Washington. El Congreso de Estados Unidos estaba bajo fuertes medidas de seguridad este jueves, un día después de que la Policía anunció que una “milicia” planeaba atacarlo, avivando el recuerdo del asalto al Capitolio por seguidores extremistas del expresidente Donald Trump el 6 de enero.
Miembros del movimiento conspirativo QAnon dan una importancia simbólica al 4 de marzo, la fecha en la que los presidentes estadounidenses juraban el cargo hasta 1933.
Ese grupo se niega a aceptar la victoria electoral del demócrata Joe Biden y consideran que Trump debía ser investido para un segundo mandato este jueves.
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Efectivos de la Guardia Nacional patrullaban alrededor del Capitolio, protegido desde el 6 de enero por altas vallas, coronadas en algunas zonas por alambradas.
Con ese despliegue, resulta difícil imaginar que se repita lo ocurrido hace dos meses, cuando miles de manifestantes pro-Trump, reunidos frente al Congreso para escuchar un discurso del entonces presidente, decidieron asaltar la sede del Congreso.
— The U.S. Capitol Police (@CapitolPolice) March 2, 2021
La Cámara de Representantes adelantó al miércoles por la noche dos votaciones previstas este jueves, pero su presidenta, la demócrata Nancy Pelosi, dio su rueda de prensa semanal desde el edificio por la mañana, y el Senado mantuvo su sesión.
Los responsables de la seguridad del Congreso aconsejaron a los parlamentarios que utilizaran los aparcamientos y pasillos subterráneos para acceder al Capitolio y les pidió que extremaran las precauciones.
El temor es fruto de informaciones obtenidas por los servicios de inteligencia estadounidenses.
A finales de febrero, un grupo de extremistas “no identificado mencionó el proyecto de tomar el control del Capitolio estadounidense”, explicaron a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI y el Departamento de Seguridad Interior en un comunicado.
Esos extremistas, convencidos de que la victoria de Biden en las elecciones presidenciales de noviembre se debió a un fraude, niegan la legitimidad del presidente, que llegó a la Casa Blanca el 20 de enero.
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“Hemos obtenido información de inteligencia que muestra un posible complot para irrumpir en el Capitolio, por parte de una milicia identificada, el jueves 4 de marzo”, indicó el miércoles en Twitter la Policía del Capitolio.
Trump, quien vive en Florida desde que dejó Washington, no reaccionó a esa noticia.
Calles desiertas
Durante la presidencia de Trump, el movimiento QAnon impulsó la idea de que el republicano salvaría al mundo de una “élite compuestas por pedófilos satanistas”. Las grandes redes sociales vetaron al grupo, lo que hace más difícil seguir la actividad de sus miembros.
Muchos de ellos se desalentaron tras el fracaso del asalto del 6 de enero, y su capacidad de movilización es incierta.
El precio de las habitación del lujoso hotel Trump International, cerca del Congreso, se disparó hasta los $1.331 por noche el miércoles y el jueves, frente a los $476 de finales de marzo.
Sin embargo, este jueves por la mañana, las calles estaban casi desiertas, muy lejos de la agitación previa al día del ataque al Congreso.
Cinco personas, incluido un policía del Capitolio, murieron durante el asalto. Más de 270 están siendo investigadas por su participación en esa asonada, según el FBI.
Acusado de “incitación a la insurrección” por haber instado a sus partidarios a marchar ante la sede del Congreso, Trump fue absuelto por el Senado el 13 de febrero.
El mandatario jamás aceptó el resultado de las presidenciales y sigue asegurando, sin pruebas, que su derrota fue fruto de un fraude masivo.