
Durante más de tres décadas, la escultura Kryptos descansó en los jardines de la sede central de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Estados Unidos como un desafío sin solución.
Sin embargo, en setiembre de 2025, el cuarto y último código que permanecía sin resolver fue descifrado por dos periodistas, sin ayuda de supercomputadoras ni inteligencia artificial.
La escultura, elaborada en cobre por el artista Jim Sanborn, fue inaugurada en 1990 y contiene cuatro segmentos cifrados. Los tres primeros se descifraron con el paso del tiempo, pero el segmento final, conocido como K4, resistió todos los intentos por más de 30 años.
Sanborn, de 79 años, planeaba subastar la solución oficial de K4 junto con otros documentos vinculados a su obra. Según la casa de subastas RR Auction, el lote podría alcanzar entre $300.000 y $500.000. La venta buscaba financiar tratamientos médicos del escultor y apoyar causas sociales.
No obstante, antes de concretar la subasta, Sanborn recibió un mensaje que alteró todo. Dos periodistas, Jarett Kobek y Richard Byrne, enviaron un correo electrónico con la solución completa del código. El asunto del mensaje incluía las primeras palabras del enigma y el cuerpo contenía el texto descifrado por completo.
Archivo olvidado contenía la clave
La revelación no provino de un análisis computacional, sino de un hallazgo archivístico. Kobek, al revisar el catálogo del lote que sería subastado, detectó una mención a “gráficos de codificación” depositados en el Instituto Smithsonian. Intrigado, pidió a su colega Byrne que revisara los documentos.
El 2 de setiembre, Byrne fotografió cientos de hojas con diagramas y notas manuscritas. Esa noche, al revisar las imágenes, Kobek notó que algunos fragmentos del texto original eran legibles. Entre ellos, aparecían referencias ya conocidas como “Reloj de Berlín” y “Este Noreste”, claves parciales reveladas anteriormente por el artista.
Al unir los fragmentos, hallaron una secuencia de 97 caracteres, exactamente la longitud de K4. La solución no fue un logro criptográfico convencional, sino el resultado de una filtración involuntaria. Sanborn había donado al museo estos documentos mientras enfrentaba un tratamiento contra el cáncer, sin darse cuenta de que incluía copias del texto original.
De la gratitud al conflicto legal
Tras recibir el mensaje, Sanborn validó la autenticidad del hallazgo y agradeció a los periodistas. Sin embargo, horas más tarde cambió de posición. Preocupado por el impacto que la revelación podría tener en la subasta, propuso a Kobek y Byrne firmar acuerdos de confidencialidad. Incluso les ofreció un porcentaje de las ganancias.
Ambos rechazaron la propuesta, al considerar que podría interpretarse como una forma de encubrimiento o fraude, lo cual afectaría el mérito de su descubrimiento. El conflicto derivó en una disputa que alcanzó también a las instituciones involucradas.
El Smithsonian restringió el acceso a los archivos de Kryptos hasta 2075, invocando razones de propiedad intelectual. Por su parte, RR Auction advirtió a los periodistas con acciones legales si difundían la solución del código.
A pesar de la controversia, la subasta continuará según lo previsto. Se iniciará en octubre y finalizará el 20 de noviembre. Sin embargo, la divulgación del contenido de K4 podría influir en el valor que alcance la obra.
Especialistas tienen opiniones divididas. Para algunos, el valor de Kryptos radica en su misterio. Para otros, la historia detrás del hallazgo podría incluso elevar el interés del mercado, que se autodestruyó tras ser vendida y aumentó su precio.
Jim Sanborn confirmó que existe una quinta sección secreta, conocida como K5, que permanece sin resolver. Esta capa adicional mantiene viva la intriga en torno a Kryptos, aún con K4 decodificado.
Paradójicamente, el secreto más buscado del mundo criptográfico no fue revelado por tecnología avanzada, sino por curiosidad periodística y errores de archivo. Según Kobek, todos creían que la solución vendría de las ciencias duras, pero finalmente la clave fue descubierta desde la biblioteconomía.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
