
Casi cinco días antes del clásico, el pasado sábado, se habían vendido todas las entradas; no quedaba ni una sola localidad.
Algunos de mis allegados me enviaban mensajes o me hacían constantes llamadas para ver si podía hacer algo para conseguirles un espacio, pero la verdad fue imposible.
La gente lo abarrotó y esperó que con esa euforia el equipo los representara dentro del campo, con el fútbol que había mostrado en su último partido en Pérez Zeledón, haciendo hincapié en un alto nivel de juego y en el orden que venía intentando conseguir y que lo tenía de líder.
Pero la realidad fue otra, ya que el Deportivo Saprissa, su eterno rival que no venía en su mejor versión, lo puso en su lugar, le ganó en casa y con su gente, que se peleaba las entradas antes del sábado.
Para ello, Saprissa jugó un mejor fútbol e hizo desaparecer a las figuras que habían llamado la atención del lado manudo, pero que esa noche solo se pusieron la camiseta, pues el clásico les quedó grande.
Con esta introducción y bajo lo que se aproximaba, que era muy rápido el partido frente al Municipal de Grecia, hacía a muchos preguntarse cómo iba a responder La Liga después de semejante cachetada.
Los posclásicos son los más difíciles porque te ves obligado a reponerte rápidamente y a no dejar lo que tenía la Liga en ese momento, que era el liderato, sabiendo que todos los de atrás habían ganado y lo ponían en la obligación de sacar los tres puntos.
Y ganó, por lo que está en primer lugar, pero cómo fue. Ahí es donde todos nos hacemos la gran pregunta, luego de que en las primeras fechas solo apostaba a un solo delantero y la constante alternabilidad de Moya, Róger y Mac no le estaba dando tanta fortaleza ofensiva.
Esos son tipos de áreas, goleadores agresivos, por eso parece que el jueves Andrés Carevic, apostó a dos de ellos en el segundo tiempo y el resultado fue darle vuelta al marcador, ya que el equipo griego había dado un golpe y lo hacía ver mal.
¿Con uno, con dos o tres delanteros debería jugar el equipo manudo?
No importa cuántos, sino que produzca opciones de gol, muchas.
Que los de afuera, que no son delanteros como nos quieren hacer ver, tengan mínimo cuatro opciones por partido y no para tirar centros, sino para un mano a mano.
Eso sí, la Liga no puede pestañear mientras decide cómo seguir encarando los siguientes partidos, porque los que vienen atrás andan con ganas de subirse a la cima que hoy domina el León.