En las montañas de Talamanca, en el asentamiento indígena cabécar de Sitio Gilda, la niña Daniela Salazar Sanabria, de 12 años, cursa sexto grado en la humilde escuela unidocente de Jamó, construida de madera y con grandes carencias.
Desde que estaba en el vientre de su madre, Daniela formaba parte del grupo de indígenas que cada año bajaban desde la montaña, por el sector del Cerro Urán, hasta Herradura, donde su padre, Ismael Salazar, y su madre, Andrea Sanabria, participaban en la tradicional Carrera Campo Traviesa al Cerro Chirripó, desde hace más de 15 años.
Con el paso del tiempo, Andrea se convirtió en la indiscutible reina de la competencia, ganándola en 10 ocasiones y demostrando un gran coraje, pese a las limitaciones. Entrenaba con botas de hule, mientras ayudaba a su esposo en labores agrícolas en la montaña o recolectaba café en Herradura y San Gerardo de Rivas, en Pérez Zeledón.

Con los años, Andrea fue superada por atletas más jóvenes y mejor preparadas. Aun así, continúa dando pelea en las competencias de montaña, participando incluso en carreras de ultramaratón de hasta 50 kilómetros.
Pero su mayor orgullo no son los trofeos ni las medallas, sino ver cómo su hija Daniela ha seguido sus pasos. A pesar de su corta edad. La pequeña ya gana competencias frente a mujeres adultas que incluso le doblan la edad.
Aunque Andrea e Ismael criaron a sus hijos Ademar, Fabián y Daniela bajo la sombra del atletismo, fue la niña de la casa quien siguió con mayor ahínco el legado deportivo. Este año participó en diversas competencias atléticas junto a adultos, logrando destacadas actuaciones y triunfos que la motivan a seguir entrenando.
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“Daniela entrena en la montaña después de la escuela. Lo hace con su mamá, Andrea, cuando ella termina de trabajar como cocinera en la escuela de Jamó. Daniela le pone muchas ganas; es muy fuerte y valiente”, comentó Ismael, su papá, quien la orienta en los entrenamientos por senderos y potreros cerca de su casa.
Daniela Salazar le gana a las mayores
El pasado domingo 6 de julio, Daniela compitió en una prueba de 11.5 kilómetros denominada Turrialba - Chirripó.
Al no existir una categoría menor, lo hizo en la categoría élite (hasta los 39 años), logrando el primer lugar con un tiempo de 1 hora, 13 minutos y 33 segundos (1:13:33), superando a Jimena Hidalgo, segunda con 1:28:43, y a Dixa Jiménez, quien registró 1:51:50.
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También triunfó en la competencia Sky Run, realizada en Pérez Zeledón, en la prueba de 10 kilómetros, donde se dejó el primer lugar con un crono de 1:54:42. En esa ocasión, superó a María Navarro (2:19:36) y a Diana Sánchez (2:56:51).
“Ella es muy fuerte, responsable y muy rápida”, aseguró su padre, quien también corre en los eventos atléticos.
En la carrera Chirripó al Límite, de 14 kilómetros —considerada la prueba corta de la Carrera Campo Traviesa al Cerro Chirripó—, Daniela obtuvo el tercer lugar el pasado 22 de febrero, a pesar de sufrir dolores en las piernas.
Daniela también corre para ayudar a su familia, ya que los premios económicos representan parte del sustento diario. Además de su padre, quien trabaja en el campo sembrando frijoles, yuca y plátanos con la ayuda de su hijo mayor Fabián, su madre colabora con los ingresos que recibe como cocinera en la escuela de Jamó.
“Todo es muy difícil en la montaña. A veces se pierden las cosechas, y con las carreras nos ayudamos un poco. También cogemos café en Herradura (Pérez Zeledón) y hacemos otros trabajos para llevar los alimentos a casa”, aseguró Salazar en una entrevista concedida anteriormente a La Nación.