
Cuando el psicólogo Jonathan Smallwood se propuso estudiar la divagación mental —vagabundeo mental, mente errante o mind-wandering— hace unos 25 años, pocos de sus colegas pensaron que fuera buena idea. ¿Cómo investigar esos pensamientos espontáneos e impredecibles que surgen cuando las personas dejan de prestar atención a su entorno y a la tarea que tienen entre manos?
Pero Smallwood, que hoy trabaja en la Queen’s University de Ontario, Canadá, siguió adelante. Usó como herramienta una tarea de computadora francamente tediosa que pretendía reproducir el tipo de lapsus de atención que nos hace echar leche en la taza de alguien que pidió café negro. Empezó preguntando a los participantes cuestiones básicas para saber cuándo y por qué las mentes tienden a distraerse, y hacia qué temas. Al tiempo, empezó a escanear sus cerebros para ver qué ocurría cuando la mente divagaba.
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Smallwood aprendió que las mentes infelices tienden a vagar por el pasado, mientras que las felices suelen reflexionar sobre el futuro. También se convenció de que vagar entre nuestros recuerdos es crucial para ayudarnos a prepararnos para lo que está por venir. Aunque algunos tipos de vagabundeo mental —como obsesionarse con problemas sin solución— pueden asociarse a la depresión, Smallwood cree ahora que la divagación mental pocas veces es una pérdida de tiempo.
Smallwood, coautor en 2015 de un influyente resumen de la investigación sobre la divagación mental en el Annual Review of Psychology, es el primero en admitir que aún quedan muchas preguntas por responder.

¿Es la divagación mental lo mismo que soñar despierto?
Creo que es un proceso similar en un contexto diferente. Cuando uno está de vacaciones y tiene mucho tiempo libre, se podría decir que sueña despierto con lo que le gustaría hacer. Pero cuando se está bajo presión para rendir, los mismos pensamientos se consideran vagabundeos mentales.
Es más útil hablar de los procesos subyacentes: el pensamiento espontáneo o la disociación de la atención de la percepción, que es lo que ocurre cuando nuestros pensamientos se separan de nuestra percepción del entorno. Ambos procesos tienen lugar durante la divagación mental y el soñar despierto.
A menudo tardamos en darnos cuenta de que divagamos. ¿Cómo estudiarlo en otras personas?
Al principio, les dábamos tareas experimentales muy aburridas para que la mente divagara mucho. Solo preguntábamos de vez en cuando: “¿Estás divagando?”, mientras registrábamos la actividad cerebral en un escáner.
Pero después de hacer estudios como este durante mucho tiempo, caí en cuenta de que si queremos saber cómo funciona el pensamiento en el mundo real, donde la gente ve la tele o sale a correr, la mayoría de los datos que tenemos nunca van a decir gran cosa.
Así que ahora intentamos estudiar estas situaciones. En lugar de hacer experimentos en los que solo preguntamos: “¿Tu mente está divagando?”, hacemos muchas preguntas diferentes: “¿Tus pensamientos son detallados? ¿Son positivos? ¿Te distraen?”
¿Cómo y por qué decidió estudiar la divagación mental?
Empecé a estudiar la divagación mental al principio de mi carrera, cuando era joven e ingenuo.
No entendía muy bien por qué nadie lo estudiaba. La psicología se centraba entonces en el comportamiento exterior medible. Pensé: eso no es lo que quiero entender acerca de mis pensamientos. Lo que quiero saber es: ¿por qué vienen, de dónde vienen y por qué persisten, aunque interfieran con la atención en el aquí y ahora?
Más o menos al mismo tiempo, se desarrollaban las técnicas de imagen cerebral, que indicaban a los neurocientíficos que algo ocurría en el cerebro incluso cuando no estaba ocupado con una tarea conductual. Grandes regiones del cerebro, ahora denominadas red neuronal por defecto, hacían lo contrario: si se asignaba una tarea a una persona, la actividad de estas zonas disminuía.

¿Entonces la mente errante es el modo por defecto del cerebro?
Es más complicado que eso. Al principio, los investigadores estaban muy seguros de que la red neuronal por defecto rara vez aumentaba su actividad durante las tareas. Pero todas estas tareas implicaban hacer algo en el mundo exterior. Más tarde, cuando se pidió a los participantes realizar una tarea que no requiriera interactuar con el entorno, como pensar en el futuro, también se activó la red neuronal por defecto.
Más recientemente, hemos identificado tareas mucho más sencillas que también activan la red neuronal por defecto. Si dejamos que la gente observe una serie de formas en una pantalla, y de vez en cuando les sorprendemos y les preguntamos algo, las regiones de la red neuronal por defecto aumentan su actividad cuando toman esa decisión. Es una observación desafiante si se piensa que la red neuronal por defecto es solo un sistema de vagabundeo mental.
Pero lo que ambas situaciones tienen en común es que se utiliza información de la memoria. Ahora creo que la red neuronal por defecto es necesaria para cualquier pensamiento basado en información de la memoria —y eso incluye la divagación mental—.
¿Es posible demostrar que efectivamente es así?
En un estudio reciente, en lugar de preguntar a la gente si estaba prestando atención, fuimos un paso más allá. Las personas estaban en un escáner leyendo frases cortas en una pantalla. De vez en cuando, les mostrábamos un mensaje que decía “Recuerda”, seguido de un elemento de una lista de cosas de su pasado que habían proporcionado antes. Entonces, en lugar de leer, recordaban lo que les habíamos mostrado.
Descubrimos que los escáneres cerebrales de este experimento se parecen notablemente a la mente errante. Eso es importante: nos da más control sobre el patrón de pensamiento que cuando ocurre espontáneamente, como en la divagación mental natural. Eso también es una debilidad, porque no es espontáneo.
Cuando hacemos que la gente recuerde cosas de la lista, recapitulamos bastante de lo que vimos en la divagación mental espontánea. Esto sugiere que al menos parte de la actividad que observamos cuando la mente divaga está asociada a la recuperación de recuerdos. Creemos que la disociación entre atención y percepción se produce porque la gente está recordando.

¿Les ha preguntado a las personas hacia dónde vagan sus mentes?
El pasado y el futuro parecen dominar el pensamiento de las personas. La divagación mental es intento del cerebro de dar sentido a lo que ha sucedido, para poder comportarnos mejor en el futuro.
También es muy frecuente que las personas divaguen mentalmente sobre situaciones sociales. Tiene sentido, porque tenemos que trabajar con otras personas para conseguir casi todos nuestros objetivos.
Es claramente útil, ¿pero no es deprimente volver una y otra vez al pasado?
Puede serlo. Divagar sobre el pasado tiende a asociarse con un estado de ánimo negativo.
Daré un ejemplo. Para un científico como yo, encontrar soluciones creativas a problemas científicos divagando mentalmente es muy gratificante. Pero si mi situación cambia y me encuentro con problemas que no puedo solucionar, el hábito de repasar el pasado puede resultar difícil de romper. Mi cerebro seguirá activando el sistema de resolución de problemas, aunque no pueda hacer nada para solucionarlos. Si ocurre algo así y lo único que tengo es un sistema imaginativo de resolución de problemas, no me va a ayudar, solo me va a disgustar.
Ahí es donde creo que la atención plena o mindfulness podría ser útil, porque la idea es llevar tu atención al momento.
Si pasas el tiempo suficiente practicando estar en el momento, quizá se convierta en un hábito. Ser capaz de controlar la divagación mental. La terapia cognitivo-conductual es otra forma de reducir las divagaciones mentales perjudiciales.

Hoy muchos de los momentos de ocio en los que antes nuestra mente divagaba los pasamos pegados a nuestros teléfonos. ¿Cómo cambia eso el funcionamiento del cerebro?
Lo interesante de las redes sociales y la divagación mental es que pueden tener motivaciones similares. El vagabundeo mental es muy social. En nuestros estudios, encerramos a la gente en pequeñas cabinas y les hacemos hacer estas tareas y al salir dicen: “Estoy pensando en mis amigos”. Estar al día con los demás es muy importante para las personas.
Los grupos sociales son tan importantes para nosotros como especie que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo intentando anticiparnos a lo que van a hacer los demás, y creo que las redes sociales están llenando parte del vacío que intenta llenar la divagación mental. Es recibir información social: puedes intentar imaginar lo que está haciendo tu amigo, o puedes solo enterarte por Internet. Aunque hay una diferencia importante: cuando la mente divaga, ordenas tus propios pensamientos. El consumo de redes sociales es más pasivo.
¿Podríamos suprimir la divagación mental en situaciones peligrosas?
La divagación mental puede ser beneficio y también maleficio. No estoy seguro de que sepamos todavía cuándo sería una buena idea detenerla. En nuestros estudios actuales, intentamos determinar cómo piensa la gente en distintos tipos de tareas. Esperamos que este enfoque nos ayude a determinar cuándo es útil que la mente divague y cuándo no, y cuándo debemos intentar controlarlo y cuándo no.
En nuestros estudios, las personas más inteligentes no divagan tanto cuando la tarea es difícil, pero pueden hacerlo más cuando las tareas son fáciles. Es posible que utilicen el tiempo cuando el mundo exterior no demanda su atención para pensar en otros asuntos importantes. Hay incertidumbre sobre si la divagación mental es siempre algo malo, porque es probable que sea útil en algunas circunstancias.
El mapa de cómo piensa la gente en distintas situaciones se ha convertido en algo muy importante en nuestra investigación. Es el trabajo en el que voy a centrarme probablemente durante el resto de mi carrera.
Este artículo apareció originalmente en Knowable en español, una publicación sin ánimo de lucro dedicada a poner el conocimiento científico al alcance de todos. Suscríbase al boletín de Knowable en español.