrestan la acumulación de moléculas nocivas llamadas especies reactivas del oxígeno, explicó Lucía Echevarría-Lucas, oftalmóloga del Hospital de la Axarquía, en Málaga, España.
El cristalino está formado por proteínas cristalinas que deben permanecer organizadas para ser transparentes. Las especies reactivas del oxígeno pueden dañar estas proteínas, “formando opacidades que conducen a las cataratas”, afirma Echevarría-Lucas.
Como el cristalino no puede regenerar las proteínas, cuanto más tiempo se pasa en el calor, mayor es el riesgo de desarrollar cataratas. En un estudio realizado durante 10 años en el sur de España, Echevarría-Lucas y sus colegas descubrieron 370,8 casos más de cataratas por cada 100.000 habitantes por cada grado Celsius de aumento de la temperatura media máxima anual. Y aunque la edad típica de aparición de las cataratas es a partir de los 60 años, las cataratas en personas de entre 15 y 49 años eran más frecuentes en regiones donde un alto porcentaje de la población trabaja en la agricultura.
Otra forma en que el calentamiento global contribuye a los trastornos oculares es el aumento de la exposición a la radiación UV, según Echevarría-Lucas y José María Senciales González, geógrafo de la Universidad de Málaga y coautor del estudio. Esto se debe en parte al comportamiento —las personas tienden a pasar más tiempo al aire libre cuando hace calor—.
Pero en algunos lugares, como el sur de California y la Costa del Sol en España, los vientos cálidos y secos extraen del aire el vapor de agua que normalmente absorbería la radiación UV, provocando una mayor exposición a los rayos UV. La radiación UV también genera especies reactivas de oxígeno que dañan el cristalino y pueden dañar directamente el ADN de las células del cristalino, añadió Echevarría-Lucas.
Las cataratas son una de las causas más comunes de problemas de visión. Pero el cambio climático también aumentaría otras afecciones oculares. Entre ellas están la queratitis —inflamación de la córnea, la capa transparente y más externa del ojo—, el pterigión —un crecimiento excesivo de tejido carnoso de color rosado sobre la parte blanca del ojo— y la conjuntivitis, una infección o irritación ocular, señaló Yee Ling Wong, oftalmóloga en formación en el Hospital Real del Ojo de Manchester, en el Reino Unido, y coautora de una revisión publicada en 2024 en el Journal of Climate Change and Health.

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Un estudio realizado en 2023 con casi 60.000 personas en Ürümqi, al noroeste de China, reveló que las temperaturas superiores a 28,7 °C aumentaban el riesgo de conjuntivitis en aproximadamente un 16% en comparación con las temperaturas diarias en torno a 10,7 °C. Según el oftalmólogo Malik Kahook, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado, la prolongación de las temporadas de polen y el aumento de la proliferación de moho, factores ambos relacionados con el cambio climático, contribuyen al aumento de la conjuntivitis causada por alergias.
Además, las sequías provocadas por el clima causan una inseguridad alimentaria que puede provocar deficiencias de nutrientes esenciales, como el cobre y las vitaminas B12, B1 y B9, que corren el riesgo de dañar el nervio óptico. Durante las sequías, la población se ve obligada a utilizar agua insalubre, lo que también aumenta el riesgo de infecciones oculares.

Hay formas de proteger los ojos de los daños causados por el clima. Quienes trabajan al aire libre deben tener sombra suficiente y hacer pausas frecuentes para refrescarse, dice Jesús Rodrigo Comino, geógrafo de la Universidad de Granada y coautor del estudio español. También recomienda llevar un sombrero con visera que proteja los ojos, así como anteojos de sol con filtro UV: las gafas de sol ofrecen casi un 38% más de protección que no llevarlas.
Los lentes de contacto que contienen un hidrogel que permite que llegue más oxígeno a la córnea también pueden ayudar a evitar los daños causados por los rayos UV, afirma Rodrigo Comino. Estos lentes de contacto están muy extendidos y los oftalmólogos los prescriben con frecuencia en todo el mundo. Comer alimentos ricos en vitaminas A, C y E, y triptófano, así como evitar fumar y beber alcohol, también puede ayudar.
Reducir los gases de efecto invernadero y las sustancias químicas que agotan la capa de ozono, que aumentan la exposición a los rayos UV, es fundamental para proteger la salud ocular a escala mundial. Pero incluso en el mejor de los escenarios climáticos, el calor intenso, las sequías y otros factores irritantes para los ojos seguirán afectando a personas como Kamble.
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Este artículo apareció originalmente en Knowable en español, una publicación sin ánimo de lucro dedicada a poner el conocimiento científico al alcance de todos. Suscríbase al boletín de Knowable en español.