Privacidad, sufismo e inclusive laicismo: temas que eran tabú han sido invitados al Salón del Libro de Riad, Arabia Saudita, que hace esfuerzos para proyectar la imagen de un país abierto y tolerante, pese a la implacable represión de la disidencia.
Entre los anaqueles, Mahmud al Qadumi se pasea observando las cubiertas. Para este jordano residente desde hace una década en el reino ultraconservador, la oferta de libros es "atrevida y sin precedentes".
"A diferencia de los años anteriores, se encuentran libros sobre sufismo y ateísmo", indicó a la AFP, mostrando un volumen que versa sobre la creación del universo desde un punto de vista científico y no religioso.
En los últimos años, influenciado por el príncipe heredero, Mohamed bin Salman, el reino lanzó una serie de reformas económicas, religiosas y sociales. En particular, las mujeres han sido autorizadas a conducir vehículos, se reabrieron los cines y se han permitido los conciertos de música pop con público mixto.
A pesar de que las reformas han sido bien acogidas por las oenegés internacionales, éstas continúan denunciando la brutal represión de las voces disidentes, como el encarcelamiento de militantes a favor de los derechos de las mujeres o el asesinato del periodista crítico Jamal Khashoggi, episodio ocurrido en el consulado saudita en Estambul.
Para Saud Kateb, miembro de la Sociedad Saudita de Escritores de Opinión, actualmente "el nivel de libertad es por completo diferente" en el país.
Antes, la policía religiosa --cuyos poderes han sido considerablemente limitados-- "irrumpía en los actos culturales para prohibirlos e impedir la participación de mujeres", recuerda. Ahora, éstas son bienvenidas.
Otro asistente al Salón del Libro, que tuvo lugar este mes, el saudita Abdelaziz al Turki, cree por su parte que algunos libros expuestos son "chocantes y no concuerdan con el patrimonio cultural del país".
En las redes sociales, algunos usuarios han denunciado algunos libros "vergonzosos", tuiteando portadas con títulos como "Me afeité la barba" o "Mis amigos son perros".
"En la era digital, es imposible esconder libros", señala ante la AFP Majid al Qasabi, ministro de Información saudita. Asegurando que el mundo de los libros estuvo "en el centro" de las recientes reformas el reino.
Islam Fathi, un editor egipcio que participa en la muestra todos los años, asegura que "jamás pensó en poder proponer" algunos títulos que exhibe en esta edición, entre ellos obras de los escritores rusos Dostoievski y Tolstoi.
También fueron permitidas la presentación de novelas políticas, sobre temas como la opresión o el férreo control social, como "Rebelión en la Granja" y "1984" de George Orwell.
No obstante, en un país claramente hostil a la libertad de expresión, los editores siguen practicando una forma de autocensura, debido a una especie de nube que rodea las líneas rojas que no deben cruzarse.
"Ahora podemos exponer libros más 'abiertos', pero existen límites puesto que practicamos la autocensura", señala bajo cubierta del anonimato un editor procedente del Líbano.
"Nadie quiere arriesgarse a sufrir importantes pérdidas económicas" si un envío de libros es confiscado", añade.
Un editor egipcio, también bajo el anonimato, comparte las mismas preocupaciones.
Funcionarios de la feria incautaron ejemplares de un libro titulado "El plan de Dios para ordenar al universo", indicó, enfatizando que no brindaron ninguna explicación por tal decisión.
"Algunas reglas no están claras, lo que nos lleva a autocensurarnos", suspira.
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