
La posesión de pelota es un dato que por sí mismo no gana partidos. De nada sirve pasear el balón por toda la cancha -y alardear sobre ello en la conferencia de prensa posterior- si el rival golpea con mayor acierto en el único lugar donde importa.
Costa Rica se empachó de hacer pases contra Haití, monopolizó la pelota la mayor parte del tiempo y aún así terminó perdiendo 1-2.
Antes de entrar a los números, hagamos un apunte que debe llamar a la preocupación: Costa Rica quedó en el segundo lugar de un grupo donde estaban Haití, Bermudas y Nicaragua. Si esto no se corrige, nada más imaginémonos lo que nos puede esperar en la eliminatoria.
Según las estadísticas oficiales de Concacaf, la Tricolor tuvo mejor rendimiento en casi todas las casillas medidas, según podemos ver a continuación.
La diferencia en los pases resulta brutal: Costa Rica hizo casi tres servicios por uno de Haití. Además, la mayoría de esos pases fueron buenos y terminaron en el pie del compañero (88 por ciento).
Y, ¿en qué se tradujo todo ese caudal? En 13 remates a portería, de los cuales cinco fueron directos y solo uno ingresó (de hecho, técnicamente el gol tico ni siquiera debería contar como remate directo, porque el cabezazo de Saborío no iba rumbo al marco, hasta que el defensa la desvió).
Haití necesitó mucho menos para conseguir libre acceso a la portería de Moreira. No completó ni 200 pases, pero sacó los mismos cinco remates directos que la Tricolor. Y ya sabemos que dos terminaron en la red.
De nada sirve esa cantidad de pases de la Tricolor si no hay profundidad, si el equipo se desgasta en un ir y venir sin sentido (para que tome nota el Saprissa de Paté). Muchos de esos toques involucraron a la primera línea de volantes (Celso y Allan Cruz), mientras los haitianos esperaban atrás en una zona de confort de la que salieron para causar daño.
Mucho se ha hablado de los laterales. Gamboa y Oviedo tuvieron oportunidad en los primeros partidos, y Matosas incluyó este lunes a Matarrita por la izquierda y Fuller por la derecha. Sin embargo, el aporte ofensivo resultó muy pobre, tal y como demuestra este mapa de calor publicado por la Concacaf.

Entre más roja la zona, significa que la Selección tuvo más tiempo el balón ahí. Entre más verde, menos acción. Como se puede apreciar, tuvimos el balón en cuadrantes muy improductivos, y por las bandas fue muy poco.
Hay detalles adicionales que no se pueden expresar de manera estadística. Por ejemplo, el tremendo fallo de Myron George al final, que pudo haber cambiado el desenlace. Acomodó mal el cuerpo y, con pésima técnica, terminó mandando la pelota a Long Beach en Nueva Jersey. Parece que George solo tiene dos formas de resolver dentro del área: o patea al bulto (el único gol que lleva, contra Bermuda, cayó así, solo que al portero se le fue entre las piernas) o dispara apuntando a las nubes.
Tampoco se puede ver en la estadística el baile que se llevaron Francisco Calvo y especialmente Geancarlo González en el segundo tiempo, superados por completo en el segundo tiempo.
Ahora viene México. Por antecedentes históricos y por el rendimiento mostrado hasta ahora en esta Copa, el avión de regreso parece estar muy cerca. Pero en el futbol nunca se le debe cerrar la puerta a la posibilidad de una sorpresa.
Lo que el cuerpo técnico de la Tricolor debe tomar muy en cuenta es que las estadísticas pueden ser vacías si no cumplen el objetivo de llegar con peligro al arco rival. En todo caso, no creo que contra México volvamos a repetir ese 68% de posesión de pelota.